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Las papas del Reino Unido ya se pueden volver a importar

El Ministerio de Agricultura permite la entrada del tubérculo de esa procedencia, excepto del condado de Kent, donde se detectó el escarabajo, con medidas de control adicionales
Autorizan la importación de papas del Reino Unido en Canarias
Las papas deben someterse a un procedimiento de limpieza, mediante cepillado y lavado, que permita la eliminación total de restos de tierra y de los organismos nocivos. / DA

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha autorizado la importación de papas en Canarias procedentes del Reino Unido. El consejero autonómico del área, Narvay Quintero, explica que “la autoridad competente en este ámbito” ha elaborado una instrucción en la que establece que se permite la entrada de este tubérculo de ese país salvo de Kent (condado donde se detectó el escarabajo de la papa o Leptinotarsa decemlineata), a partir de la información aportada por las autoridades fitosanitarias del Reino Unido en la que se asegura que la plaga no está instalada y que el Gobierno británico ha actuado en las zonas donde se localizó.

A finales de agosto, se conoció la plaga de escarabajo de Colorado en la papa del condado de Kent, en Inglaterra, y se temió por el desabastecimiento del producto en Canarias. A continuación, se desató una preocupación social.

“El Gobierno de Canarias carece de competencias en esta materia”, recalca Quintero. Sin embargo, apunta, junto al Ejecutivo central y los productores, “hemos buscado soluciones a la escasez de papas con el fin de proteger a Canarias de la entrada de esta plaga y garantizar la próxima cosecha en las Islas y el suministro de este producto básico en la alimentación de los canarios”. El titular del departamento detalla que se han determinado unas medidas de aplicación adicionales en relación al envasado y etiquetado del producto “para reforzar y ofrecer mayores garantías fitosanitarias”. Así, las papas deben someterse a un procedimiento de limpieza, mediante cepillado o lavado, que permita la eliminación total de restos de tierra y de organismo nocivos, y se concreta que el porcentaje aceptable de tierra presente será del 0,5%. En el etiquetado habrá de constar, además de los datos propios de la papa (especie, código del agricultor, variedad, calibre y fecha de envasado), la trazabilidad que permita identificar al productor y el área de producción a nivel de parcela. Las papas de siembra tendrán que ser ensacadas en envoltorios nuevos, con una capacidad máxima de 25 kilos, precintadas y etiquetadas en instalaciones habilitadas para ello, que aseguren la sanidad y trazabilidad de estas y bajo control oficial de las autoridades fitosanitarias correspondientes de las áreas de producción. En cuanto a las de consumo, estas podrán presentarse en contenedores de 1,5 toneladas como máximo, que deberán ser precintados y etiquetados en instalaciones habilitadas para ello, que aseguren su sanidad y trazabilidad, e igualmente, estén controladas por las autoridades fitosanitarias de las zonas productoras. Se realizarán inspecciones en el 100% de los envíos de papas procedentes del Reino Unido.

El consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria y el delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, se habían reunido con representantes de COAG Canarias, Asaga Canarias, UPA y Palca para abordar el problema de suministro de papas con motivo de la detección de esa plaga en el Reino Unido. Durante este tiempo, se ha insistido en que Canarias no había desabastecimiento, sino que existía producción local y otra procedente de países como Egipto, Israel o Dinamarca. Se habló de “especulación” y, por boca del presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, de “polémica ficticia”, de una “alarma social incierta e irreal”.

Lo cierto es que la prohibición de comprar papas británicas -el problema se localizó concretamente en Inglaterra- derivó en un incremento en el precio de este producto básico y a punto ha estado de desencadenarse una psicosis colectiva de consecuencias impredecibles. De hecho, algunos supermercados colgaron carteles que comunicaban la limitación de la venta de papas por cada cliente. Las escenas recordaban aquellos momentos de la pandemia de la COVID-19 cuando se agotaba el papel higiénico por razones que todavía no están del todo claras. En la restauración también se alteró la rutina: la ensaladilla rusa y la tortilla desaparecieron del menú. El debate sobre la cebolla pasó a un segundo plano, o plato, antes de que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) terciara en la controversia. La crisis alimentó la reflexión acerca de la producción local y de la conveniencia de potenciarla para reducir la dependencia del exterior.

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