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Volcán de Cumbre Vieja: dos años de la mayor tragedia natural de La Palma

El 19 de septiembre de 2021, a las 15.10 horas, después de hasta 25.000 pequeños sismos durante una semana, comenzó la erupción que sepultó más de 1.000 casas y evacuó a 10.000 personas en el Valle de Aridane
Vista de la columna eruptiva en sus primeras horas arrasando el barrio de El Paraíso (El Paso).
Vista de la columna eruptiva en sus primeras horas arrasando el barrio de El Paraíso (El Paso). Saúl Santos

15.10 horas del 19 de septiembre de 2021. La tierra revienta en Cumbre Vieja y La Palma vive en sobresalto durante 85 días seguidos por el rugir de un nuevo volcán, que hoy, dos años después, sigue dejando secuelas dramáticas en miles de familias que perdieron su casa, sus recuerdos, que se encuentran enterrados por la lava. En la actualidad, muchas de ellas no han podido recuperar la normalidad, si es que algún día se puede recuperar tan trágica escena, aún sabiendo que viven bajo una tierra que ha tenido varios episodios similares (San Juan o Teneguía), aunque nunca con el poder destructivo de ese volcán, que avisó antes, pero que fue imposible parar su tránsito desde la cumbre hasta el mar sepultando todo aquello que encontraba a su paso, mientras que las cenizas llegaban hasta Tenerife.

Después de más de 25.000 pequeños terremotos que azotaron la isla durante ocho días, a las tras y diez de la tarde se inició la erupción en un paraje denominado Cabeza de Vaca, en el lugar de Las Manchas, municipio de El Paso. La erupción tenía inicialmente dos fisuras separadas por 200 metros y ocho bocas.

De inmediato, se desplegaron sobre el terreno más de 120 efectivos de agentes de seguridad, comenzando la evacuación de más de 10.000 personas, casi la mitad de la población de los tres municipios del Valle de Aridane, cerrándose al tráfico varias carreteras, quedando poco después incomunicados los barrios costeros con la carretera del sur de la Isla.

Una semana antes de producirse la erupción, la tierra se abombaba hasta alcanzar los 15 centímetros y miles de terremotos hacían temblar las tripas de la isla de La Palma. “Había gente que pensaba que el volcán podía salir debajo de su casa”, recordaba en una entrevista Stavros Meletlidis, vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN). La incertidumbre se podía palpar, incluso entre los científicos que vigilaban el volcán, que advertían de que en cualquier momento podía haber “un cambio brusco”.

Entre los aspectos más llamativos de este volcán, los expertos reconocen que ha emitido una cantidad de gases -y, en especial, de dióxido de azufre- histórica, de entre unas 16.000 y 32.000 toneladas diarias. Conforme al cálculo realizado por Involcan y la Universidad de Mánchester, el volcán de La Palma habría emitido en 59 días tanto dióxido de azufre como los 28 países de la Unión Europea en todo 2019. Pero, además, desde las primeras semanas, ha sido un volcán que ha funcionado a pulsos, sin una actividad homogénea, pero de una manera “más fuerte” de la que se esperaban.

Las últimas respiraciones del Cumbre Vieja se agotaron a los 85 días de erupción en los que se creó un volcán de 1.122 metros de altura. El 25 de diciembre, día de Navidad, la erupción se dio por finalizada, pero todavía hoy hay familias desplazadas que no tienen aún vivienda, o no han recibido los 30.000 euros de ayuda que prometió el Gobierno de Canarias. También se mantienen cerrados los núcleos de Puerto Naos y La Bombilla, germen de la economía turística de la Isla, ahora bajo cero, o mejor, bajo gases tóxicos.

La buena noticia es que al menos se ha abierto al tránsito de nuevo la LP-2 desde Las Manchas a Tazacorte, en una obra titánica realizada sobre la dureza de la lava que sepultó casas y plataneras, para desesperación de miles de palmeros, hoy sin hogar y también, sin trabajo.

Los afectados

Los afectados por el volcán que participaron en la redacción del octavo borrador del Decreto Ley de respuesta habitacional para las personas damnificadas por la erupción de La Palma, de la que hoy se cumplen dos años, confían en que “salga cuanto antes y sin cambios sustanciales”, ya que entienden que en su versión actual cubre todas las casuísticas.

Tanto Marcelino, como Óscar y Robert, tres afectados por la erupción y representantes vecinales que participaron en la redacción del octavo borrador, coinciden en las diferencias “abismales” entre el texto actual y las primeras versiones de la ley, y cómo “tras un trabajo de meses, conseguimos llegar a algo con lo que nos sentimos satisfechos”.

“El decreto habitacional está en talleres, lo están perfilando desde el Gobierno de Canarias, y yo espero que hayan pocos cambios en su versión final”, comenta Marcelino Rodríguez, que es el presidente de la Asociación de Vecinos de La Laguna, el barrio en el que las coladas del volcán se detuvieron frente a la plaza de la iglesia.

Marcelino ha descrito que el primer borrador del decreto parecía ser “casi una sentencia” para los afectados, mientras que la versión más reciente “tiene en cuenta las necesidades de los damnificados y nos da opciones en el proceso de reconstrucción”.

Óscar, vecino del barrio de Todoque, ha explicado las posibilidades que contempla el borrador de decreto Ley en el que estuvo trabajando junto a la Consejería de Planificación Territorial del anterior Ejecutivo del Gobierno de Canarias, que, confía, cubre “casi toda la casuística de los damnificados”.

En primer lugar, el octavo borrador ofrece la posibilidad de permutar las propiedades quedaron sepultadas bajo la lava por un solar urbanizado en los núcleos de nueva creación.
En segundo lugar, Óscar ha destacado la opción de regresar al mismo lugar tan pronto como las condiciones lo permitan, ya que para él y otros residentes que desean preservar sus raíces, esta es una elección significativa, pues ansían reconstruir en los terrenos en los que se ubicaban sus antiguas viviendas.

La tercera opción es la venta de los terrenos afectados, no solo a la Administración, sino también a cualquier persona o empresa privada interesada. Finalmente, la cuarta opción permite a aquellos que han recibido viviendas provisionales quedarse con ellas a cambio de su terreno. Esto es especialmente relevante para aquellos que actualmente residen en ubicaciones temporales y desean establecerse de manera permanente en un lugar de su elección.

Robert Weinrich, que pertenece a la Asociación Social Volcán Cumbre Vieja, ha destacado la importancia de la creación de “un ente, una agencia, un consorcio, o como lo quieran llamar”, en el que los afectados tengan voz y voto, y que tenga poder en la toma de decisiones futuras que estén relacionadas con la recuperación de la Isla.

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