después del paréntesis

González-Guerra

Según se cuenta, los dos líderes supremos que hicieron política en su tiempo en España vuelven a unirse. El adusto Alfonso Guerra, ese que adujo un amor desmedido por Mahler, de ahí las próvidas audiciones socialistas, y el que acreditó que quien se mueve no sale en la foto, ese y el presidente que fue Felipe González salen a la palestra. Y se unen no para conmemorar lo que fundaron, como periodo complejo pero eficaz de la política española que fue, desde la integración industrial y productiva, el cierre de los sectores devastados o a la entrada en la OTAN, no para eso sino para poner en solfa las decisiones del actual jefe de los suyos, para intentar poner en la piqueta a Pedro Sánchez. Y eso atina a indicar que no tienen nada que hacer en este mundo. De ahí que reparen algunos subterfugios dichosos que animan a la derecha. ¿Por qué mueven ficha en contra de la amnistía? Para indecente e inopinadamente contradecir e incluso proponer herir al líder del partido que los sustituyó legítimamente. Es decir, ellos no apoyan al Sánchez que se enfrenta al sistema periclitado de la derecha. ¿Qué ocurre? Que el cauce del socialismo futuro no atenderá al techo único en altura que facultaron González y Guerra, eso no sino atender a la astucia, a la valentía, al tino, a la consecuencia y a la madurez de quien ahora dirige. Ello lo proclama el Rodríguez Zapatero que en dignidad y responsabilidad acompaña al líder contra el que votó en su momento. Eso queda. Por lo cual no es extraño que el sutil y aguerrido Guerra vuelva a la palestra con el perspicaz González. Y así se exponen en contra de la iniciativa de su partido que, frente al inmovilismo y centralismo, coge el toro por los cuernos y comienza a tener resultados fidedignos en Cataluña. Contra el tiempo en el que el PP gobernó e insultó y amenazó y sancionó a los catalanes, que pactaron un nuevo estatuto de autonomía, lo aprobaron en las cortes y en referéndum y los susodichos llevaron al Constitucional para que decidiera y decidió. Otra vez el enfrentamiento, en eso es en lo que se encierran ahora los preclaros González-Guerra. Sorprendente. A quien ganó la Secretaría general del PSOE en dura pugna y quien se alzó en gobierno con tenacidad los susodichos le recuerdan que Feijóo ha vencido 15 veces y que por eso (ese que asusta a los ciudadanos con Vox) tiene razón, es un sujeto de elogio. Si no fuera porque la contradicción machaca al mundo, se diría que esa actuación no es solo vil y vergonzosa sino que aclara la cumbre misma de la sinrazón: el egocentrismo y la ingratitud González-Guerra. El felipismo murió hace ya mucho tiempo, cantan muchos militantes de la formación.

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