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María José Montiel: “Cantar es un acto de entrega; no existe mayor recompensa que dar felicidad a otros a través de tu arte”

La cantante interpreta el rol principal en 'María Moliner', la ópera contemporánea que se representa este martes, el jueves y el sábado en la temporada del auditorio de la capital tinerfeña
María José Montiel protagoniza las tres funciones de 'María Moliner' en el Auditorio de Tenerife. / Pilar Pellicer

Premio Nacional de Música en 2015 y, desde el pasado junio, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la mezzosoprano María José Montiel (Madrid, 1968) vuelve a encarnar uno de los roles que más satisfacciones le ha dado, el de la filóloga y lexicógrafa María Moliner (1900-1981), la autora del Diccionario de uso del español, en la ópera homónima. El título, un proyecto del escenógrafo y director de escena Paco Azorín, con música de Antoni Parera Fons y libreto de Lucía Vilanova, se representa mañana martes, el jueves y el sábado (19.30 horas) en el Auditorio de Tenerife, con la dirección musical del maestro Víctor Pablo Pérez, al frente de la Sinfónica de la Isla, y la participación del Coro Titular Ópera de Tenerife-Intermezzo.

María José Montiel se adentra en la experiencia de una mujer que, pese a todos los obstáculos -y no fueron pocos-, se erige en una figura sustancial para entender la historia de España en lo que tiene que ver con el compromiso intelectual. Un tiempo que va de la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura hasta el fin -al fin- de la negra noche franquista. Curiosamente, y al contrario que Montiel, María Moliner no llegó a convertirse en académica, en su caso, de la Real Academia Española, pese a todos sus méritos. Hubiera sido la primera mujer en la RAE.

-¿Es muy diferente abordar un título contemporáneo, en el que apenas han pasado siete años desde su estreno, a hacerlo con una ópera consolidada en el repertorio desde hace tiempo?
María Moliner la siento como una ópera consolidada en el repertorio, en el mío. En ese sentido, interpretarla me resulta similar a si tuviese que cantar una Carmen [Georges Bizet], una Dalila [Samson et Dalila, Camille Saint-Saëns], una Leonore [La Favorite, Gaetano Donizetti]… La tengo completamente asimilada en mi alma y en mi cuerpo, en mi voz. Es la cuarta vez que hacemos esta producción. Además, es una ópera que fue escrita para mí, pensada para que yo la interpretase. Por todo ello, ya la considero un clásico, absolutamente”.

“Este título recorre la trayectoria de María Moliner, una recopiladora de palabras que al final de su vida las pierde con el alzhéimer”

-Estamos ante una protagonista, una lexicógrafa, que se sale del modelo de heroína que se nos suele mostrar en los escenarios. ¿Cómo se acercó al personaje, a la persona, de María Moliner?
“María Moliner es también una heroína, aunque de una forma fuera de lo común en la ópera. Lo que hizo esta mujer prácticamente en soledad, las vicisitudes que afrontó con la caída de la República en España, con la Guerra Civil y la dictadura, el sacar adelante su diccionario, tan extraordinario, es una proeza. Cuando esta ópera, un proyecto del escenógrafo y director de escena Paco Azorín y del compositor Antoni Parera Fons, comenzó a gestarse, hace como unos 10 u 11 años, solo conocía de María Moliner lo que sabemos todos: fue una mujer que por sí sola elaboró un diccionario. Entonces empecé a investigar en su vida, a leer bibliografía sobre ella, a empaparme, en suma, del personaje, que es lo que hago cuando interpreto cualquier rol. Profundizo en el entorno histórico, literario, político y social en el que ha vivido. Pues con María Moliner lo mismo, e incluso más, porque es prácticamente contemporánea de todos nosotros. De manera que ese acercamiento ha sido fácil. He trabajado mucho, tanto estos aspectos como los de la parte musical, con Paco Azorín y con Antoni Parera Fons, y también con el maestro Víctor Pablo Pérez, que ha estado desde el principio en el proyecto”.

-¿Qué aspectos, qué matices, le han interesado más del libreto de Lucía Vilanova y de la música de Antoni Parera Fons?
“La puesta en escena de Paco Azorín es muy impactante. Creo que no deja indiferente a nadie, que desde el primer momento capta la atención de los espectadores. La música, también. Es impresionista, posee muchos colores, tiene personalidad. En cuanto al libreto, explica muy bien desde ese momento en el que María Moliner decide hacer el diccionario hasta el final de su vida. Ella, una persona recopiladora de palabras, las pierde con el alzhéimer. Podría destacar numerosos momentos de esta ópera, pero es que es un gran todo. A menudo aludimos al universo mágico de María Moliner. La gente suele tener cierto reparo hacia las óperas contemporáneas porque las entiende como un espectáculo difícil de apreciar, pero de esta podemos decir que es una producción muy bonita de escuchar y también de ver. Es entretenida: tiene momentos jocosos, momentos muy dramáticos, hay tristeza y hay alegría. Es el relato de una vida, la de una mujer que ha vivido hace nada. Yo diría que esta ópera se parece mucho a una película, pero con el plus de que los actores están ahí, en directo, cantando y actuando”.

“Es una heroína muy actual: las vicisitudes que tuvo que afrontar hasta culminar su diccionario son toda una proeza”

-Y si hablamos de técnica, ¿cuáles son las complejidades, los desafíos vocales que se le han presentado en este título?
“El mayor desafío vocal es que debo cantar en nueve de las diez escenas en las que se divide la ópera. Mi personaje tiene un largo recorrido, es muy extenso, por lo que también actoralmente exige mucho. Va desde una María Moliner todavía joven, de unos 40 años, y desemboca en una mujer mayor, enferma de alzhéimer. Ahí está la dificultad de la interpretación, en el paso de la juventud a la vejez, con lo que debo afrontar un amplio recorrido vocal”.

-En 2015 recibió el Premio Nacional de Música, que viene a reconocer el trabajo de muchos años y una trayectoria sobre los escenarios. Si nos vamos más atrás en el tiempo, ¿recuerda el momento en el que entendió que la ópera era su pasión y quería dedicarle gran parte de su vida?
“Sí. Desde pequeña cantaba en mi casa. Mi madre es pianista, mi abuelo cantaba; escuchaba los discos que él ponía, de Miguel Fleta y otros muchos artistas… Oíamos ópera, zarzuela, música sinfónica, tangos, boleros… Éramos una familia completamente musical. Siempre quise ser cantante. Aprendí a hablar y a cantar prácticamente a la vez. Supe muy pronto que lo que más quería era estar encima de un escenario”.

-¿Qué busca María José Montiel cada vez que decide implicarse en un nuevo proyecto?
“Para mí cantar es un acto de entrega; doy todo el amor que poseo al servicio de mi personaje, de la música. Me siento muy feliz de poder hacerlo. Una de las cosas más maravillosas que me han pasado, y me siguen pasando, en estos años de carrera, que son ya más de 35, no solo es recibir el aplauso del público, que también, sino cuando en ocasiones, por ejemplo, me escriben una carta en la que alguien me dice que está pasando un mal momento, pero finalmente se animó a ir a un concierto a escucharme. Y entonces me cuenta que, con la música, con mi canto, ha comenzado a sentirse mejor, que ha empezado a recuperar la ilusión… Ese tipo de cosas son las más valiosas: lo que recibes de la gente que ha venido a escucharte. Cuando sientes que puedes ayudar a otras personas a través del arte, cuando eres capaz de dar felicidad a otros seres humanos, no existe una recompensa mayor”.

“Supe muy pronto que lo que más quería era estar sobre un escenario: aprendí a hablar y a cantar al mismo tiempo”

-Si uno contempla el repertorio que ha interpretado, aprecia una amplia variedad de roles. ¿Existe algún título que aún no ha tenido la oportunidad de llevar a la escena y le gustaría?
“Me gusta Fidelio [Ludwig van Beethoven], lo que ocurre es que el personaje no se corresponde con mi vocalidad. Pero sí, hubiera querido poder cantarlo. Es casi una utopía, porque no es para mí, no es para mi voz. Sin embargo, como digo, me gusta muchísimo, pues también nos habla de una mujer valiente”.

-Al trabajar en una producción, ¿qué importancia le concede al libreto, a las indicaciones que le haga el director musical, a las referencias de puestas en escena anteriores, y qué importancia posee la libertad, lo que ese texto y esa música le sugieren en cada momento?
“Aunque en este caso estamos ante una nueva creación y no hay otras puestas en escena como referencia, siempre sigo a rajatabla las indicaciones del libreto y de los directores musicales y escénicos. Pero Paco Azorín te deja expresar tu personalidad de forma absolutamente libre. Él ha aportado muchísimo al personaje, obviamente, pero nunca me he sentido encorsetada: puedo manifestar en cada momento lo que siente mi alma. Vamos por la cuarta producción de esta ópera contemporánea, lo que resulta poco frecuente. El personaje ha ido evolucionando, enriqueciéndose, a medida que lo escenificamos”.

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