incendio en tenerife

Rosa, evacuada por el incendio: “Fue muy desagradable; no pasaba por mi cabeza que nos desalojaran en la madrugada”

La vecina de La Matanza recuerda, horas antes de su vuelta a casa, su impotencia: “Nadie hablaba, solo mirábamos al monte viendo las llamas cómo crecían y se acercaban”
Rosa, evacuada por el incendio: “Fue muy desagradable; no pasaba por mi cabeza que nos desalojaran en la madrugada”

En la mayoría de los lugares que han sido utilizados como albergues durante estos días se vivía durante la jornada de ayer una tensa calma a la espera de acontecimientos. El cansancio ya pasaba factura tras más de cinco días de desalojo, pero con la evolución de las labores de extinción la esperanza en un realojo crecía.


En general, los desalojados se han comportado muy bien, “algunos han tenido algún episodio de nerviosismo y de ansiedad” y algún descontento, porque durante las visitas para comprobar sus propiedades, “alguno pretendió quedarse”.


En el Pabellón de La Matanza de Acentejo solo hay 40 personas desalojadas y otras dos con movilidad reducida son atendidas en el Centro de Mayores de la localidad, pero el resto están albergadas con sus familiares o amigos, y solo durante las comidas y la noche suele haber más actividad. La mayoría coge su vehículo para visitar sus casas o terrenos y comprobar cómo se encuentran, y regresan para pernoctar. Otros intentaron quedarse en la zona evacuada.


En la puerta del pabellón, intentando llevar el intenso calor conversaban distendidamente dos vecinas desalojadas. Ana, nombre ficticio, afirmó al DIARIO: “Estamos esperando, tenemos ilusión en que ya esta tarde nos puedan dar buenas noticias, pero no tenemos claro que podamos volver hoy”, destacó, mientras observaba con preocupación cómo a su derecha se activó un foco entre La Victoria y Santa Úrsula, y, por el otro lado, entre la zona de Ravelo y La Matanza. “Es que si se llevan por los focos que se reavivan cada día, no salimos de aquí en meses”, lamentó.


Mientras, pasan el tiempo como pueden. No más de cinco menores están realizando actividades físicas o en la ludoteca del complejo deportivo, donde todos los albergados se mostraron “muy bien atendidos” por el personal, el alcalde y los concejales de la Corporación.


Además, poder visitar su casa durante unas horas y comprobar que no le ha pasado nada siempre da mucha energía. “He tenido la oportunidad de ir a nuestra casa un ratito, acompañados por Protección Civil, para coger un poco de ropa, dar de comer a los peces que tuve que dejar, regar las plantitas…”, resaltó.


María, de mayor edad, reconoció que su desalojo junto al de algunos vecinos “ha sido más que nada por el humo”, y sí que pudo llevarse consigo en la evacuación a sus “gatitos y al perrito”. “Los primeros minutos no sabes qué hacer, qué recoger para llevarte, son angustiosos”.


También reconoce la satisfacción que supone que no le pongan impedimentos a la hora de subir “un el tiempo para estar arriba en mi casita”, y lamentó que todavía no puedan regresar, aunque confirmó que siempre hay “algunos vecinos que han querido quedarse más tiempo arriba, limpiar los alrededores de su casa, incluso quedarse durante la noche”.


Mientras, Rosa manifestó que no pueden ver “ver qué se ha quemado, pero parece que no llegó a las casas”. Ella también fue una de las desalojadas el viernes de madrugada, una situación que no olvidará fácilmente. “No pasaba por mi cabeza que pudiera ser desalojada. Que te toquen de madrugada es muy desagradable”, había que desalojar “lo más rápido posible”. Coger cuatro cosas y acercarte al punto de reunión. “Nadie hablaba. Solo mirábamos al monte viendo las llamas cómo crecían y se acercaban”, recordó.


En el casco de El Sauzal se vivió una jornada tranquila. En la Pirámide, al lado del Mercado, y en el Auditorio pernoctan 80 vecinos desalojados, aunque suelen reunirse hasta 200 personas para desayunar, almorzar o cenar. Apenas se oía el bullicio de otras ocasiones. Muchos niños, adolescentes y adultos pudieron disfrutar de una excursión al Loro Parque para olvidar lo que están pasando.


Mientras, en el Complejo Deportivo de El Calvario, responsables del albergue Adepac y decenas de voluntarios se afanan en dar las mejores condiciones posibles a los centenares de perros, gastos y todo tipo de mascotas, tanto de la propia protectora como de los vecinos desalojados. Ha sido un estrés máximo desde el jueves, con tres desalojos y sus consiguientes realojos en otros espacios hasta su actual ubicación. Sus responsables solo tienen palabras de agradecimiento.


En Tacoronte, los vecinos repartidos entre el Pabellón Municipal, la Escuela de Capacitación Agraria, el CEIP María Rosa Alonso o el Centro Naranjos de Luz, donde están la mayoría de las mascotas y animales evacuados, se distribuyeron ayer entre hoteles de Puerto de la Cruz y el María Rosa Alonso. Tendrán que esperar algunas horas más para volver a casa.

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