Por Ana Hernández Cordobés, Nayra Bajo de Vera y Fátima Kenair Álvarez. Salir de las Islas para trabajar es una decisión recurrente entre la juventud canaria. El Archipiélago tiene una tasa de paro juvenil del 35,16%, casi seis puntos por encima de la media nacional, por lo que buscar opciones laborales fuera puede ser incluso una necesidad. Entre los lugares de destino se encuentra Holanda (Países Bajos), una región donde la experiencia laboral de las personas extranjeras depende de la suerte, tal y como cuentan jóvenes de Canarias que se establecieron temporalmente en tierras neerlandesas. Uno de ellos es Omar González, quien cuenta que le prometieron “unas condiciones que no se cumplieron de ninguna manera”.
Antes de partir, se ponen en contacto con una empresa de trabajo temporal (ETT) que se encarga de asignarles un alojamiento y de mediar con las empresas contratantes. En numerosas ocasiones estas ofrecen realizar labores de logística y transporte de mercancías. Aunque se trata de actividades físicamente exigentes, muchas personas deciden llevarlas a cabo con el propósito de obtener un buen sueldo y ahorrar. Sin embargo, al llegar a Holanda pueden encontrarse un panorama distinto al que imaginaron.
Las condiciones en el trabajo y el lugar de residencia dependen de la ETT y la empresa contratante. Estos factores, entre otros, determinan la calidad de la experiencia. Hay quienes tachan su periodo laboral de “explotación” y apuntan unas condiciones indignas en sus viviendas temporales. En algunos casos, las personas afectadas volvieron a Canarias antes de finalizar su contrato. Otras, incluso, soportaron racismo y xenofobia.
*Ana Hernández Cordobés, Nayra Bajo de Vera y Fátima Kenair Álvarez son alumnas de Periodismo de la Universidad de La laguna
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