Por muchas personalidades que haya fotografiado en su vida, a Félix A. Lam (La Salud, La Habana, 1940) se le conocerá siempre como el fotógrafo de Celia Cruz. Acompañó a la inolvidable artista cubana (La Habana, 1925-Fort Lee, New Jersey, 2003) en sus momentos más rutilantes, fue amigo del manager histórico de la cantante, Ralph Mercado, y ahora lo es del heredero y último representante de la Huarachera de Cuba, Omer Pardillo. Félix, incluso, custodia las llaves del panteón donde reposan los restos de Celia y de su marido, Pedro Knight, en el cementerio neoyorquino de Woodlawn. Pero Félix Lam es mucho más que el fotógrafo de Celia Cruz. Tiene una vida de novela, digna de ser trasladada al cine. Ha sido cocinero, administrador de un edificio, jefe de su servicio técnico, fotoperiodista. Ha publicado en las revistas y periódicos más importantes de habla hispana de Nueva York y Miami: Canales, Temas, Fama, Ecuador News, La Prensa y muchos más; y es uno de los más antiguos reporteros gráficos registrados en la Policía neoyorquina, que le acaba de renovar su credencial hasta el año 2025, a pesar de que Lam ha cumplido los 83. De coña, le digo que como es chino (de padre) la edad no se le nota tanto. Lleva treinta años viniendo a Tenerife, a cubrir actuaciones de Celia y al Carnaval. Ha sido miembro del jurado de la elección de la Reina. Últimamente se enamoró del Puerto de la Cruz y ahora pasa unos días en esta ciudad, en compañía de su esposa, Mabel. Vale la pena descubrir algunas cosas de este hombre de vida apasionante, excelente persona, desprendido, trotamundos.
-Tienes una vida, Félix, de cine.
“No sé si de cine, pero ajetreada es verdad que sí”.
-Fuiste inmigrante ilegal, ¿no? Y casi te mandan a Vietnam.
“Bueno, me habían concedido la nacionalidad norteamericana y sí, era candidato a ir a la guerra, pero Mabel, mi mujer, se quedó embarazada de nuestro hijo mayor y entonces me excusaron”.
-¿Te consideras cubano o norteamericano?
“Uno no puede renunciar nunca a sus orígenes, pero yo amo mi país, que son los Estados Unidos, aunque no me olvidaré nunca de Cuba”.
-Háblame de tus dos hijos.
“Bien, Félix junior, el mayor, que tiene 57 años, fue el tercero en la cadena de mando de la policía de Nueva York, como adjunto del comisionado en la etapa de los alcaldes Giuliani y Bloomberg. Luego fue administrador de la Universidad de la ciudad y ahora lo es de la Organización de Boy Scouts de los Estados Unidos. Él tiene el rango de águila, la máxima condecoración que otorgan los scouts. Y Kevin, que ha cumplido 53 años, trabaja en Seattle, en la multinacional Microsoft, desde hace muchos años, y además tiene varias patentes registradas; y eso significa mucho. Estoy muy orgulloso de los dos”.
-Mucho dinero, quieres decir, por lo de las patentes…
“Supongo que también, pero Kevin es muy reservado. No nos cuenta nada ni a su madre ni a mí”.
-¿Cómo saliste de Cuba?
“Escapé de Fidel, por si las moscas; yo amo la libertad. Me colé en un vuelo a México en el 60; luego viajé a Costa Rica; más tarde logré llegar a Miami, con un visado de la Embajada de los Estados Unidos en Costa Rica, y me casé con la que hoy es mi mujer. Obtuve la nacionalidad estadounidense, pero me vi obligado, antes, a escabullirme de Inmigración. Tuve también suerte, escapé por los pelos, porque si me devuelven a Cuba me muero”.
-¿Cómo te hiciste fotoperiodista?
“Ni me acuerdo, fue inspiración. Me encantaba la fotografía y comencé a frecuentar los ambientes artísticos hispanos, a conocer gente, fue muy rápido todo. Todavía no me lo creo”.
-¿Cuál ha sido la mejor foto que has tomado?
“Pues, mira, recuerdo una, en un momento en que estaba contigo. La obtuve por fuera del restaurante del percusionista Tito Puente, el día de su inauguración, en City Island. Vi salir a José Feliciano conduciendo un Mercedes, disparé la cámara y tomé la foto”.
-¿Y?
“Pues que José Feliciano es ciego. ¿Quién le dio el carné de conducir?”.
-Padre chino (José Lam Wong), madre cubana, Rosario Marimón. ¿Dónde aprendiste chino?
“Pues en China. Me mandaron allí, con ocho años. Éramos ocho hermanos, siete chicos y una chica, muchas bocas que mantener. Llegué a China y se me olvidó por completo hablar español, pero volví a Cuba hablando chino por los codos y tuve que aprender de nuevo el castellano. Así que ahora se me mezcla todo: el inglés, el español y el chino cantonés”.
-Joder, Félix, vaya lío.
“Es que mi vida es una caja de sorpresas. Cuando mi hijo Félix era comisionado adjunto de la Policía Metropolitana, es decir, tercero en su cadena de mando, tras el alcalde y el comisionado, me metí a hacer fotos en un sitio, sin pedir permiso. La Policía me paró y me quería detener, pero entonces yo nombré a mi hijo. No se lo creían, lo llamaron y él confirmó mi identidad y respondió por mí. Mi hijo está muy bien considerado en la ciudad de Nueva York y es el ciudadano de origen chino que más alto ha llegado en la administración de la ciudad. Así lo publicaron varias revistas cuando lo nombraron”.
-Estarás orgulloso.
“De los dos. Y de mis siete nietos. Faith, la única niña de los siete, ha entrado ya en la Universidad y además es muy guapa, inteligente y una buena estudiante. Los otros también, que quede claro”.
-Palabra de abuelo feliz. Háblame de la gran Celia.
“Era una mujer maravillosa, cariñosa, desprendida, amiga de sus amigos. Yo estuve muchas veces en su casa, siempre muy cerca de ella. Su pena era que Fidel Castro no le permitiera asistir a los últimos momentos de su madre. Eso lo llevó siempre clavado en el alma. Por eso jamás quiso volver a Cuba, una vez que pudo hacerlo”.
(He estado muchas veces en Nueva York con Félix Lam. Cada vez que va a algún lugar, se pierde. Una vez casi no llegamos al aeropuerto porque se trabucó y se metió por la ruta equivocada. Pocas personas tan buenas he conocido en mi vida, pero con los idiomas se arma un lío tremendo. El único que habla con fluidez es el chino cantonés. El mandarín tiene cinco tonos y el cantonés nueve, pero los dos se pueden entender. Verle pedir platos en un restaurante chino es descojonarse de risa).
-Has retratado a todo el mundo. ¿Algún problema?
“Ninguno, salvo que hay artistas muy guapas que se me cuelgan del brazo y mi mujer se cabrea”.
-Qué suerte.
“Marlon Brando fue muy simpático conmigo, para nada demostró mal genio, todo lo contrario. Cuando Julio Iglesias, que ya ha cumplido 80 años y ha sido felicitado estos días por el rey Juan Carlos, presentó su perfume en el St. Regis de Nueva York, el único fotógrafo que se le pudo acercar fui yo. Incluso me daba las cajitas de su colonia para que se las fuera pasando. Todos los alcaldes de la ciudad han ocupado mi objetivo. Es imposible contarlo todo. Mark Anthony, en Miami, me mostró públicamente su afecto. No puedo recordar tantos momentos gratos”.
-Sobre todo en el mundo artístico latino.
“Mira, si los hispanos nos uniéramos seríamos invencibles; pero los latinos están acostumbrados a ir cada uno por su lado”.
-¿Demócrata o republicano?
“Republicano”.
-¿Y qué le ves a Tenerife, que vienes tanto?
“No sólo a Tenerife. Conozco Lanzarote, Gran Canaria y El Hierro. Casi siempre ha viajado conmigo Mabel, mi esposa, pero también vine a las islas invitado por Ralph Mercado para cubrir las actuaciones de Celia Cruz en Canarias. Y viajé con ellos por el resto de España”.
-Ahora has aprovechado tu estancia para visitar cementerios. Vaya afición rara.
“No, hombre, todo tiene su motivo. Quería comprobar, por curiosidad, dónde habían enterrado al presidente Fulgencio Batista, en Madrid. Su panteón no está bien cuidado. Hace un par de años apareció una biografía de Batista escrita por un familiar; interesante. Y he aprovechado este viaje para ir a Elda (Alicante), a rezar ante la hermosa sepultura del artista Pedrito Rico, que era amigo nuestro y una persona entrañable. Cuando iba a Nueva York a actuar se quedaba en mi casa”.
-Llegaste a tener una gran confianza con Celia Cruz, ¿no?
“Es verdad; conmigo se olvidaba de todo, incluso hablábamos de cosas no relacionadas con la música. Ella me llamaba “mi chino” y me buscaba siempre, me pedía fotos. Una vez le tuve que hacer veinte copias de una que le gustó especialmente. Cada vez que llevo a alguien a visitar su panteón me entra un escalofrío. Incluso me han pasado cosas muy raras allí”.
-Joder, qué susto. Dime una.
“Pues hice unas fotos a unos amigos que fueron de visita y en una de ellas ocurrió algo que no te voy a contar”.
-Cuando me hablaste de los apellidos de tu padre, Lam Wong, me acordé de una película.
“Sí, la protagonizada por la actriz Nancy Kwan, que era bellísima, El mundo de Suzie Wong. Llevamos el mismo apellido, sí. También llevamos el apellido del gran pintor Wifredo Lam, que es un pariente lejano, aunque no heredé ningún cuadro suyo, por desgracia”.
-¿Qué significó para millones de personas la muerte de Celia?
“Es que era una mujer irrepetible. Le ponía tal pasión a lo que hacía que su fama se coló por todas las fronteras. Tenía una gran voz. En Cuba la gente lloraba con la noticia de su fallecimiento y eso que ella había salido de allí muy jovencita. Era una artista universal, pero también la sencillez personificada. Nunca olvidó a su país, ni a su gente y se sintió muy dolida por lo que te conté de la muerte de su madre”.
(Celia Cruz asistió a uno de mis cumpleaños, en el restaurante La Cascada del Parque Marítimo de Santa Cruz. Me dijo: “Si quieres, te canto el cumpleaños feliz”. Y lo cantó. Tengo la foto de ese abrazo que me olvidé de publicar en mis Memorias ligeras, cuya segunda edición está ya en las librerías. Es verdad, era la sencillez hecha persona, una diva de la salsa, el merengue y hasta la bachata. La canción Te busco, una bachata de Víctor Víctor, cuyo master grabado por Celia se perdió, según me contó ella misma, es una obra maestra, para mí).
-Habrás conocido a muchos periodistas hispanos, compañeros tuyos fallecidos. Porque además eres el presidente de la Asociación Nacional de Periodistas Cubanos en los Estados Unidos. ¿Quieres recordar a algunos de ellos?
“Sí, pero no me gustaría citar a ninguno, por miedo a olvidarme de otros y esto no me lo perdonaría. Pero me gustaría un recuerdo especial para Lolita de la Vega, última editora de la revista Temas, una especie de Reader´s Digest en español, que fundó con su esposo. Ella fue también una gran periodista, que tú conociste y que lamentablemente nos dejó”.
(Le he hecho a Félix un regalo especial. Una colección de la primitiva revista Temas, encuadernado por mi padre, que las conseguía en Tenerife, a pesar de estar editada en Nueva York. Yo creo que en la famosa Librería Sixto de Santa Cruz. Creía Lam que eran reproducciones y cuando le dije que se trataba de originales casi se me echa a llorar).
-Félix, esto se acaba. ¿Para cuándo el próximo viaje?
“No lo sé, pero sí te diré que he sido amablemente invitado por el alcalde del Puerto de la Cruz, Marco González, a editar un libro sobre la ciudad, un libro de fotos. Fue muy cordial, nos recibió a mi esposa y a mí. Me lo estoy pensando”.