Roberto Batista es un pintor intuitivo. Lo comprobamos en los grandes óleos que expuso días atrás en el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. Piensa, y con razón, que el ser humano tiene un sentido espiritual y uno material que le lleva a vivir situaciones que no se espera. En cierta ocasión, me encontré a una persona en la calle. Me preguntó dónde se encontraba y, por supuesto, le ayudé a orientarse. Me dijo que quería caminar hacia un lugar con flores. Le expliqué que estábamos cerca del Parque García Sanabria y allí, sentado en un banco, comenzó a recordar. Para el pintor, seguramente, sería un tema de uno de sus cuadros. Pintaría un camino lleno de árboles, algo difuminado, y un banco con esa persona que llegó a ese sitio para reflexionar sobre su existencia.
Roberto nació en la Villa de Mazo (La Palma). Allí realizó sus estudios primarios y el bachillerato, en Santa Cruz de La Palma. Sus padres trasladaron su residencia a La Laguna y el emprende sus estudios de Bellas Artes en Santa Cruz de Tenerife, en el antiguo edificio de la plaza de Ireneo González. Profesor de Pintura en la Facultad de Bellas Artes y de Educación Plástica y Visual en Secundaria, durante 30 años combina la labor pedagógica con la artística. A partir de 2011 se dedica plenamente a esta última. La figura de José Saramago ha sido importante en su vida, incluso ha hecho exposiciones basadas en textos del escritor. Roberto es un hombre de acción en la pintura. La trabaja y la vive. Tan pronto se puede dedicar al óleo como a la acuarela o a los acrílicos.
-¿Cuál diría que es su momento artístico actual?
“Recientemente expuse en el Museo de Bellas Artes mis grandes formatos al óleo e incluso, en unas vitrinas, acuarelas. Mi pintura es realista. Veras en ella grandes calles o paseos donde la gente marcha a su ritmo. En la inauguración, el actor Sergio Medina realizó una performance. En ella se veía ante un cuadro y marchaba al unísono de los seres humanos que describo. Una persona que se cae, otra que se arrima a una pared u otra que avanza rápido por una acera de una gran vía. He realizado visitas guiadas, con gran concurrencia, y he ido explicando cómo es mi obra, mi manera de pintar. Soy un gran admirador de Cezanne, de los impresionistas franceses”.
-¿Cómo recuerda sus inicios?
“Desde pequeño tuve la certeza de que el arte era mi vida. De ahí que cuando terminé el bachillerato vine a Tenerife y lo estudié. Me acompañó en esa aventura Medín Martín. Yo, de Mazo, y él, de Las Breñas; yo, pintura, y él, escultura”.
-¿A qué responde el título de ‘Ex-istencia’, de la muestra que se ha podido contemplar en el Museo de Bellas Artes?
“En mis pensamientos, con atisbos de filosofía, representa la indagación sobre cómo las condiciones sociales coartan nuestra existencia. Es un discurso lleno de interrogantes, el reflejo de un mundo fragmentado que precisa meditación, construcción. Hay que resistir al presente, siguiendo las ideas de Deleuze; resistir a la confusión y al desorden de la actualidad. Y hay que hacerlo desde el recogimiento, la reflexión y la toma de conciencia, desde la profundidad de lo marginal. Este es mi punto de vista, a partir de todo ese maremágnum de pensamientos e ideas que bullen en mi cabeza”.
Si estos puntos de vista dan lugar a estos cuadros, a estas obras de arte, sin dudarlo, es maravilloso. En ellas hay un sentido técnico, intelectual, ideas y principios que nacen de la observación de la propia vida.
-¿Cuáles de sus exposiciones considera más significativas?
“Ha sido muy importante Passarola. Sueño y Conciencia, que hice en 2022, sobre textos de Saramago, en Abama Art Gallery, en Guía de Isora (Tenerife), y en la Ermita de San Antonio, en Tías (Lanzarote). En mis inicios, participé en colectivas fuera de Tenerife, en el museo de Arte Moderno de Tarragona y en la sala de exposiciones del BBVA de Barcelona. Se titulaban Perpetua Singularidad. Hay un sinfín de exposiciones por todas las islas de las que podría hablar, especialmente en Lanzarote, siempre con el recuerdo de José Saramago, de sus ensayos, de una obra que me interesa mucho”.
¿Me encuentro con un artista filósofo o con un filósofo artista? Con alguien que busca espacios naturales, sociales, no artificiales. Los personajes que recorren su pintura no resultan indiferentes, pues, aunque caminan sin parar, persiguen un lugar donde la sociedad sea más pura, más libre. El artista trabaja las materias, los colores, para llegar a la creación de una identidad propia, donde no exista la diferencia entre los seres humanos. Es una pintura inteligente, la de un gran pintor canario.