cultura

Música para aquellos espíritus que dudan

De cómo algunos sonidos pueden llegar a (con)mover más que algunas palabras y algunas imágenes que lo pretenden
John Coltrane (1926-1967). / DA

¿Qué música prefieren los ángeles? La de Mozart. ¿Y a quién escucha Dios? A Bach. Esto lo afirma el poeta, novelista y ensayista polaco Adam Zagajewski (1945-2021), Premio Princesa de Asturias de las Letras de 2017, en Una leve exageración (Acantilado, 2019), un singular libro de memorias y reflexiones, citando a su vez al teólogo protestante suizo Karl Barth (1886-1968): “Cuando los ángeles cumplen con su deber de alabar a Dios, probablemente tocan la música de Bach. Pero cuando están a solas, estoy convencido de que tocan a Mozart”.

A Zagajewski le gustaba mucho Gustav Mahler (1860-1911). Sobre todo, La Canción de la Tierra. Lo que a este periodista le recuerda que un buen amigo [suyo, no de Zagajewski], que casi ha hecho de la perplejidad una religión sin fe, mahleriano confeso [¿era la Quinta o la Octava Sinfonía?], le ha prometido que si alguna vez llega a sacarse la lotería recorrerán juntos la vieja Europa de festival en festival, de concierto en concierto. Como un Grand Tour, pero para edades maduras.

Johann Sebastian Bach (1685-1750). / DA

‘SOLI DEO GLORIA’

Johann Sebastian Bach (1685-1750) compone para honrar a Dios, pues solo él es merecedor de la gloria (Soli Deo Gloria, firma en sus partituras). Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) -más mundano y, quizás por ello, cercano, sin abandonar la genialidad, signifique esto lo que signifique- implora en el Requiem (K. 626) su misericordia, para él y para nosotros, cuando al fin llegue el día de la ira y se acabó lo que se daba.

Una de las cosas buenas de ser agnóstico [entre tanto silencio y tanto todo me hace pensar que no, pero por si acaso…] es que eso no es un impedimento para conmoverse, como seguramente hacen algunos creyentes, con la música que habla con la divinidad sin intermediarios.

Y hablar con ella no tiene siempre que ver con la religión ni con la música sacra. Desde luego que no. Uno está convencido de que hay un Olimpo laico: Charlie Parker, John Coltrane, Miles Davis, Jóhann Jóhannsson, Beethoven, Billie Holiday, Édith Piaf, Chavela Vargas, Jim Morrison, The Beatles, Freddie Mercury, Charles Mingus, Stravinski… Y tantas otras y tantos otros.

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). / DA

Esto lo explica mejor el londinense Jonathan Miller (1934-2019), actor, director de escena, escritor, presentador, productor, escultor, neurólogo… y muchas cosas más. En 1994, Jonathan Miller dirigió una versión dramatizada de La Pasión según San Mateo de Bach para la BBC. Circula -o circulaba- un vídeo en YouTube en el que el artista británico detalla lo que encuentra o, mejor, lo que viene a su encuentro al escuchar esas partituras del compositor alemán.

Algo indescriptible que se sitúa más allá de las creencias religiosas, pero muy cerca de la condición humana. A lo mejor, en pleno centro. Hay un momento en el que llega a quebrársele la voz.

A continuación se reproducen traducidas al español, más o menos, sus palabras, que pueden escucharse en Internet, al comentar el pasaje en el que Pedro se lamenta por negar tres veces a Jesús.

“Hay muchas partes que me sorprenden -subraya Miller-, pero una en concreto siempre me emociona y me preparo para ella. Intento resistirla… O, al menos, me cubro la cara para que nadie vea que estoy llorando. Se trata del Erbarme dich. Desconozco el porqué de mi reacción. Tan solo con pensar en esta aria se me llenan los ojos de lágrimas. No sé qué tiene que provoca tal reacción. Tiene que ver con lo que expresa: el momento en el que te das cuenta de que vas a traicionar a alguien y pasas toda esa noche de terrible locura. Finalmente lo haces, lo has hecho. Y lo único que te queda es pedir perdón. Es la música con que eso está expresado. Ese violín…”.

Sí. Parece que Dios tiene buen gusto para la música. En otros asuntos, sus preferencias resultan más cuestionables.

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