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National Geographic pone sus ojos en el “pueblo-aventura” más deseado de Tenerife

Destacan su "aislamiento natural" como uno de sus encantos
National Geographic pone sus ojos en el "pueblo-aventura" más deseado de Tenerife

La prestigiosa revista National Geographic ha vuelto a fijar sus ojos en Tenerife. En esta ocasión, destacando un “pueblo-aventura” al que califica como “el más deseado” de la Isla y al que considera “sorprendente”.

“El encantador pueblo de Masca se revela tras una curva en la carretera TF-436, presentando su perfil mágico. A pesar de su difícil acceso, es el segundo destino natural más visitado de Tenerife, después del Teide. Preservado por su reducida población de apenas cien habitantes, que se agrupan admirablemente en el terreno escarpado dejado por el barranco, el pueblo aún conserva la esencia de su pasado guanche, bajo la atenta mirada del Roque Catana”, destacan.

Ubicado en el Parque Rural de Teno, perteneciente al municipio de Buenavista del Norte, Masca ofrece un espectáculo único, muy diferente a lo que se encuentra a kilómetros de distancia. El macizo de Teno, con una altitud de 1.300 metros, forma una isla dentro de otra, ya que según cuentan sus orígenes, Teno era una pequeña isla que se unió más tarde a otras para formar lo que hoy conocemos como Tenerife.

Su aislamiento natural, rodeado de valles y barrancos, permitió que durante milenios conservara no solo su biodiversidad, sino también su arquitectura y tradiciones. Se dice, en tono jocoso, que Masca recibió su nombre “por la fatiga de llegar a él durante su penoso ascenso y descenso, para lo cual es necesario haber comido bien”, según el clérigo Dámaso Quesada de Chaves a principios del siglo XVIII.

Hasta la década de 1960, llegar a Masca solo era posible a pie o en burro. Ahora, una carretera vertiginosa, estrecha y con precipicios que quitan el aliento, la conecta con Santiago del Teide, tal como lo hacía antiguamente el Camino de los Guanches, invitando a los visitantes a detenerse en sus miradores para maravillarse con la grandeza del macizo.

Apenas un puñado de calles distribuidas en cuatro núcleos se sitúan en la cima del caserío, declarado Lugar de Interés Etnográfico e Histórico y Bien de Interés Cultural. Decenas de casas reflejan la arquitectura tradicional canaria, con tejas curvas, piedras volcánicas y madera de tea, siempre adornadas con flores, como es típico en el archipiélago.

Las empinadas calles empedradas ascienden y descienden entre la protección del roque y la encantadora ermita del siglo XVIII, ubicada en la plaza principal y acompañada de un majestuoso laurel de Indias. Bajo su sombra, de vez en cuando se refugian músicos y artesanos que dan vida a la esencia de Masca, junto con los aromas que se escapan de las cocinas de los pequeños restaurantes que miran hacia el espléndido balcón que se asoma sobre el barranco y se precipita hacia el océano.

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