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Dos profesores tinerfeños ayudan a cambiar vidas en la Comuna 13 de Medellín: así dejó de ser uno de los barrios más peligrosos del mundo

Los docentes del Colegio Decroly, Nino Cervera y Natalia Valls, viajan a las pintorescas barriadas colombianas, que hasta principios de siglo estuvieron marcadas por el conflicto armado en el país, para seguir empoderando a los jóvenes que aún son susceptibles de ser captados por los grupos armados
Los profesores del colegio Decroly y, en el centro de la imagen, la cofundadora de la Fundación Mi Sangre, Catalina Cock. Cedida
Los profesores del colegio Decroly y, en el centro de la imagen, la cofundadora de la Fundación Mi Sangre, Catalina Cock. Cedida

El destino quiso que unas profesoras de Colombia compraran, durante su estancia en Madrid, el libro de su colega tinerfeño Nino Cervera, ¿Eres el profe que te hubiera gustado tener? La obra impresionó a las maestras del país cafetero, quienes decidieron ponerse en contacto con él para compartir conocimientos en materia educativa, con la vista puesta en proporcionar las herramientas necesarias a sus alumnos, para que se conviertan en líderes sociales y puedan continuar con la revolución social dentro sus entornos. Cervera, que ha creado varios contenidos que se han hecho virales en Instagram (@Ninoceronte), y su compañera, Natalia Valls, que también ejerce la docencia en el Colegio Decroly, quisieron aportar su granito de arena y no se lo pensaron dos veces: hicieron las maletas y se plantaron en Medellín. 

Al otro lado del teléfono, ambos confiesan que no olvidarán jamás la experiencia que vivieron, entre los meses de julio y agosto, con jóvenes vulnerables de la famosa Comuna 13, quienes sueñan, como el resto de la sociedad colombiana, con modificar el discurso sobre un país que está harto del miedo, las armas y el narcotráfico, y construir una nación de paz. Dicho de otra manera: pasar de Pablo Escobar a Gabriel García Márquez. Y es que, tal y como apunta el profesor tinerfeño, “Colombia está harta de que se nombre al famoso narcotraficante, la cocaína y las guerrillas cada vez que se habla de ella”. 

Una de las primeras cosas que hicieron los enseñantes tinerfeños fue encontrarse con 50 docentes del país latinoamericano para compartir conocimientos y darles un taller y una formación. La conclusión que sacaron fue que, al final, ellos tienen que “entrenar a su alumnado para sobrevivir”. Y es casi inevitable entrar en comparaciones. “En Canarias luchamos para que los pibes dejen de mirar el móvil y nos presten atención”, indica Valls. Vivimos en dos realidades muy distintas. No obstante, los profesores del Decroly se posicionan en contra de la juvenofobia y de todos esos discursos que hablan de ‘generación de cristal’. 

Nino Cervera recuerda que “aquí -en las Islas- hay barrios en los que las cosas están complicadas”. Matiza que “no al nivel de las comunas en Colombia”, pero sí cree que hacen falta líderes sociales para introducir alternativas de ocio saludable y habilidades que les permitan ser resilientes y mejorar los núcleos de población en los que viven. Y, para ello, es muy importante “educar para la vida real”; alejarse un poco de la teoría que se imparte en las aulas y tirar más de lo práctico, tal y como han hecho en el país cafetero para mejorar su realidad. Sin embargo, destaca los movimientos que se han creado en los últimos tiempos, sobre todo a través de las redes sociales, para defender el patrimonio natural y el territorio por parte de una generación con la que ha renacido el activismo en Canarias. “Esto muy interesante”, afirma.  

De barrio más peligroso de Colombia a destino turístico preferido

Cervera y Valls tuvieron la oportunidad de trabajar con chavales de la Fundación Mi Sangre, que fue cofundada por el cantante Juanes y la socióloga, politóloga y emprendedora social Catalina Cock. ¿Qué es lo que hacen? Activar ecosistemas y desarrollar capacidades para que las nuevas generaciones sean protagonistas en la construcción de una cultura de paz en Colombia. “Gracias a ellos pudimos dar una formación en la Comuna 13 de Medellín, donde futuros líderes sociales nos escucharon y nosotros les escuchamos a ellos. Fue una de las partes más bonitas de esta experiencia”, subraya el maestro tinerfeño. 

La Comuna 13 fue considerado el núcleo poblacional más peligroso de la ciudad más peligrosa del mundo hasta octubre de 2002, cuando el Gobierno nacional, en connivencia con la Alcaldía de Medellín, ejecutó la sangrienta Operación Orión, la mayor acción militar que ha tenido lugar en un área urbana del país durante el conflicto armado, para acabar con la presencia de guerrillas, paramilitares y otros grupos armados. Según desveló la Comisión de la Verdad, hubo civiles muertos, capturas arbitrarias, detenciones selectivas y numerosas desapariciones que todavía hoy son imposibles de cuantificar. “Nos contaron -añade Cervera- que, en aquellos días, tenían que saltar por encima de los cadáveres para ir al colegio”.   

Hoy, dos décadas después, este conjunto de barrios, por el que un día corrieron ríos de sangre, es uno de los lugares más visitados de la ciudad. “Es un ejemplo de espacio intervenido y rehabilitado. Lo han conseguido gracias a las habilidades que hay que meter en la vida real, en cualquier parte del mundo, incluida Canarias: resiliencia, creatividad, emprendimiento y comunicación positiva”, añade el docente. Y es que ha sido la propia población de la Comuna 13 la que, en apenas unos años, ha logrado cambiar el miedo y las balas por el arte urbano, el rap, los grafitis y la poesía. Por el color y la vida.

El arte urbano impregna las calles de la Comuna 13 de Medellín. Cedida
El arte urbano impregna las calles de la Comuna 13 de Medellín. Cedida

Los jóvenes artistas locales pusieron la primera piedra para convertir este conjunto de barrios en uno de los lugares más atractivos del país a través de murales y auténticas obras de arte en plena calle, con los que narran un pasado que no debe volver a repetirse. Las cosas han cambiado tanto en este lugar, que “ahora es uno de los destinos más seguros”, asevera Nino Cervera. 

Natalia Valls comenta que “lo curioso es que muchos no habían salido de su calle por miedo. Su vida se limitaba a ir al centro educativo, de la manera más rápida y segura posible, y ahora trabajan para intervenir en su comunidad, para ser líderes y referentes sociales”. ¿Cómo? “Diseñando proyectos de intervención para los que reciben medios para ejecutarlos”, explica la profesora, quien asegura que “pasar de tener esa realidad tan vulnerable a convertirte en líder social es algo increíble”. 

Durante su intervención en la Comuna 13, los docentes canarios propusieron una batería de formaciones y los chicos eligieron el ‘arte de comunicarte’, una lección que tiene la finalidad de dotar al alumnado de habilidades comunicativas. Algo que les venía muy bien en esos momentos. “Estaban a punto de captar a gente en sus comunidades y, para ello, necesitaban  convencer a personas de diferentes estratos sociales, edades y generaciones, para que se unieran a sus proyectos, que podían ser ambientales, sociales…”. 

Si bien la canaria y la de Medellín son dos realidades completamente diferentes, al final, los jóvenes tienen las mismas inquietudes, posibilidades y derechos a convertirse en lo que quieran. ¿Por qué no podemos mejorar el Archipiélago mediante el arte urbano? “Educar para la vida real”, como dice Nino Cervera, no es más que ayudarles a identificar sus aptitudes, entrenarlas y potenciarlas para enseñarles a vivir en el mundo. No todo está en los libros de texto.

Las víctimas del conflicto

El informe final sobre el conflicto armado en Colombia, elaborado por la Comisión de la Verdad y presentado el 28 de junio de 2022, revela que, entre 1985 y 2018, 450.664 personas fueron víctimas de homicidio, 121.768 fueron desaparecidas, 55.770 secuestradas y hasta 7,7 millones obligadas a desplazarse para salvar sus vidas. 

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