La elección de Basilio Valladares Hernández (Tacoronte, 21 de septiembre de 1947) como acreedor del Premio Canarias de Investigación e Innovación pone la guinda a una trayectoria exitosa de trabajo de este científico tinerfeño, catedrático Emérito de Parasitología de la Universidad de La Laguna, diplomado en Sanidad y Especialista en Análisis Clínicos. Visionario como fundador del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, entidad que dirigió entre 2004 hasta 2018. Ha impartido docencia en la Facultad de Farmacia de la ULL durante más de 44 años hasta su jubilación y ha centrado gran parte de su trayectoria profesional en la investigación parasitolótica, dirigiendo además más de treinta tesis doctorales y ha publicado numerosos artículos científicos en revistas nacionales e internacionales.
Codirector de Campus África, en 2013 promovió la creación de la Fundación Canaria para el Control de las Enfermedades Tropicales (Funccet) para poder recabar los fondos para el impulso y fortalecimiento de los proyectos que tienen planteados el Instituto de enfermedades tropicales, especialmente en África donde ha desarrollado diversos proyectos financiados por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el desarrollo. Su mayor disgusto ha sido no poder culminar con éxito sus trabajos y estudios de una vacuna contra la malaria a los que ha dedicado muchísimos años junto a Manuel Elkin Patarroyo. “Se merece el Nobel, pero se enfrentó a las multinacionales farmacéuticos y al sistema”, y terminó perjudicando su trabajo y, por ende, a la sociedad que no cuenta con su vacuna.
-El próximo 30 de mayo recibirá el Premio Canarias de Investigación ¿Cómo se siente?
“Ha sido una gran satisfacción. Aunque sabía que me habían propuesto desde la Universidad, el Colegio de Farmacéuticos y el Cabildo de Tenerife fue una sorpresa cuando el presidente Fernando Clavijo me llamó y me lo comunicó. Soy de los que pienso que los reconocimientos hay que darlos en vida. Hace unas semanas el Instituto Virgen del Mar rotuló un laboratorio con mi nombre y el Ayuntamiento de La Orotava me distinguió en la Feria de la Ciencia. He trabajado durante toda mi vida con seriedad, haciendo las cosas lo mejor posible, y no esperaba que ahora valoren mi trayectoria. Por otro lado, creo que los personalismos revientan los proyectos, deben ser obra de todos. Por tanto, estos premios no solo reconocen un trabajo personal, sino el trabajo en equipo de todos los integrantes del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales”.
-Se celebra el 50 aniversario de la Facultad de Farmacia ¿Cómo valora todos estos años?
“Acabé la Licenciatura de Farmacia en Granada en 1971 y estaba haciendo la tesis bajo la supervisión de Diego Guevara cuando me ofrecieron dar clase en el curso inaugural de 1974. Volví pero era para una asignatura que no me gustaba. Tras un paréntesis de dos años el Colegio La Salle, regresé en 1977 ya como profesor adjunto de Parasitología, fui Decano de 2000 hasta 2004, y Catedrático desde 2007 hasta mi jubilación en 2018, 44 años de trabajo. Crear una Facultad de Farmacia desde cero no fue fácil, llegaron muchos docentes de distintas facultades y hasta que no se consolidó hubo algunos problemas. Comenzamos en el Edificio Central y con unos laboratorios que prácticamente no funcionaban. Con el nuevo edifico los estudios se consolidaron”.
-¿Cómo surgió el Instituto de Enfermedades Tropicales?
“Al principio nos tomaron como unos iluminados, que no era necesario. Casi 10 años dilatando el proyecto hasta que en 1889 tres profesores empezamos a trabajar e investigar enfermedades tropicales. Durante los siguientes años nos consolidamos y desarrollamos muchos proyectos para el control de estas enfermedades en Sudamérica y África. En aquel tiempo no se hablaba del cambio climático, el calentamiento global o de la globalización de las comunicaciones que aceleran las pandemias. Sin embargo, en Canarias estaba ocurriendo un fenómeno claro que percibía. Cada vez me llegaban más muestras para analizar de los hospitales de personas retornadas, tanto canarios como sus familias, o que habían viajado a otros países y volvían con enfermedades que no estaban aquí. La gente necesitaba ayuda y hay que recordar que las enfermedades tropicales matan a la gente. Si África y América del Sur no tuvieran las enfermedades que tienen y la economía se hubiera desarrollado de forma normal no tendríamos inmigración en pateras, cayucos o aviones. La gente emigra por necesidad y si tuvieran oportunidades en su tierra los movimientos serían menores. El problema de las pateras se resuelve ayudándoles a progresar en su país. Todo lo demás es ficticio”.
-¿Campus África y la Fundación para el Control de las Enfermedades Tropicales (Funccet) complementan el Instituto?
“En 2006 se inauguró el edificio del Instituto de Enfermedades Tropicales financiado por el Cabildo de Tenerife. Trabajamos en Perú y montamos un centro parecido al de La Laguna, además trabajamos en Cabo Verde y Senegal. El Instituto es un centro con una proyección internacional tremenda, cuenta con más de 20 doctorandos de Cabo Verde, Senegal, Túnez, Marruecos, Mauritania o Egipto. Algo excepcional. La Funccet nace para ayudar a estos estudiantes a lograr becas y solucionar todo tipo de papeleo para que lo tengan problemas, financiamos proyectos de cooperación en Cabo Verde o Senegal, etc.. La importancia del Instituto de Enfermedades Tropicales es que estos doctorandos realizan sus tesis sobre los problemas que tiene en su país de origen y desde Canarias se intenta ayudar a resolverlos para que cuando regresen a su país puedan continuar sus líneas de investigación. Y con esta filosofía se han realizado avances muy importantes con enfermedades como las diarreas de niños, problemas pulmonares, amebas de vida libre o leishmaniasis . Todo este tipo de investigaciones se realizan en Tenerife para resolver los problemas de los países de origen. Estamos consiguiendo algo fundamental, que Canarias y la Universidad de La Laguna sean el centro del conocimiento de todos estos países africanos, que cuando piensen en resolver científicamente algo piensen en nosotros, y de hecho así lo hacen. Cuando hablamos de cómo cambiar el modelo productivo llevo años diciendo que Canarias tiene que ser el referente de conocimiento científico de toda la Macaronesia y del África Occidental. Tenemos universidades y centros de investigación magníficos, y mucha gente con ganas y que colaboran en proyectos preciosos”.
-Puso su grano de arena en el éxito de crear el Sistema de Vigilancia Entomológica
“Desde el año 2013 Canarias dispone de un Sistema de Vigilancia Entomológica coordinado por la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias en colaboración con el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y de Salud Pública porque es imperioso detectar precozmente la aparición de mosquitos invasores (ejemplares adultos, huevos o larvas). La dirección general de Salud Pública se implicó desde el principio y constató su importancia. Hay que estar muy agradecidos a José Díaz Flores (que en este mandato ha vuelto a la dirección general) y al jefe de servicio en aquellos años Domingo Núñez que apostaron por este proyecto importantísimo. Actualmente hay más de 800 trampas instaladas en puertos y aeropuertos y se monitorizan cada semana. En los últimos años hemos detectados ejemplares de mosquito Aedes Aegypti y de Aedes Albopictus (mosquito tigre) que transmiten entre otras enfermedades dengue, zika, chikungunya, fiebre amarilla, etc. La colaboración ciudadana fue importante para erradicarlos tras las detecciones de ejemplares en zonas de Fuerteventura (2017), Tacoronte-Valle Guerra o la Vuelta de los Pájaros (2023) y pudieron resolverse. Sin embargo hemos tenido problemas en el barrio de Piletas de Las Palmas, donde varios vecinos no han colaborado y no permitieron la fumigación de sus viviendas.
-Una acción rápida es determinante para su control
“La vigilancia y detección temprana es fundamental. Un primer ejemplo es cuando el mosquito tigre entró en la Península a través de Barcelona en 2004 y pese a que todos los investigadores del país pedimos una rápida actuación, las administraciones (Ayuntamiento, Generalitat y Estado) perdieron un tiempo valioso sin actuar discutiendo quién asumía el gasto. Al final, cuando se dieron cuenta el mosquito se había extendido en menos de tres años a otras comunidades. Ya se han registrado casos autóctonos (españoles) de enfermedades tropicales que no teníamos. Otros ejemplos cercanos a Canarias son los de Madeira y Cabo Verde, que permitieron la entrada del Aedes Aegypti y comenzaron los brotes autóctonos de dengue. En menos de un mes, en Madeira se diagnosticaron más de 2.000 casos de dengue y, en un par de meses en Cabo Verde llegaron a 25.000 contagios y una docena de fallecidos. En estos casos anteriores, no trabajaron la prevención y están Intentando controlar su población, y eso supone una difícil solución y un dineral considerable. Me preocupa muchísimo la situación actual en Brasil (un país de 180 millones de habitantes) y sus países limítrofes donde hay un problema descomunal de dengue, pues de sus cuatro cepas hasta ahora solo una era mortal (dengue hemorrágico) mientras que los otros tres hacían polvo al enfermo pero no lo mataban. Sin embargo, el virus tipo tres del dengue ha mutado a una mayor violencia y mortalidad, por tanto, ya hay dos tipos de los cuatro que matan. Esta enfermedad lo transmite ese mismo mosquito Aedes Aegypti o Albopictus que está intentando entrar en Canarias”.
-Sí el mosquito estuviera en las Islas y picara a un enfermo esporádico (que los hay) en semanas habría un brote autóctono y sería casi imparable ¿Debemos preocuparnos?
“La sociedad canaria debe estar tranquila, para eso nos ocupamos y preocupamos tanto los investigadores del Instituto de Enfermedades Tropicales como desde la dirección General de Salud Pública. Todos los meses se notifican casos de enfermedades tropicales en Canarias, [la semana pasada se detectaron cinco casos de dengue: tres en Gran Canaria, uno en Tenerife y otro en Lanzarote], personas que viajaron o residían en esos países donde está el virus y allí se contagiaron y al llegar al Archipiélago cursaron la enfermedad. Gracias a Dios no tenemos el mosquito desbocado porque si una hembra de este mosquito pica a un infectado, luego lo transmitirá a otras personas sanas alrededor (decenas) y ya tenemos un brote activo. Por tanto, la clave es no tener mosquitos que puedan picar a un enfermo y transmitir la enfermedad a la población convirtiéndose en autóctona. Esto supondría un gran problema no sólo sanitario sino económico para el destino turístico, dejarían de venir turistas y los turoperadores buscarían otros destinos. En Canarias ofrecemos una tranquilidad tremenda como destino: ofrecemos seguridad jurídica, tenemos una seguridad civil para salir a la calle sin problemas y, sobre todo, una seguridad sanitaria de primer nivel, se atiende a todo el mundo y los controles de seguridad en aguas, alimentos, etc, son de nivel, lo que hace que los visitantes vengan con total confianza”.
-¿Hay nuevos retos?
“Siempre los hay, como el Campus África, nuevos proyectos de cooperación, trabajar en la ampliación de la sede del Instituto… Mientras tenga la cabeza funcionando, el físico me lo permita y mis compañeros me dejen, voy a seguir colaborando”.