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Cien años de la llegada a Santa Cruz de los restos mortales de Teobaldo Power

El insigne músico tinerfeño falleció en Madrid en 1884, con tan solo 36 años, pero no recibió sepultura en su isla natal hasta casi cuatro decenios más tarde, el 25 de mayo de 1923
Cien años de la llegada a Santa Cruz de los restos mortales de Teobaldo Power

Por Juan Manuel Ledesma. Treinta y nueve años después de la muerte del insigne músico tinerfeño Teobaldo Power, el Ayuntamiento de Madrid permitió enviar sus restos mortales a Santa Cruz de Tenerife. El 25 de mayo de 1923, a las nueve de la mañana, llegaba el féretro al puerto santacrucero, a bordo del vapor Atlante. Tanto la carroza fúnebre que lo transportaba como las otras dos que la acompañaban iban cubiertas de coronas y ramos de flores. Detrás marchaba una gran comitiva, presidida por el alcalde, corporación municipal, autoridades civiles, militares, eclesiásticas, corporaciones, sociedades, centros oficiales y docentes, etcétera.

El féretro llegó al puerto de Santa Cruz en el vapor Atlante. | FOTOS ANTIGUAS DE TENERIFE

La primera parada tuvo lugar frente a la casa en la que había nacido el artista, en la plaza de la Constitución -La Candelaria-, en la que la banda municipal interpretó los Cantos Canarios. Luego la comitiva continuó por las calles de Alfonso XIII (Castillo), Valentín Sanz y Pérez Galdós, hasta llega a la Diputación Provincial –actual Parlamento de Canarias-, donde tuvo lugar un solemne acto, al que asistieron las representaciones citadas y un distinguido público que llenaba el salón y las galerías altas del edificio.

Una multitud recibió el ataúd en la entonces Plaza de La Constitución. | FOTOS ANTIGUAS DE TENERIFE

Desde aquí fue trasladado a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, donde recibió cristiana sepultura en la capilla de Santiago. Desde que desembarcó en el muelle, hasta que fue enterrado, miles de personas, venidas de todos los rincones de la Isla le dispensaron un sentido y multitudinario homenaje.

Los periódicos madrileños relataron que, al exhumar el cadáver, y a pesar de los casi cuarenta años transcurridodos desde su muerte, aún conservaba intactos el pelo y la barba, y se encontraba vestido con traje de frac, camisa blanca, y zapatos de charol.

Acaban de cumplirse, por tanto, 100 años de la llegada de los restos mortales del célebre músico a su Isla natal. Y ese es un buen pretexto para recordarle.

Teobaldo José de los Reyes y de la Concepción Power y Lugo-Viña nació en Santa Cruz de Santiago de Tenerife el 6 de enero de 1848. Era hijo de Bartolomé Power de Strickland y Arroyo, y de Margarita de Lugo Viña y Oliver. Sus primeros años transcurrieron en torno a la música, pues su padre -funcionario del Gobierno Civil- pianista aficionado, le instruyó sus primeros conocimientos musicales; además, delante de su casa natal, situada en el número 9 de la plaza de la Constitución -La Candelaria-, se solían celebrar veladas musicales, por lo que desde pequeño se empapó de los conciertos que semanalmente ofrecían las orquestas y bandas chicharreras.

Fachada de la casa natal de Teobaldo Power, en la actual plaza de La Candelaria. | FOTOS ANTIGUAS DE TENERIFE

Genio precoz, a la edad de nueve años interpretó al piano diversas piezas, en una velada artística celebrada en casa de Nicolás Alfaro, importante músico y pintor santacrucero, donde los asistentes le solicitaron nuevas interpretaciones hasta en seis ocasiones. Presentado en el Teatro Municipal de Santa Cruz de Tenerife, el 16 de septiembre de 1858, interpretó una pequeña composición suya (Polca Mazurca) y varios temas de distintos compositores. De este acto, la prensa publicó: “Cómo un niño de 10 años ha podido ejecutar con tal brillantez, maestría, seguridad, limpieza, y correcto estilo las obras interpretadas si no alcanzaba con sus pies a los pedales del piano”.

Al mes siguiente, su padre fue destinado como oficial mayor a la Diputación de Barcelona, llevándose a toda la familia. En la ciudad Condal Teobaldo comienza a estudiar armonía y composición con el afamado maestro Gabriel Balart. En diciembre ofrece un concierto ante los profesores de la Escuela Nacional de Música y Declamación, en Madrid, y otro en el palacio del Infante Francisco de Paula, recibiendo elogios de los asistentes y de la prensa especializada.

Cuando tenía 14 años de edad, después de haber ofrecido un concierto en la casa del gobernador civil de Barcelona, al que asistieron diversas autoridades, la Diputación Provincial catalana le concede una beca para ampliar sus estudios en el Conservatorio Imperial de Música y Declamación de París. Durante cuatro años (1862-1866) va a recibir una sólida formación musical de prestigiosos maestros en armonía y composición, piano, contrapunto y fuga, siendo premiado en todas estas áreas. También aprende didáctica de la música, metodología que años más tarde él incluiría en el programa de estudios de los conservatorios españoles. En París se empapa del virtuosismo de Chopin y la inspiración del folklore y cantos populares de Liszt.

Las vacaciones escolares del verano de 1864 las pasa en Tenerife donde, el 13 de septiembre, estrenó La Aurora, obertura para gran orquesta interpretada por la Banda del Batallón Provincial de Santa Cruz.

De Madrid a París, La Habana y Lisboa

Una vez concluidos sus estudios en París, con tan sólo 18 años, comienza a viajar constantemente, sin lograr una estabilidad profesional. Durante tres años estuvo actuando en La Habana (1866-1869), siendo condecorado con la Cruz al Mérito Militar. De nuevo regresa a París para dirigir una compañía de ópera, con la que realiza una gira por tierras francesas, hasta que estalló la guerra franco-prusiana (19 de julio de 1870) y tiene que disolver la compañía y trasladarse a Madrid, donde va a pasar ocho años de frenética actividad musical, pero también de dificultades económicas, lo que le obliga a trabajar como pianista en los cafés El Prado y el Imperial, junto al violinista Fortuny. En este lugar de encuentro de artistas, bohemios e intelectuales, hizo amistad con el poeta Gustavo Adolfo Bécquer y con el músico Isaac Albéniz. Estos años fueron muy fructíferos para su carrera musical, pues comenzó a ser conocido y elogiado, siendo invitado a dar conciertos en los Conservatorios de Madrid y París.

Pero esta agitada vida bohemia, excéntrica y aventurera, que tan fecunda fue en su creación y su arte, le debilitó su organismo, provocándole una afección pulmonar cuando tenía 30 años de edad. Su buen amigo, Tomás Zerolo, le aconseja que regrese a Tenerife, a donde llega el 5 de diciembre de 1878, siendo acogido por un grupo de intelectuales, quienes le animan a participar en un concierto-homenaje en el Teatro Municipal, el 15 de marzo de 1879; pero, debido al abandono que presentaba el arte musical en el Archipiélago, para poder llevarlo a cabo tuvo que formar una orquesta de aficionados; grupo de músicos que años más tarde formaría la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia.

El 7 de abril, Teobaldo Power contrae matrimonio con su prima hermana Julia González Lugo-Viña, la cual le acompañaría hasta su muerte, y con la que no tuvo descendencia.

Recuperado de su estado de salud, decide viajar a Lisboa donde, tras su éxito clamoroso en el Teatro San Carlos, el rey Luís de Braganza le nombró “Pianista de Cámara” invitándolo a su palacio donde ambos tocaron, a cuatro manos, La Gallina de Gottschalk. En agradecimiento, años más tarde Power le dedica un concierto para piano, inspirado en aires del Tanganillo de Tenerife.

De vuelta en España, se desplazó a Málaga, donde llevó a cabo varios conciertos pero, al resentirse de su enfermedad, decide regresar a Tenerife, instalándose en una casa del camino de Las Mercedes, donde el aire puro y sano del monte le limpiaría los pulmones dañados por su agitada vida. En este bucólico lugar, animado por su amigo Elías Zerolo, comienza a investigar las coplas que les oía a los campesinos en sus faenas cotidianas. De esta manera surgen los Cantos Canarios, el gran poema musical que inmortalizó su nombre, pues en ellos puso toda su sensibilidad, y el pueblo toda su añoranza y gama de sentimientos regionalistas.

Grave enfermedad

Aunque vivía retirado y sumido en su curación y su arte, de vez en cuando bajaba a La Laguna, por el camino viejo de Las Mercedes, aprovechando la sombra de la Alameda del Tanque Grande -Camino de las Peras-, descansando, a la ida y a la vuelta, en el banco semicircular de La Cancela (Canapé Grande). Al llegar a la ciudad, entraba en el casino El Porvenir –Palacio de los condes del Valle de Salazar, hoy Obispado de Tenerife, utilizando su piano para completar los Cantos Canarios. En los umbrales de la muerte, atenazado por su enfermedad, el pensamiento y el alma del artista le vuelven a transportar al Valle de Las Mercedes y, con su mano temblorosa, escribe a un amigo estas líneas: “Ni mis triunfos, ni los inmerecidos aplausos con los que el mundo recibe mis pobres producciones son suficientes para hacerme olvidar mi querida tierra, con ese cielo alegre, ese aire puro y esas escarpadas peñas. Aún no pierdo la esperanza de pasar los últimos meses del invierno en Las Mercedes”. Durante este retiro, que duró tres años, publicó varios artículos en la Revista de Canarias, titulados: La Orquesta, El Arte del Piano, y Las Sociedades Filarmónica de Santa Cruz de Tenerife.

En el verano de 1956, los veraneantes Álvaro Martín Díaz (Almadi) y Francisco Medina Martín, consideraron conveniente que en la casa donde se había recuperado de su salud el insigne músico se colocara una placa en su recuerdo. En abril de 1882, sintiéndose restablecido de su salud, vuelve a la Península para actuar en Granada, Córdoba y Málaga, ciudad donde es nombrado profesor del Conservatorio. En octubre del citado año gana las oposiciones a profesor de piano del Conservatorio de Madrid, frente a once competidores de prestigio, y también obtiene la plaza de segundo organista de la Capilla Real.

Dos años más tarde, cuando se encontraba en la cúspide de su carrera, su prestigio y su fama se habían consolidado como compositor, intérprete y profesor, sus alumnos obtenían los primeros premios, las editoriales publicaban sus obras, y las orquestas estrenaban su música sinfónica, se agrava la enfermedad pulmonar que padecía, y fallece el 16 de mayo de 1884, en su casa de la calle de la Reja, nº 1 de Madrid, con tan sólo 36 años de edad. Su muerte constituyó un gran duelo. El féretro fue llevado a hombros por sus alumnos y profesores desde su casa a la Escuela Nacional de Música, donde fue expuesto y honrado con multitud de coronas de flores. También a hombros fue llevado a la Sacramental de San Lorenzo y San José, cementerio ubicado en Carabanchel.  

El legado que Power nos dejó como recuerdo y homenaje a su tierra son los Cantos Canarios, una bella pieza musical, culta y sinfónica, con instrumentaciones brillantes y variadas que, orquestada puede considerarse un poema sinfónico, en el que se suceden los siguientes aires folclóricos: Canto del boyero, Arroró, Tajaraste, Folia, Malagueña, Seguidilla, Isa y Tanganillo. Estas armonías, dondequiera que las oigamos, nos traen la imagen de la tierra y despiertan en nosotros los recuerdos, porque en ellos oímos desde el grave canto con que nuestra madre nos arrullaba en la cuna, hasta el son vivo y alegre del más regocijado de los bailes insulares.

Los Cantos Canarios fueron presentados de forma apoteósica el 5 de agosto de 1880, con motivo de la inauguración de la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia, actual sede del Parlamento de Canarias. La orquesta estuvo dirigida por el propio Power. Al finalizar el concierto, entre los vítores y aplausos de los asistentes, al compositor le fue entregada una corona de laurel, que agradeció emocionado. Desgraciadamente, la partitura original se perdió. Los Cantos Canarios fueron presentados en Madrid el 6 de junio de 1883 por la Unión Artística Musical, dirigida por el maestro Bretón.

La primera versión para orquesta sinfónica la realizó don Santiago Sabina Corona (Santa Cruz de Tenerife 1893-1966), primer director de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (1935-1966), y la versión más moderna ha sido hecha por Peter Hope (1930), compositor y arreglista británico.

También, Braulio Uralde Bringas (1864-1915) realizó una versión para Banda, durante su etapa de 4º director de la Banda Municipal de Santa Cruz de Tenerife (1913-1915).

Desde el 28 de abril de 2003, el Himno Oficial de las Islas Canarias es el Arroró una composición extraída de los Cantos Canarios de Teobaldo Power.

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