Ebru Baybara gana el Basque Culinary World Prize 2023

La chef turca contribuye, desde la gastronomía, a la integración cultural cerca de la frontera con Siria, apostando por el desarrollo social y la diversidad

La chef turca Ebru Baybara se ha proclamado ganadora del Basque Culinary World Prize 2023 por contribuir, desde la gastronomía, a la integración cultural en Mardin, cerca de la frontera con Siria, apostando por el desarrollo social y la biodiversidad, implicándose durante dos décadas en iniciativas que afrontan desde la crisis migratoria en la región, la revitalización de suelos frente al cambio climático o incluso la asistencia humanitaria que demandan tragedias como el terremoto sufrido en Turquía en febrero de 2023.

Ebru ha estado demostrando el potencial de la gastronomía frente a una crisis migratoria exacerbada, una creciente inseguridad alimentaria en torno a los territorios costeros, una demanda predominante de oportunidades de empleo, así como una gran necesidad de revitalizar el suelo en medio del cambio climático. Con el tiempo, la chef Baybara se ha sumado a iniciativas que favorecen la consolidación de espacios de integración multicultural y colocación laboral, especialmente para refugiados y desplazados, asumiendo un compromiso transversal para nutrir el entendimiento y la convivencia en una región agitada.

El trágico terremoto que sacudió Siria y Turquía a principios de febrero llamó la atención del mundo: tres meses después, la ayuda de todo tipo sigue siendo urgente.

Para Ebru Baybara Demir, involucrarse en la ayuda humanitaria que significaba proporcionar comida caliente a miles de personas en medio de la calamidad, desde lo que se ha conocido como “Gönül Mutfagı”, ha sido una continuación de su trabajo en curso.

Durante más de dos décadas, la chef Ebru Baybara ha diversificado las formas de generar impacto positivo a su alrededor trabajando con organizaciones internacionales, gobiernos locales, entidades público-privadas y cooperativas locales. En Mardin, una ciudad con mucho turismo, pero con pocos restaurantes, comenzó a vincular la cocina con el turismo y el desarrollo, alentando a las mujeres locales a abrir sus propias cocinas (en casas históricas) para alimentar a extranjeros, generando así oportunidades de empleo y potenciando la oferta turística.

Más tarde se unió a los programas de formación culinaria promovidos por organizaciones como Acnur y la FAO.

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