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Las terrazas en el Puerto de la Cruz, un laberinto para mayores y personas con discapacidad

La proliferación de mesas y todo tipo de mobiliario urbano en las zonas más céntricas de la ciudad turística constituyen un problema para el desplazamiento de ancianos y personas con problemas de movilidad
La Plaza del Charco y las calles aledañas son un circuito de obstáculos para cualquier viandante ante la proliferación de mesas, sillas y mobiliario urbano que dificultan el paso de las personas mayores o con problemas de movilidad. Fran Pallero

La Plaza del Charco y sus alrededores o calles como la Avenida de Venezuela, en el Puerto de la Cruz, se han convertido en un circuito de obstáculos en el que es necesario esquivar mesas, sillas y todo tipo de mobiliario urbano para poder caminar o dar un paseo.


Si esta realidad supone una molestia para cualquier viandante, se agrava aún más para las personas mayores, para quienes se desplazan en sillas de ruedas, con carros de bebé o tienen algún problema de movilidad o diversidad funcional, al verse impedidas de transitar por algunas aceras o acceder a tiendas porque estos elementos tapan las bandas guías, imprescindibles para que personas con dificultad visual puedan moverse con facilidad y sin miedo a tropezar.


Las terrazas han invadido las calles del casco, pese a que hay una ordenanza que las regula aprobada por el Pleno, “pero que se incumple, tanto por parte de algunos empresarios como de la Administración, que no controla ni sanciona”, se quejan los afectados.

CARTELES
Lo mismo sucede con carteles y expositores de gran peso y ruedas que se encuentran en medio de la vía pública y suponen un peligro.


La ocupación de la vía pública está regulada en la Orden Ministerial 851/2021, de 23 de julio, por la que se desarrolla el documento técnico de condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para el acceso y la utilización de los espacios públicos urbanizados, y está por encima de cualquier ordenanza. Tiene incluso una disposición derogatoria única que dice, expresamente, que quedan anuladas todas las órdenes de inferior rango que la contradigan.


De acuerdo con los artículos de esta norma, la ciudad no solo infringe lo relacionado con las terrazas, sino también la mayor parte de lo relativo al rebaje de las aceras, la pavimentación, los bancos públicos, el itinerario peatonal, las franjas guías longitudinales y los elementos de mobiliario urbano y vinculados a la actividad comercial.

DIFICULTADES
Las asociaciones Queremos Movernos y Por un Puerto de la Cruz Accesible y Diverso luchan por un uso justo del espacio público y por eso defienden que la accesibilidad en el Puerto de la Cruz se oriente en favor de las personas con discapacidad, que quieren vivir en la ciudad y se enfrentan a diario a terrazas mal colocadas, que rompen la continuidad de la línea de fachada y expositores de mercancías en el medio de la calle. “El Puerto de la Cruz debe valorar las actuaciones que ha venido llevando a cabo históricamente, dar un giro y pensar que no solo las personas con discapacidad son las que necesitan la accesibilidad, sino también las personas mayores, las enfermas, las que un día se hicieron un esguince o una quebradura y van con una escayola, muletas o carritos de bebé. Terminar con este tipo de obstáculos no solo es necesario, sino que es bueno para todos”, señala Ana Mengíbar, presidenta de Queremos Movernos.


Durante la pandemia de COVID-19 se autorizó al sector hostelero ampliar el perímetro de las terrazas para cumplir las restricciones de aforo, al no poder hacer uso de los espacios interiores en su totalidad y mitigar así las consecuencias económicas derivadas de la situación.


Pero una vez finalizada la alerta sanitaria, no se ha vuelto a recuperar el uso reglamentario y sigue siendo casi imposible por parte de los transeúntes no invadir el espacio de los comensales de bares y restaurantes, algo incómodo cuando se trata de disfrutar de un momento distendido con familiares o amigos. A muchos vecinos también les supone un obstáculo al que deben enfrentarse a diario para poder acceder a sus viviendas o mantener limpia su acera.

DELIMITACIÓN
“Al tener la calle en una única plataforma se computa la distancia de fachada a fachada y te dicen que no están ocupando todo, pero eso no es cierto. Las terrazas deben ajustarse a lo que dice la citada orden ministerial, que es clara y, además, todas deben tener el perímetro perfectamente delimitado y marcado con material rígido, porque en un momento puntual, una persona ciega que se despista, una mayor o un niño que se zafa del cochito deben tener un punto donde parar”, explica Mengíbar. Todo ello, insiste, no existe en el Puerto de la Cruz. Hay puntos, como la intersección de la calle Blanco, en el que se superponen las mesas y sillas de varios establecimientos, que impiden el paso a dos sillas de ruedas de manera simultánea.


No es la primera vez que lo denuncian. Ya lo han hecho en varias ocasiones, incluso por escrito. “Nos hemos reunido en diversas oportunidades con el Ayuntamiento y el tema de las terrazas siempre ha salido. Hemos hecho denuncias públicas y reclamaciones, no solo en este Ayuntamiento, sino también en otros de la Isla”, se lamenta.


Por un Puerto de la Cruz Accesible y Diverso ha presentado tres escritos al Ayuntamiento en este mandato: el primero de ellos en septiembre de 2022, antes de tomar la decisión de pegar las mesas y sillas a las fachadas, advirtiendo de que estaba prohibido hacerlo. Le siguió uno en marzo de este año y el último, en abril.


Cansadas de la falta de acciones concretas para que se respeten los derechos de las personas con discapacidad, ambas asociaciones acudieron esta misma semana al diputado del Común, Rafael Yanes, para trasladarle la situación y reclamarle que tome cartas en el asunto.

JUSTICIA
“No podemos permitir que se discrimine a un colectivo de forma tan descarada y, sobre todo, avisando constantemente a unos y a otros”, advierten, dispuestos a acudir a la Justicia en su caso.
Aclaran que “no quieren ningún privilegio, sino el respeto a las leyes que están vigentes, porque las personas con discapacidad tienen también sus derechos”.
Aclaran que no están en contra de las terrazas, todo lo contrario. “Lo más cómodo para una persona con discapacidad es acercarse a una terraza, porque puede acceder directamente. Por lo tanto, queremos terrazas, pero ordenadas y para todos, no solo para unos pocos”, insisten ambas.

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