La directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) Canarias, María José Blanco, se jubila después de 33 años de servicio. Llegó a Tenerife tras sacar la plaza de ingeniera geógrafa en 1990 y tuvo que luchar, en sus primeros años por dotar al centro regional de los equipos y medios necesarios para monitorizar y hacer el seguimiento a los fenómenos que le ha tocado afrontar. Le correspondió transmitir la información oficial, como portavoz científica, a miles de personas durante la erupción de Cumbre Vieja en La Palma, y anteriormente, durante la erupción submarina en El Hierro en 2011. Ha sido un ejemplo de profesionalidad y entrega, a cuyo término se produce el logro de la toma en consideración del Centro Nacional de Vulcanología.
-Quería irse casi como llegó, en silencio, pero un mensaje de admiración y reconocimiento de su compañero Rubén López puso en aviso a los medios.
“Ya le dije a Rubén que su hilo en Twitter ha tenido unas consecuencias tremendas esta semana con decenas de mensajes. Me lo tenía que haber dicho (Ríe). De hecho, en el trabajo dije que no quería ningún tipo de homenaje, acto de despedida ni esas cosas que se hacen cuando uno se jubila. La verdad es que ser alguien público es algo para lo que no estaba preparada ni estaba previsto. En mi trayectoria profesional quién me iba a decir a mí que iba a salir en los medios de comunicación, pero es verdad que comprendo que el fenómeno volcánico en Canarias tiene una trascendencia social importante y, desde luego, después de la erupción de El Hierro, pero más aún tras la erupción de La Palma y su repercusión mediática, pues he pasado a ser una persona conocida. Lo único bueno de todo esto es que la sociedad tiene una memoria muy corta, gracias a Dios, y en breve pasaré a ser otra vez una persona desconocida”.
-¿Qué balance realiza de toda su trayectoria en el IGN desde que llegó en el año 1990 cuando sacó la oposición?
“Tenerife fue mi primer destino, lo elegí voluntariamente por razones personales y profesionales. No quería empezar la carrera en Madrid, porque es donde con más probabilidad la iba a terminar y además empezaba a formar una familia y, como soy de Madrid, quería comenzar un poquito de manera independiente, pero la idea de estar en las Islas unos años se transformó por muchas causas. Por supuesto, a nivel profesional, porque Canarias es un laboratorio para todo lo que sea investigaciones sísmicas y volcánicas en la naturaleza, pero también por su gente, por su clima, por la calidad de vida… Y lo que nació como un proyecto de corta duración se ha transformado en toda mi trayectoria y, de hecho, ahora mismo te diría que me siento más canaria que de ningún lado”.
-Ha tenido que desarrollar la red de estaciones de vigilancia volcánica del IGN en Canarias, más de 100 actualmente…
“Comenzamos en el año 2004, cuando el Instituto Geográfico asumió la competencia en la observación, vigilancia y comunicación de la actividad volcánica en el territorio nacional y, a partir de ahí, ya fue el reto participar en la creación de un servicio nuevo, en primer lugar, aprendiendo de lo que había en otros países que tenían más experiencia que nosotros y nos permitieron, tanto a Carmen López como a mí, seguir una trayectoria que otros ya habían iniciado antes. Luego fue la búsqueda de recursos, la ampliación de la red de estaciones y la contratación del personal especializado sobre el que descansa la vigilancia volcánica y el conocimiento. Entonces, yo creo que ese fue el reto mayor que he tenido y lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido”.
-En 2004 fue la crisis sísmica en el Teide, en 2011 el volcán submarino Tagoror de El Hierro y en 2021 el volcán de La Palma. Vaya eventos le han tocado afrontar en estos 33 años…
“Bueno, llevábamos muchos años en Canarias sin erupciones y lo probable era que me tocara una durante mi vida profesional, pero han sido dos. Sinceramente, la erupción en La Palma ha sido muy fuerte y ha supuesto un esfuerzo tan grande el que ha habido que hacer por parte de todos los que hemos estado implicados en la erupción, en primer lugar, por la sociedad palmera y los habitantes del Valle de Aridane, como también por todos los profesionales que han participado en la emergencia. Este desgaste, en gran medida, me ha empujado a dar paso y que el IGN busque otras personas que tengan ya más energía, más ilusión, con una trayectoria por delante y que afronten el futuro de la vulcanología dentro del marco geográfico en Canarias”.
-¿Ha sido esa parte invisible de gestión dentro de su trabajo en el IGN en Canarias la que menos le ha gustado y más le ha desgastado? Por ejemplo, luchando por lograr recursos para dotar al centro de medios técnicos y humanos?
“La Administración y su burocracia es un saco sin fondo, tiene muchos recursos, pero hay que tener mucho tesón para poderlos conseguir y no desfallecer por lo lenta que es. Pero en el Instituto Geográfico Nacional creo que ha habido un cambio de peso específico claro en el área de vulcanología, sobre todo desde la erupción submarina de El Hierro y mucho más desde la erupción de La Palma. Pero faltan muchas cosas por solventar, por ejemplo cómo comprender que no somos funcionarios o científicos al uso, tenemos unas obligaciones no solo durante la emergencia, sino durante las reactivaciones que hay con cierta regularidad en diferentes zonas del Archipiélago. Somos como una especie de bomberos científicos y todavía no se ha articulado la manera de contemplar esta singularidad dentro de la Administración y en ello estamos. Ya le digo que este es un reto que queda para los compañeros que están y para los que tengan la responsabilidad de seguir luchando por ello”.
-¿La directora del IGN en Canarias ha tenido que luchar para romper los techos de cristal con los que se ha encontrado?
“No he sido consciente de haberlo hecho, pero sí es verdad que hay un cambio evidente ya solo, por ejemplo, entre los miembros del Comité Científico de la erupción de El Hierro, que era mayoritariamente masculino, al Comité Científico en el caso de la erupción de La Palma, que era paritario. Desde luego que la sociedad ha tenido que cambiar su concepto de la ciencia, y la ciencia tiene tanto cara de hombre como cara de mujer, y esto tiene una repercusión inmediata en el futuro. Ahora mismo, en vulcanología todavía hay menos investigadoras que investigadores, pero tendremos que tender a la igualdad, como en todos los ámbitos de la vida. Quizás la falta de referentes femeninos hasta ahora ha sido brutal, por decir un término muy contundente, incluso llegándose a ver cómo las investigaciones de las mujeres han sido durante muchos años incluso ocultadas su autoría. Ahora ya somos visibles y las niñas y adolescentes pueden ver referentes, que somos personas normales y lo único que tenemos es esa inquietud científica, como también tenemos otras inquietudes igualmente loables, pero que no piensen que por ser mujeres no pueden hacer ciencia. Tengo dos hijas y las dos se dedican al mundo científico, creo que también en gran medida ha sido por los referentes de los padres. (María José está casada con Emilio Cuevas, alma mater del Observatorio de Investigación Atmosférica de Izaña de la Aemet)”.
-Ha sido la portavoz de los comités científicos de ambas erupciones. ¿Cómo ha visto el avance del conocimiento de la sociedad y de las autoridades canarias en relación al entorno geográfico en el que vivimos?
“Cuando llegué a Tenerife, una de las cosas que más me llamó la atención es que no existiera casi nadie dedicado a los volcanes, ni siquiera en la Universidad había Facultad de Geología. Es decir, algo que da la singularidad de Canarias que son los volcanes, junto a mar, la tierra, las especies, la calidad del cielo para investigar las estrellas y mirar al espacio exterior como punto de gran claridad atmosférica o para realizar la vigilancia del cambio climático, todos estos ámbitos del conocimiento tienen una repercusión en mayor o menor grado de manera directa en la calidad de la vida de los habitantes del Archipiélago y, en otros casos, de la humanidad, y se tienen que potenciar. Pero creo que la sociedad canaria vivía de espaldas a los volcanes, en los mapas se sigue hablando de montañas cuando son volcanes todo lo que vemos. En este mismo sentido las autoridades no contemplaban el peligro volcánico, y fue a partir del 2004 cuando este tema se empezó a poner encima de la mesa y fue cobrando importancia con el paso de los años. Últimamente, ha tenido un peso importante y creo que la sociedad canaria ha despertado en este sentido y comprende la importancia de saber sobre los volcanes y las erupciones, porque el tener conocimiento y formación nos hace menos vulnerables y tener criterio para valorar las opiniones que se vierten no solo en los medios de comunicación sino también en las redes sociales. Una sociedad formada es menos vulnerable y menos manipulable y creo que esto es fundamental. Hay que hacer un esfuerzo formativo en toda la educación obligatoria de Canarias, desde los más chiquititos hasta 4º de la ESO, creo que hay que incidir en las erupciones y cómo afrontarlas y hacerles comprender todo el mecanismo que rodea desde la vigilancia volcánica hasta las emergencias para que la población esté mejor preparada para afrontar la siguiente erupción que vendrá cuando sea. Canarias existe porque han habido erupciones volcánicas y las van a seguir habiendo claramente”.
-¿Los planes de emergencia, siendo necesarios, encorsetan a la administración y la labor de los técnicos?
“Son imprescindibles en el manejo de una situación tan complicada como la que se ha vivido en La Palma, donde sin un plan de emergencia y una coordinación como ha sido llevada por los responsables del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico en Canarias (Pevolca) y por los responsables del Puesto de Mando Avanzado sería imposible. Estamos acostumbrados a emergencias meteorológicas o de incendios forestales que son relativamente cortas, pero las emergencias volcánicas se caracterizan porque duran muchísimo tiempo, comienzan antes de la erupción, prosiguen durante la emergencia y sigue existiendo después durante un tiempo. El ejemplo está claro en La Palma, que sigue en nivel de emergencia 1 aunque ya no sale en los medios de comunicación, pero hay zonas como Puerto Naos o la Bombilla en las que los vecinos siguen sin poder retomar su vida normal por las concentraciones tan elevadas que hay de CO2. Toda esta situación tan complicada, con tantos recursos humanos y económicos que se ponen en marcha y, sobre todo, manejar a la población y la sociedad adecuadamente no podría hacerse si un plan de emergencia, un documento que es mejorable y, de hecho, se hace en base a la experiencias pasadas como la del 2004, y tras la erupción de El Hierro de 2021 se mejoró nuevamente y, así como, tras la erupción de La Palma, seguro que habrá otra revisión que permitirá ir adecuando estos planes de emergencia del Pevolca a la realidad, y que cada vez sea mejor en su operativa”.
-Una plataforma de afectados está recopilando firmas para una ley específica que regule las catástrofes volcánicas en Canarias
“Igual que existe una ley del cielo en Canarias que protege las investigaciones del mundo de la Astrofísica tanto en Tenerife como en La Palma, pues de cara a la sociedad es verdad que una erupción volcánica es un fenómeno que tiene una trascendencia muy grande, porque los que se ven afectados pierden no solo sus bienes y sus casas, pierden su terreno, y no es como una inundación o como un incendio, es muy diferente. Sin duda, se necesita un trato diferente, no sé si es a través de una ley de volcanes o cómo tiene que ser, pero desde luego la singularidad de la erupción volcánica tiene que estar recogida de alguna manera y que permita a los ciudadanos y a la sociedad afrontar mejor las pérdidas que una erupción conlleva y una recuperación justa y si es posible rápida”.
-¿Se solucionará la lucha de egos de las entidades científicas que se dedican a la vulcanología?
“En primer lugar, yo creo que las discrepancias científicas hacen que la propia ciencia avance, y otra cosa son los enfrentamientos en los medios de comunicación, que no son tan grandes como se airean. Por ejemplo, pese a las diversas opiniones, durante la emergencia, ha habido una unidad en el mensaje de todos los equipos que estábamos implicados y eso ha dado más solidez al sistema científico e investigador”.