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El gran árbol de un archipiélago surrealista ‘regresa’ a Tenerife

‘El Drago de Canarias’, una de las obras clave del artista canario Óscar Domínguez, llega a TEA desde Galicia para formar parte de la exposición monográfica que se inaugura el 28 de abril
'El Drago de Canarias' (1933) llegó a TEA el viernes. / DA

TEA Tenerife Espacio de las Artes, en la capital tinerfeña, ha dado la bienvenida a El Drago de Canarias (1933), una de las obras emblemáticas de Óscar Domínguez (Tenerife, 1906-París, 1957). Esta célebre pintura, propiedad de la Colección Abanca (La Coruña) llegó el viernes escoltada desde el aeropuerto por la Policía Nacional y será una de las piezas clave de la exposición Óscar Domínguez. La conquista del mundo por la imagen, que se inaugura el próximo día 28, a las 19.00 horas. La muestra, dedicada al surrealista tinerfeño, está comisariada por el conservador de la Colección TEA, Isidro Hernández.

El presidente del Cabildo, Pedro Martín, destaca que “El Drago de Canarias es una obra en la que Domínguez propone su visión de lo insular. Junto a Cueva de guanches compone el gran díptico surrealista sobre el Archipiélago. La llegada a la Isla de estos dos cuadros para la exposición organizada por el Cabildo, a través de TEA, supone un gran acontecimiento. Podrá ser contemplada hasta el 29 de octubre, gracias a las facilidades para el préstamo que han ofrecido sus propietarios”.

'El Drago de Canarias' (1933) llegó a TEA el viernes
‘El Drago de Canarias’ (1933) llegó a TEA el viernes

El vicepresidente primero y consejero insular de Cultura, Enrique Arriaga, incide en que “desde el Cabildo apostamos por visibilizar las creaciones de este gran artista tinerfeño y lo hemos dejado patente con nuestros distintos intentos de adquirir algunas de sus obras más emblemáticas”. En esta línea, asegura que “la llegada de El Drago de Canarias es el primer paso para poner en marcha una exposición permanente que ponga en valor el talento del pintor tinerfeño”.

La llegada de la obra en préstamo es el primer paso para la puesta en marcha de una exposición permanente del pintor tinerfeño en el centro de arte contemporáneo de la capital tinerfeña

El drago es uno de los motivos centrales en la pintura de Óscar Domínguez de los años 30. La imagen de este árbol recordado en la imaginación infantil del pintor, en cuyo jardín familiar de la casa de El Calvario, en Tacoronte, crecía un ejemplar de grandes dimensiones, se entremezcla con la visión mítica del árbol primitivo insinuada en las descripciones de los viajeros a las Islas -Louis Feuillé, Alexander von Humboldt, Sabin Berthelot, Olivia Stone, Piazzi Smyth, entre otros-, en su mayor parte emprendedores de expediciones científicas que, más allá del interés botánico, realzaron su descripción con aportaciones idealizadas, embellecieron su porte y significado, y le atribuyeron virtudes medicinales.

Propiedad de la Colección Abanca (La Coruña), la obra del artista surrealista tinerfeño llegó el viernes escoltada desde el aeropuerto por la Policía Nacional. / DA

Quizás por la obsesión de Domínguez por la imagen onírica del árbol milenario, se le atribuyó el seudónimo de Dragonnier des Canaries, de modo que la representación plástica del drago en su obra adquiere un cariz biográfico, como un alter ego vegetal del artista.

En El Drago de Canarias la figura del árbol imaginado por Óscar Domínguez toma el centro de la composición, como si se tratase de una imagen totémica, rotunda y exultante, desafiando a las alturas con su peso, burlándose del tiempo con su longevidad. La figura del drago cobra una dimensión jurásica, convocada desde un pasado remoto y sin edad, fuera del tiempo preciso de los relojes, como si asistiésemos a una de las representaciones posibles, simbólicas, del origen. El drago es, aquí, el árbol del mundo; el cordón umbilical que une pasado, presente y futuro en un mismo y atemporal punto sublime.

‘El Drago de Canarias’ formará parte de la exposición ‘Óscar Domínguez. La conquista del mundo por la imagen’, que se inaugura el día 28 en TEA Tenerife Espacio de las Artes. / DA

EL INSTINTO

En esta pintura se puede ver cómo las ramas, tal que un dragón de cien cabezas, se ramifican conformando una ancha corona de hojas cristalizadas sobre la que acecha un león, figura que representa el poder instintivo del artista. A sus pies, las raíces se transforman en un extraño mecanismo de apertura en abrelatas, de formas ondulantes y con un cuerpo abierto en pergamino que sirve de partitura a un piano. Es un árbol genealógico ancestral que, de un tronco único, se ramifica en brazos y cabezas independientes, en una espléndida copa que se reproduce, como una familia, durante décadas, durante siglos.

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