El chef asturiano José Andrés la armó el martes por la tarde en el auditorio del Kursaal, donde se celebra San Sebastián Gastronomika. Su emocionado homenaje a Hilario Arbelaitz (Zuberoa) y a Ferran Adriá, el primero porque cuidó a su padre cuando él no podía hacerlo y el segundo porque le enseñó todo lo que sabe, hizo que todo el público se pusiera en pie y ovacionara a dos grandes de la gastronomía española, dado que el reconocimiento que recibieron el día anterior le supo a poco.
Se suponía que el encuentro serviría para hablar de él, pero José Andrés se dedicó a poner en valor el trabajo de los productores: “La gente que alimenta al mundo no puede mantenerse a sí misma”, dijo con tristeza, y de los exportadores, “que apostaron por sacar nuestros productos fuera del país”. Gracias a ellos, él dispone de más de medio centenar de productos para elaborar cocina española en Estados Unidos. El chef asturiano reconoció que “no me he graduado en nada” y añadió que “suspendí economía, cocina e inglés”, pero “abrí restaurantes para contar historias plato a plato”. La pasión, según José Andrés, es lo que mueve a las personas y provoca que se consigan cosas como el emoji de la paella valenciana o cocinar para personas que no tienen recursos, algo que siempre le ha preocupado y que le llevó a crear su proyecto más solidario, la World Central Kitchen.
“Me cuesta mucho asumir que doy menús a 300 dólares en Nueva York y a 100 metros del restaurante hay gente que pasa hambre. Por eso siempre busco caballos de Troya que me permitan unir ambas realidades y lograr que la gastronomía se convierta en un agente del cambio”, asegura, animando a sus compañeros a que, sin presión, busquen siempre la forma de influir en su comunidad para lograr pequeños cambios que hagan de ese mundo algo mejor.
Por otro lado, Ángel León fue capaz de sorprender al buen número de asistentes a la última ponencia del día al dar a conocer el último descubrimiento del equipo de Aponiente***, la soja marina.
El chef de Aponiente explicó que el restaurante gaditano “ha descubierto una proteína que jamás pensamos que iba a estar en el mar. Es una proteína que Juan Martín, biólogo del restaurante, gaditano conoce en un viaje a Venezuela, donde se fija en una planta que es regada por el agua del mar. Era un haba marina -canavalia rosae-”.