En 1912, el científico Casimir Funk hizo un descubrimiento trascendental al identificar compuestos esenciales para los seres humanos que debemos obtener a través de la dieta. Los denominó “aminas de la vida”, sustancias con amoníaco. Desde entonces, hemos identificado 13 grupos de vitaminas y comprendemos los perjuicios que su deficiencia puede causar en nuestro organismo, especialmente durante la infancia. El deterioro en los tejidos y órganos externos es una señal clara de un desequilibrio en nuestra alimentación.
A pesar de nuestro buen estado de salud general, a menudo desconocemos las funciones específicas de cada vitamina en nuestro cuerpo, a menos que sea en casos médicamente controlados, como la suplementación con ácido fólico (vitamina B9). Sin embargo, en momentos específicos que requieren un aporte extra de nutrientes, la suplementación puede ser beneficiosa. La época de exámenes, en la que los estudiantes se enfrentan a un estrés físico y mental intenso, junto con una alta exigencia neurocognitiva para memorizar y responder en las pruebas, es un ejemplo de ello.
Aquellos que han pasado por la Universidad de Harvard comprenden la importancia de proporcionar un adecuado aporte de vitamina B durante los exámenes. Uma Naidoo, una psiquiatra nutricional formada en esta prestigiosa institución y actualmente investigadora en la misma, destaca la relevancia de una nutrición adecuada para mantener un cerebro joven y saludable. Naidoo, autora de “This is your brain in food”, se centra en la importancia de una alimentación adecuada para el rendimiento cerebral.
No obstante, aquí es donde se complica la situación, ya que no existe una única vitamina B, sino ocho variantes diferentes, cada una relacionada con aspectos distintos de la salud del sistema nervioso y neuronal. Por ejemplo, la vitamina B1 (tiamina) es fundamental para el funcionamiento celular básico y el metabolismo energético. En cambio, la vitamina B2 (riboflavina) actúa como asistente para diversas enzimas que desempeñan funciones orgánicas y está relacionada con un adecuado rendimiento cardiovascular y metabólico.
Por su parte, la vitamina B3 (niacina) actúa como antioxidante, reduciendo la inflamación corporal y metabolizando la grasa que el cerebro utiliza como fuente de energía. La vitamina B5 (ácido pantoténico) está involucrada en numerosas reacciones químicas relacionadas con el sistema inmunológico y la salud cerebral. La vitamina B6 (piridoxina) previene el riesgo de enfermedades como el cáncer, mientras que la vitamina B7 (biotina) es esencial para el correcto funcionamiento de los neurotransmisores. Por último, la vitamina B9 o folato es crucial en la formación de neurotransmisores durante el desarrollo fetal.
Si deseamos asegurarnos de cubrir las necesidades de nuestro organismo, especialmente las del cerebro, debemos priorizar ciertos alimentos. Algunos ejemplos son el yogur, que contiene vitamina B2 y B12; los huevos, ricos en vitamina B7; las legumbres, que son una excelente fuente de vitamina B9, B1, B2, B3, B5 y B6; el salmón, que contiene vitamina B2, B3, B6 y B12; las verduras de hojas verdes, que son ricas en vitamina B9; y las semillas de girasol, que pueden aportar hasta el 20% del valor diario recomendado de vitamina B5. Naidoo recomienda variar la alimentación y no limitarse a consumir solo judías o verduras de hoja verde, ya que de esta manera perderíamos otras siete vitaminas esenciales.
Jalea real y sardinas
Para potenciar el rendimiento durante los meses de estudio, la farmacéutica y divulgadora Marián García, también conocida como ‘Boticaria García’, recomienda el consumo de jalea real. Esta sustancia cremosa, producida por las abejas para alimentar a sus larvas y reina, posee una alta densidad nutricional y es rica en vitaminas del complejo B, aminoácidos y minerales como hierro, calcio, sodio, manganeso, cobre, potasio y zinc.
Otra recomendación destacada de García son las sardinas, debido a su contenido de fósforo, mineral que está relacionado con la función cerebral. Además, las sardinas también son una fuente de vitaminas y ácidos omega. Según advierte García, las sardinas pueden llegar a tener hasta 90 veces más contenido de fósforo en comparación con las cápsulas de suplementos.
En cuanto al hierro, un mineral imprescindible en esta etapa, se encuentra en mayor proporción en la carne roja en forma de “hierro hemo”, que es más fácilmente absorbido por el organismo. Para obtener hierro de legumbres y vegetales, es importante combinar su ingesta con vitamina C.
La jalea real y las sardinas son dos recomendaciones destacadas para potenciar el rendimiento durante el estudio, debido a su contenido nutricional beneficioso para el cerebro. Además, se destaca la importancia de consumir hierro y combinar su ingesta con vitamina C para asegurar una mejor absorción.