La arqueología social, participativa o comunitaria intenta llegar donde no pueden los arqueólogos profesionales y las administraciones en busca de la máxima protección, difusión y hallazgos de yacimientos. La escasez de suficientes técnicos impide en Canarias al Gobierno regional, cabildos y ayuntamientos destinar los recursos necesarios para abordar la siempre compleja tarea de descubrir nuevos tesoros históricos y ese vacío lo están llenando, en parte y desde hace años, aficionados a la arqueología como Sixto Domingo García, quien, junto a otros tres compañeros de andanzas, ha permitido que el Cabildo tinerfeño pueda incorporar en los dos últimos años una decena de nuevos yacimientos de arte rupestre guanche a su catálogo y se esté a la espera de analizar otros diez, algunos con la intuición de García de que pueda tratarse de escritura aborigen.
Este titulado en Trabajo Forestal, pero “arqueólogo” autodidacta y, sobre todo, de conciencia, cree fundamental que la sociedad en su conjunto se involucre en el descubrimiento de nuevos yacimientos, si bien considera aún más importante que cualquiera sepa cómo actuar cuando, queriendo o sin querer, halla un nuevo tesoro. A su juicio, y aunque es clave ayudar a la administración a estudiar, catalogar y proteger luego los descubrimientos, es aún más importante qué no hacer ante un hallazgo, “debido al daño que están ocasionando las redes sociales y algunas pésimas prácticas, como echar agua, expoliar los sitios, escribir o pintar, ubicar los lugares, modificar la zona, dejar huellas…”.
Por eso, considera relevante que las comunidades locales se involucren en estas tareas, pero siempre con cautela y dejando claro que lo importante es el patrimonio en sí. Con estas máximas muy marcadas, en estos años ha contribuido a que el Cabildo conozca yacimientos que, de otra manera, seguirían sin catalogarse.
El hecho de que, según recalca, los participantes en esta arquitectura social puedan acceder y cubrir “muchos más sitios, muchas más salidas de campo”, les ha permitido encontrar grabados banquiformes, figuras antropomorfas, símbolos que parecen escritura guanche (aunque han de determinarlo aún los técnicos) y otras muestras de arte rupestre “nada simples, al revés, bastante complejas”. Entre estas, los llamados gameros, juegos traídos desde África que acabaron teniendo una finalidad mágica y religiosa, situados debajo de cuevas o piedras y que usan posiciones verticales.
Aunque usan normalmente la división de la Isla que hicieron los guanches mediante los menceyatos, esos hallazgos se ubican en municipios como Güímar, Arico, Arafo, Fasnia, Granadilla, Adeje (la mayoría se encuentran en el sur de la isla) y Buenavista, así como en zonas como Anaga. A veces, hallan también restos óseos, obsidiana, conchas y cerámica, aunque cada vez es más difícil encontrar huesos. Eso sí, cree que aún quedan cuevas con muchos restos, si bien, en su mayoría, de difícil acceso.
Por supuesto, y en coordinación con colectivos como ATAN o Salvar La Tejita, el grupo también se dedica a denunciar los atropellos o los riesgos para yacimientos como han supuesto o pueden implicar proyectos como el circuito del motor, el Puertito u otras promociones. Además, han abordado prácticas como el geocaching, juego consistente en esconder un objeto en una zona (en este caso en el Barranco del Muerto, en Santa Cruz) para luego hallarlo mediante GPS, aunque perjudicando a veces a yacimientos catalogados o potenciales.
Sixto, que presidió la Asociación Cultural Tegüico, ha intervenido ante la comisión de Medio Ambiente de la UE en Bruselas sobre los problemas del patrimonio y el medio natural. Además, ha impartido charlas en la ULL (en Geografía e Historia) y colaborado con el Cabildo y consistorios. “Y todo –según remarca-, sin ayudas ni subvenciones”. Por pura afición y amor al patrimonio y la historia. Para ahondar en la difusión de la arqueología social, pretenden publicar en 2024 una colección de libros sobre los distintos yacimientos y sobre esta disciplina. De hecho, se titulará precisamente Arqueología social y con ella quieren también recaudar fondos para mantener e incrementar sus actividades.
Esta modalidad enseña a ciudadanos normales técnicas de excavación, registro y preservación de hallazgos. Sixto, que se adentró en este mundo hace tres décadas muy influenciado por los yacimientos en su entorno infantil, lleva tiempo tratando de inculcar el amor al pasado, su conservación y difusión en centros docentes y con visitas didácticas junto a profesores a yacimientos expoliados o, al menos, no tratados adecuadamente.
De hecho, denunciará estos días un expolio en una cueva recientemente descubierta en San Juan de la Rambla, “de la que se han llevado los huesos mayores, difundiéndolos por redes, y solo han dejado huesos pequeños, mandíbulas y demás”.