“Ella no gritó”. Estas fueron las tres palabras que dieron a entender a Hegel Busching que Christian Brueckner podría ser el responsable de la desaparición de Madeleine McCann, en mayo de 2007 en Praia da Luz (Portugal). Busching informó a la Policía Metropolitana de Londres en 2008, pero según relata, “registraron mis datos y mi número de teléfono, pero no hubo respuesta. Nunca recibí una llamada”.
En una entrevista exclusiva con el periódico alemán Bild, Busching habla por primera vez sobre cómo conoció a Brueckner y la relación que mantuvieron en ese tiempo. Al principio, su impresión fue positiva, ya que fueron amigos en común quienes los presentaron.
Poco después, Busching descubrió que este individuo ingresaba a los hoteles a través de los balcones y poseía una llave maestra con la que afirmaba que ninguna puerta podía resistírsele. “Mi teoría es que estaba planeando un robo. Las cosas salieron mal cuando se encontró con los niños en la habitación del hotel y secuestró a Madeleine. Probablemente no lo había planeado en absoluto. Por lo que sé de él, definitivamente creo que es capaz de algo así. Creo que la secuestró. No sé si al final la mató”, relata.
Fue después de visitar el apartamento de Brueckner cuando este testigo clave en el caso descubrió vídeos espeluznantes. En uno de ellos, se veía a una mujer mayor de unos 70 u 80 años con la cara tapada siendo azotada por el sospechoso. En otro material visual, se veía a una adolescente de aproximadamente 14 años atada desnuda a una viga. “En ese momento, supe qué tipo de persona era Brueckner”, dice Busching.
Después de ese encuentro, perdieron el contacto durante un año, pero se encontraron nuevamente. Aunque fue difícil para Busching debido a lo que sabía, conversaron hasta que surgio el tema de la desaparición de Madeleine.
“Le dije que no entendía cómo una niña podía desaparecer sin dejar rastro. Fue entonces cuando, con unas cuantas cervezas de más, me dijo: ‘Ella no gritó'”.
Esas tres palabras cayeron como un balde de agua fría: “De inmediato entendí lo que había querido decir” y automáticamente pensé: “él lo sabe. Él está involucrado'”. Además, explica que notó un cambio en el sospechoso, como si se hubiera dado cuenta de lo que estaba pensando. Casualidad o no, a la mañana siguiente, había desaparecido. Fue en ese momento cuando se puso en contacto con Scotland Yard.
Esperó nueve años y en 2017, cuando se cumplían 10 años de la desaparición de Maddie, volvió a contactar a Scotland Yard y, en esta ocasión, fue interrogado formalmente. Un año después, la policía alemana se puso en contacto con Busching para citarlo como testigo en el juicio contra Brueckner por la violación de una mujer estadounidense de 72 años en 2005.