Galería Artizar, el espacio expositivo que se encuentra en La Laguna, en el número 63 de la calle de San Agustín, inaugura mañana viernes, a partir de las 19.00 horas, Colisión, una propuesta del artista Ubay Murillo (Tenerife, 1978). A caballo entre varias disciplinas como la pintura, el collage y la instalación, en las que combina diversas metodologías y soluciones visuales de un medio a otro y en diferentes soportes, Murillo trabaja sobre la imagen que tenemos -que proyectamos- del cuerpo contemporáneo tras la crisis económica. Además, plantea una reflexión sobre las propias disciplinas que aborda.
Como su nombre sugiere, Colisión, que se podrá contemplar hasta el 14 de octubre en los horarios habituales de la sala (de lunes a viernes, de 10.30 a 13.30 y de 17.00 a 20.00 horas, y los sábados, de 11.00 a 14.00 horas), alude a un choque, a un conflicto entre lo que es y lo que debe ser. Para ello el artista recurre a una figura de la Commedia dell’Arte italiana, e icónica, también, de las artes plásticas, el arlequín.
Como escribe Ramiro Carrillo en el texto que acompaña a la exposición, Ubay Murillo considera al arlequín una figura bisagra, “expresión de un sujeto en desequilibrio que, como diría Jean Clair, es imagen de un tiempo de derrumbamiento de los equilibrios; de ahí su fascinación al descubrir la figura del arlequín revisitada en algunas editoriales de moda de revistas como Vogue o Harper’s Bazaar, material con el que Murillo trabaja desde hace 12 años”.
“Como figura pictórica -señala Carrillo en otra parte de su reflexión-, el arlequín es dos personas a la vez, la que se muestra y la que se esconde tras el disfraz; en esa medida es la imagen de un sujeto escindido, un ser difuso, fragmentado, en estado de colisión entre lo que es y lo que tiene que ser”.
PINTURAS EXPANDIDAS, CUADRO ESCAPARATE
Las instalaciones pictóricas -las “pinturas expandidas”- de Ubay Murillo, refiere Ramiro Carrillo en el texto introductorio, se sitúan de una manera deliberada “en el espacio de colisión entre la instalación artística y el escaparatismo, conceptuando el cuadro como escaparate y escenificándolo como mercancía, en tanto que, en las ambiguas figuras que lo habitan, las osadas innovaciones formales de las vanguardias han quedado convertidas en ornamento; son ahora motivos estampados en el impecable vestido del arlequín”.