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Manuel Darias: “Ibáñez dijo que no había una colección de cómics tan completa como la mía”

El crítico tinerfeño, cuya página ‘Historieta’ ha cumplido 50 años en DIARIO DE AVISOS, mantuvo una estrecha amistad con el célebre dibujante catalán, fallecido el pasado julio
Manuel Darias hizo de anfitrión en las diversas visitas del dibujante barcelonés a Tenerife. / Sergio Méndez

Por Noé Ramón / El crítico de cómics tinerfeño Manuel Darias, colaborador de DIARIO DE AVISOS, cuya página Historieta se publica en este periódico desde hace medio siglo, logró forjar con los años una intensa amistad con el dibujante recientemente fallecido Francisco Ibáñez (Barcelona, 15 de marzo de 1936-Barcelona, 15 de julio de 2023), un vínculo que mantenía vivo a través de llamadas telefónicas y de cartas, y en el que Ibáñez le expresó que nunca había visto una colección de cómics tan completa como la que posee el tinerfeño.

VISITAS A TENERIFE

Darias hizo de anfitrión en las tres ocasiones en las que Francisco Ibáñez estuvo en la Isla, porque previamente lo había entrevistado para su sección en DIARIO DE AVISOS dedicada al mundo de los cómics. En uno de estos viajes, lo invitó a su casa y allí el dibujante quedó asombrado por la colección de cómics del tinerfeño. En concreto, se trata de una estantería de cuatro metros de alto por otros tanto de ancho en la que, por ejemplo, se encuentran todos los números de la revista Pulgarcito y una parte muy importante de los dibujos del creador de Mortadelo y Filemón.

La primera vez que Francisco Ibáñez estuvo en Tenerife trascendió la visita que en principio estaba planeada para descansar, pero el agobio por parte de periodistas y admiradores llegó al punto de que Darias siempre ha sospechado que acabaron por estropearle las vacaciones.

Otras dos veces estuvo con él en la Isla, cuando el dibujante firmó ejemplares en las ferias que se celebraron en el Parque García Sanabria y en la plaza de España de Santa Cruz de Tenerife, donde pudo comprobar cómo se formaban enormes colas para conocerlo.

También era habitual que se encontraran en los salones del cómic de Barcelona, en los que ambos coincidían en las primeras horas, antes de que empezaran los agobios multitudinarios.

VIÑETAS DEDICADAS

En varias ocasiones, relata el crítico tinerfeño, Francisco Ibáñez le regaló viñetas en las que aparecía el propio Manuel Darias. La más apreciada por este, una representación de las Meninas de Velázquez, donde el crítico tinerfeño aparece en el fondo de la ilustración ocupando el lugar del célebre pintor sevillano del Barroco en uno de sus cuadros más famosos, mirando con asombro a los principales personajes de Ibáñez, incluido él mismo.

Cuando se le pregunta si efectivamente el dibujante barcelonés es su autor preferido, el crítico tinerfeño recurre a la que se ha convertido ya en su principal muletilla para salir del paso ante esta recurrente cuestión que le formulan sin ofender a demasiada gente: “Está entre los cinco primeros. Cada vez que escribo sobre alguno de los que más me gustan siempre digo lo mismo”.

Pero, sin duda, Francisco Ibáñez está en ese pelotón de ganadores, formado también por dibujantes como Vázquez, Carlos Jiménez o Escobar, el creador de Zipi y Zape. “Es que hay muchos matices distintos entre ellos”, apostilla Darias.

El flechazo con los dibujos de Francisco Ibáñez fue instantáneo desde que Manuel Darias, siendo apenas un adolescente de 15 años, disfrutó de las primeras aventuras de los dos Técnicos de Investigación Aeroterráquea (TIA) y, de forma automática, se convirtió en cualificado representante de la imaginaria agencia en la Isla.

Esta afición de Darias dará lugar a que sea nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, una distinción que hace casi un año anunció el alcalde, José Manuel Bermúdez, cuando inauguró la muestra sobre los 50 años que lleva el crítico publicando de forma ininterrumpida en DIARIO DE AVISOS. Hace pocas fechas el alcalde le anunció que en principio pensaba llevar la distinción al pleno que se celebrará el próximo mes.

De Ibáñez, Manuel Darias resalta sobre todo su enorme capacidad de trabajo, que llegó a provocarle serios daños en la columna vertebral, que, a su vez, estuvieron a punto de que no pudiera volver a dibujar. Hay que tener en cuenta que su jornada dibujando se alargaba durante 14 horas, en las que permanecía sentado en una butaca con la que humorísticamente llegó a decir que había establecido un romance perfecto.

LA CENSURA

El lenguaje particular de este dibujante que ha sido objeto de estudio lo atribuye Darias a una manera de sortear la censura, y otro tanto ocurría con la crueldad, que pasaba muchas veces desapercibida bajo una capa del humor. En ambos casos era la vía que tenían los creadores de aquellos años para retratar lo que ocurría en una sociedad marcada por la miseria, las chapuzas, el cutrerío y el estancamiento social y político.

El autor le confesó que sus personajes preferidos eran los individuales, con una sola historia, como Sacarino y Rompetechos, con los que además se identificaba. El primero, porque en su momento él trabajó como botones en un banco, y el segundo, porque también tenía los mismos problemas de despiste y de vista. En sentido contrario, el que más trabajo le daba eran las múltiples historias de 13 Rue del Percebe, dado que le obligaba a inventarse una diferente para cada piso del inmueble.

Otra característica suya es que le gustaba dibujarse a sí mismo y meterse en su propio universo de papel. En alguna entrevista, Ibáñez llegó a decir que sentía envidia por sus personajes y en una ocasión se llegó a pintar en su propio entierro, acompañado de otros compañeros de profesión.

Una curiosidad añadida es que Francisco Ibáñez odiaba a los superhéroes de las franquicias americanas y no dudaba en ridiculizarlos siempre que podía, lo que tampoco se diferencia mucho de lo que hacía con el resto de la realidad en la que vivía, rememora Manuel Darias.

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