conversaciones en los limoneros

Esther Macaya Toledo: “Nosotros trabajamos por un mundo más sostenible”

Es CEO de Aguamac, una empresa canaria que lleva más de treinta años en el mercado tratando el agua corriente y convirtiéndola en una maravillosa agua de consumo
"Nosotros trabajamos por un mundo más sostenible"

Terminada la entrevista, Esther Macaya Toledo (Santa Cruz, 32 años) me envía un whatsapp, como para proponerme un titular: que su empresa (Aguamac) es una de las más sostenibles de las Islas Canarias. No voy a abrir con esto, pero lo que dice es verdad. Esta joven CEO llena de entusiasmo forma parte de esa clase dirigente del futuro, aunque con una empresa que lleva más de treinta años en el mercado tratando el agua corriente y convirtiéndola en una maravillosa agua de consumo. Esther comparte sus responsabilidades con su hermana Sara en la compañía que fundaron sus padres. Incluso incorporaron a sus dispensadores, distribuidos por toda Canarias y en algunos puntos de la península, el agua con gas y hasta el agua caliente para que, en las oficinas, en los hospitales, en los bares, los clientes puedan hacerse un té o un café. Esther Macaya no quiere que la llamen emprendedora, “porque los emprendedores fueron mis padres”; personalizan en su empresa, incluso, botellas de cristal con un atractivo tapón, con la imagen de los clientes que lo deseen, incluso con el nombre de particulares. “Mira, lo nuestro es el trabajo. Yo ni siquiera tengo nada de valor que no sea este antiguo reloj Cartier que me regaló mi padre y que siempre estará conmigo”. “Y te diré algo curioso”, añade, “yo tenía un perrito, un cocker, llamado Baston, que no bebía otra agua que la de los dispensadores nuestros; fíjate si era listo”. Da gusto hablar con Esther, de todo. En un momento se dispara y repite: “La nuestra es la empresa más sostenible que has visto en tu vida, chaval. Ni plásticos, ni microplásticos, nada de nada: del dispensador al vaso o del chorro doméstico al vaso, filtrada y tratada. Y ni una botella en la basura, porque no hay botellas”. Estudió magisterio infantil porque le encantan los niños –es madre de uno de tres años–, pero jamás ha ejercido.


-Tienes una buena referencia: tus padres.
“Antes de que entrara en la empresa, mi padre hizo que trabajara como empleada en otra. Quizá para que aprendiera la jerarquía. Y estuve un tiempo en Telepizza. Cuando cumplí mi contrato asumí responsabilidades en Aguamac. Y sí, mis referencias son mis padres”.


-Treinta años desde la fundación de una empresa canaria.
“Sí, yo tenía dos años. Y, por cierto, no te dije que mi padre, lo mismo que me hizo a mí, mandó a mi hermana Sara a doblar bragas en el 99, antes de darla de alta en nuestra empresa. Lo tenía claro”.


-Creo que ustedes mantienen una formación continua.
“Sí, crees bien. A través de Cuni y Asociados asistimos a cursos de ventas para estar al día. En mi opinión, son muy buenos”.


-Dispensadores de agua con gas; pioneros en España, ¿no?
“Sí, fue también una idea de mi padre. Nosotros tenemos una sede en Zaragoza y podemos servir a clientes de la península. Él es maño y mi madre de Garachico y cuando llegó a Canarias se le ocurrió meterse en el tema del agua, porque había tenido experiencia anterior vendiendo filtros domésticos. Poco a poco hemos creado una empresa que sigue creciendo”.


-¿Cómo diversifican los equipos que venden, con relación a los clientes?
“Bueno, para una casa lo ideal es un pequeño equipo de ósmosis; para un hotel o un hospital, dispensadores; también fuentes de agua filtrada. Se evita el gasto de agua embotellada, se ofrece una calidad superior aprovechando el agua corriente y se ayuda al planeta: cero emisiones, cero plásticos, cero desechos porque los vasos de un dispensador son de cartón reciclable”.


-Supongo que con las patentes serán ricos, ¿no?
“Je, je, no hemos patentado nada. Ni siquiera mi padre patentó el dispensador de agua con gas, que él inventó. Nosotros creemos en el trabajo diario y tampoco funcionamos como una mercantil ansiosa; somos una familia que cree en lo que hace”.


-¿Pretendes acaso que el mundo te agradezca esa obsesión por preservar el medio ambiente?
“No, yo no pretendo nada. Mira, tengo puesto un traje de Zara, me gustan las cosas sencillas y ya te dije que lo único que tengo de valor es el reloj que mi padre me regaló. Yo creo que estamos en otra cosa y detesto ver esos mares de basura, esas montañas de porquería que somos capaces de crear con nuestros desechos”.


(Analizando lo que hace Aguamac, es realmente impresionante. Evitan el transporte, con lo que se mejora el tráfico; evitan el plástico y liberan de él al planeta; eliminan el cloro del agua, la purifican y la dejan con una mineralización muy baja. Y no hemos hablado del hielo).


-¿Hablamos del hielo?
“Nuestras máquinas fabrican un hielo transparente y macizo, sin olor ni sabor porque parte de un agua tratada con ósmosis. Se llama hielo scotman y con esa palabra se resume su calidad”.

Esther Macaya Toledo | FRAN PALLERO


-Tienen un sistema de venta novedoso, por lo que he averiguado.
“No sé si será novedoso, pero desde luego yo contacto con el cliente y hablo mucho con él antes de enviarle un presupuesto. No quiero que él pierda el tiempo, ni yo tampoco el mío. Nuestros aparatos dispensadores y los demás duran años y años, con una única revisión cada año, realizada por nuestros técnicos cualificados. Y los costos para los usuarios yo creo que son ridículos”.


-¿Averías?
“Muy pocas y garantizamos cualquier reparación en 48 horas”.


-Tú ves un plástico y te erizas, ¿no, Esther?
“Mira, un turista que va al Teide se lleva cuatro botellas de agua. Cuando las consume, sabe Dios dónde las deja. Con nuestros sistemas, el turista carga su cantimplora en el hotel. La carga con un agua pura, fría, de gran calidad. Consume esa agua y trae al hotel la misma cantimplora, que no va a dejar en el parque natural. ¿Tú sabes lo que esto significa esto para el medio ambiente?”.


-Tu amor por la naturaleza no acaba en el agua.
“No, a las siete de la mañana suelo ir con mi padre a coger setas y boletus”.


-¡Peligro!
“No te preocupes, sé perfectamente cuáles son las malas y las escacho con mis botas para que otros no caigan en la trampa. Es fundamental distinguirlas y somos expertos en eso”.


-¿Tus clientes son fáciles de convencer?
“Tendrías que preguntarle a mi madre, que es una killer en las ventas. Y a puerta fría, es decir, que entra sin avisar y consigue con mucha facilidad vender nuestros aparatos. Pero es que son muy buenos”.


-Lo que es bueno es que la gente de tu edad consiga tener unos valores tan interesantes.
“Gracias. Conozco a gente de mi edad que es verdad que no los tiene. Hay que saber resistir también. Por ejemplo, la COVID fue muy dura, no había ni un turista, el consumo cayó. Nos vimos bastante apurados, pero afortunadamente las ventas se han recuperado”.


-Antes hablabas de los vasos de cartón reciclados, ¿también los fabrican?
“No, pero recomendamos a varios fabricantes muy buenos”.


-¿Cuál es la filosofía, además de lo ya comentado, para que una empresa familiar como esta tenga éxito?
“Es sencillo, yo quiero vender y que me compren. Esto no se consigue sin dedicación y sin calidad de lo que queremos vender. Nuestro sistema es el más sostenible que hay. No hay que jugar con la salud de las personas, ni tampoco destruir el planeta metiéndole plásticos al mar, que son ingeridos por los peces y luego por la gente. No hay derecho a esto. Si se puede evitar, ¿por qué no dejamos de hablar tonterías y ponernos a ello?”.


-¿Es buena el agua de consumo de las islas?
“Es desigual; en algunas zonas la cal es insoportable y hace daño a la piel y al físico general de las personas. De ahí que ofertemos la descalcificación del agua de consumo, con unos resultados muy alentadores. Por ejemplo, donde tú vives, en el Puerto de la Cruz, el agua necesita tratamiento. Es que haciendo pequeñas cosas podemos evitar una catástrofe. Mi abuela, por fortuna para ella, no conoció el plástico, sólo la bosa de tela y la garrafa. ¿Por qué ir a peor?”.


-¿Puede el cliente elegir modelos de dispensadores?
“Sí, claro. Los hay de cerámica, de acero inoxidables, modelos adaptados al lugar en que se instalan”.


-Para que esta conversación sea lo más informativa posible, ¿cuáles son todos los productos de Aguamac?
“Te lo digo de carretilla: dispensadores, descalcificadores, filtros, máquinas de hielo, fuentes de agua botellas de cristal personalizadas, plantas industriales de ósmosis y equipos de ósmosis domésticos”.


-Además del trabajo, que por lo que veo es intenso, tendrás algún hobby.
“Sí, el flamenco. Estoy enamorada del flamenco y no sé por qué. Mi padre y yo nos pasamos mucho tiempo escuchando flamenco. De todo tipo. Incluso hemos asistido al festival de La Unión a escuchar cante jondo. Hay en Santa Cruz, una peña flamenca, la Cavia, que existe desde hace unos años”.


(Me dice Esther Macaya que tuvo una infancia feliz y que no guarda ni un mal recuerdo de ella. Insiste en la actividad de su padre, Pablo Macaya Balaga, en Teruel, vendiendo filtros de agua en una moto hasta que vino a Tenerife y se casó con su madre, que procede de Garachico, como creo que he dicho. En Tenerife, también en moto, vendía las máquinas por el día y por la noche las instalaba.Vuelve con el tema de los boletus y me cuenta que un kilo de boletus cuesta ya cincuenta euros, pero que no lo diga para que la gente no se tire al monte para recogerlos y más sin saber cómo sacarlos de la tierra. A las cinco de la mañana ya está en pie. Le encanta un gimnasio y no practica otro deporte. Camina mucho y se fija en todo lo que ve. Siempre está buscando nuevas ideas, sobre todo aplicadas a las ventas. Y me enseña un video bailando sevillanas en la cuna de este género, Sevilla, en la Plaza de España, en pleno Parque de María Luisa, que yo tantas veces he recorrido. Ahí hay un pequeño lago navegable y allí está, en mosaico, el recuerdo de todas las regiones de España, incluidas las Islas Canarias).


-Con todo este lío, ¿eres capaz de divertirte?
“Por supuesto, yo uso también mi libertad para tener ocio, pero no demasiado”.


-Y pensar que podías ser millonaria.
“No me preocupa. Si te digo la verdad, vivimos bien, no cometemos excesos en los gastos, sabemos publicitarnos y estamos teniendo mucho éxito en nuestro campo”.


-Y eso que ibas para maestra infantil.
“Bueno, en realidad, no. Yo siempre supe que, terminada la carrera, tenía que ayudar a mis padres en la empresa. Pero él no lo permitió: nos mandó a trabajar de curritas a otras para que aprendiéramos a obedecer, que no fuéramos hijas de papá. Yo disfruto cuando él dice: “Esther ha dado un paso más”. Para mí esta es la mejor recompensa”.

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