En los instantes previos a su ejecución en la horca, el corsario francés Olivier Levasseur sorprendió a la multitud en Saint-Denis, en la colonia francesa de la isla Bourbon (hoy Reunión). En su último aliento, extrajo un criptograma de 17 líneas de su collar, lo arrojó a la audiencia y los desafió a encontrar el tesoro pirata que había escondido en las Islas Seychelles. Este enigma sigue intrigando a los buscadores de tesoros incluso después de 290 años.
Levasseur, conocido como “El Gavilán” debido a su agilidad con el cuchillo, tuvo una carrera como corsario durante la Guerra de Sucesión Española. Luego se convirtió en un bucanero que se aventuró en el Índico en busca de fortuna, particularmente atento a los galeones portugueses que regresaban de la India. En 1721, junto con el temible pirata inglés John Taylor, capturó el galeón portugués “Nuestra Señora del Cabo”, que estaba cargado de un inmenso tesoro.
Después del robo, Levasseur se refugió en la isla de Mahé, en las Seychelles, beneficiándose de una amnistía ofrecida por el gobierno francés a los piratas que abandonaran sus actividades. Sin embargo, fue capturado en Madagascar y ejecutado en Saint-Denis.
Doscientos años después de su muerte, en 1923, una mujer llamada Rose Savy notó marcas inusuales en las rocas de la playa de Bel Ombre en Mahé. Estas marcas sugirieron que el tesoro podría estar en algún lugar de la isla. Savy, con la ayuda de su sobrino, obtuvo una copia del criptograma de Levasseur, autenticado por la Biblioteca Nacional de París, que contenía pistas para encontrar el tesoro.
A pesar de los esfuerzos de Savy, las excavaciones solo revelaron restos de piratas con escasas cadenas de oro, tal vez aquellos que Levasseur había eliminado para proteger su botín. Incapaz de descifrar el criptograma, Savy vendió el documento a Reginald Cruise-Wilkins, un exguardia del Ejército del Reino Unido.
Cruise-Wilkins, un cazador de tesoros con experiencia en descifrar códigos, concluyó que el criptograma se basaba en símbolos masones y que el tesoro estaba enterrado siguiendo un complicado enigma inspirado en los “Doce trabajos de Hércules” de la mitología griega. Pasó 27 años excavando la costa de Bel Ombre antes de fallecer en 1977, y su hijo, John Cruise-Wilkins, continúa la búsqueda en la actualidad.
Según estimaciones, el tesoro de Levasseur tendría un valor cercano a los 250 millones de dólares en la actualidad. Sin embargo, John Cruise-Wilkins anticipa que, si se descubre, la mitad del botín irá al gobierno de Seychelles. Actualmente, negocia la renovación de su licencia para continuar excavando, una búsqueda que se detuvo temporalmente debido a la pandemia de COVID-19.