La calidad del aire se ha convertido en una preocupación global, pues afecta a la salud, a los ecosistemas y al clima. Anualmente, la contaminación del aire causa ocho millones de fallecimientos a nivel mundial, más de 300.000 muertes en Europa, principalmente a causa de afecciones respiratorias, cardiovasculares y al cáncer, y son los aerosoles, o partículas en suspensión, el contaminante que mayor número de fallecimientos provoca.
El Gobierno de Canarias, a través de la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas firmaron un convenio para crear un Laboratorio de Calidad del Aire de Canarias, que estudiará los aerosoles y las calimas de polvo desértico. El proyecto entrará en funcionamiento a finales de año.
A este respecto, el responsable científico del Laboratorio de Calidad del Aire de Canarias e investigador del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC), Sergio Rodríguez, señaló que “la nueva infraestructura permitirá conocer el origen y composición química de las partículas respirables del aire del archipiélago”.
“Se cuantificará cuánto contribuyen las emisiones de los automóviles, barcos, producción industrial y las calimas de polvo desértico a los niveles de partículas PM10 y PM2,5 en el aire. Además, se determinará cuánta de esta contaminación tiene su origen en Canarias y cuánta procede de las calimas de polvo desértico, que vienen mezcladas con contaminantes (sulfato, aerosoles orgánicos y un cóctel de metales, entre otros) emitidos por la industria del Norte de África”, añadió.
Por tanto, la composición de las calimas de polvo desértico será uno de principales temas de de investigación en el nuevo laboratorio. “Se estudiará la variabilidad de la composición del polvo desértico y otros aerosoles” que llegan a Canarias. La infraestructura también tendrá capacidad para analizar los aerosoles emitidos en futuras erupciones volcánicas, dando una respuesta rápida a crisis de calidad del aire como la vivida en La Palma.
Rodríguez, que lleva 25 años estudiando la calidad del aire, primero en el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña (Aemet) y en la actualidad en el IPNA-CSIC, reconoció que la sociedad está “demandando ahora más información”. A partir de los años 50 “se empezó a sospechar que las partículas que flotaban en el aire podían tener efectos en la salud a raíz de episodios de contaminación en Londres”. El tema se retomó con más interés en los años 80 y ya, sobre todo en Europa, en los 90, se “empezó a relacionar los niveles de partículas en suspensión y el número de personas que acudían a los centros de salud”.
La investigación ha avanzado y hay una colaboración entre físicos y químicos expertos en calidad del aire, epidemiólogos y médicos. “Se sabe que la contaminación del aire mata a unos ocho millones de personas al año en el mundo principalmente por afecciones respiratorias, cardiopatías e ictus, y son especialmente sensibles a los efectos de la contaminación atmosférica los niños y los mayores de 60 años”, señaló.
Además hay nuevas líneas de investigación en las que “ya no se trata solamente de cuantificar cuánta gente muere, sino también la que enferma por la contaminación. En el último año y medio se han publicado dos estudios en los que se asocia la exposición a partículas ultrafinas y el padecimiento del Alzheimer, es decir personas que viven en avenidas y calles con un tráfico intenso corren mayor riesgo de padecer este deterioro”.
El grupo de Calidad del Aire del IPNA-CSIC colabora en diversas investigaciones con especialistas del HUC para relacionar infecciones respiratorias o cardiopatías con episodios de calima. “Tenemos una colaboración muy estrecha con el grupo de Cardiología del Hospital Universitario de Canarias y hemos publicado una buena colección de artículos. Entre los estudios empezamos con las partículas ultrafinas y el hollín y recientemente estamos estudiando los efectos y la asociación que hay con la insuficiencia cardíaca”.
Rodríguez insistió en el hecho de que “Canarias es la región europea donde se alcanzan los mayores niveles de partículas respirables PM10 en suspensión, y no es debido tanto a la contaminación local, de ahí la necesidad de estudiar su procedencia”, detalló. “Respiramos cada día las partículas ultrafinas y los restos de hidrocarburos que emiten nuestros coches, centrales térmicas, barcos y aviones, pero después tenemos unos episodios de calima, que es básicamente polvo del desierto, un material mucho más fino que la arena. Son los restos de antiguos lagos y cauces de agua que existieron, son básicamente arcillas del suelo, que son muy pequeñas, menos de 10 micras, y penetran en el sistema respiratorio”.
Gestión adecuada
El objetivo de este laboratorio es dotar a Canarias con una infraestructura científica con la que “poder hacer una gestión adecuada de la calidad del aire”. La medición de partículas respirables es una obligación por directiva europea, competencia que está transferida a los Estados y, en el caso de España, la tienen las Comunidades. “Estas partículas PM10 y PM2,5 se miden porque se supone que son representativas del grado de contaminación que hay, que en el caso de las ciudades es mayoritariamente provocada por los coches y las industrias”, pero “no es así en el caso de Canarias, donde tenemos durante periodos puntuales unos niveles de partículas muy altos pero debido al polvo que nos llega del desierto”.
Las estaciones de vigilancia de calidad del aire actualmente “no podían diferenciar si es polvo del desierto o si es contaminación, por las técnicas de medida que usan, y para poder hacer esa distinción y cuantificarla hace falta una instrumentación complementaria como la que estamos instalando y poniendo en marcha el CSIC y el Gobierno de Canarias”, concluyó.