Entre otras muchas facultades, la música es capaz de trazar itinerarios vitales. Directa o indirectamente. Si hablamos de Raphael, tiene, por ejemplo, la singular capacidad de definir sobre el escenario lo que significa la vocación, la pasión por el arte y esa voluntad tan suya de experimentar en carne propia, de compartir y, en suma, de vivir un relato que dura poco más o menos tres minutos. Para dar luego paso a otro y a otro y a otro… Hasta conseguir dar forma, si se trata de un concierto, a una noche inolvidable.
El Pabellón Santiago Martín, en La Laguna, albergó este sábado la segunda y última actuación en Canarias de la gira Victoria, que recibe su nombre del disco más reciente del artista de Linares. Lo mismo que el pasado jueves en el Gran Canaria Arena, el intérprete de Yo soy aquel propuso al público un recorrido por las emociones nada más subirse al escenario. Y los asistentes, que llenaron el aforo que se había habilitado en el recinto lagunero, casi no podía ser de otra forma, aceptaron el ofrecimiento. Raphael nunca decepciona.
EL REPERTORIO
Lo nuevo y lo atemporal dan forma a una gira que este año cuenta con otras dos fechas, en Madrid y Zaragoza, para luego, en 2024, viajar a Chile, Perú, Argentina, México, Colombia y de vuelta a España. El repertorio elegido incluye canciones recientes, como la propia Victoria o Lo saben mis zapatos, fruto de la fructífera colaboración de Raphael con Pablo López, a las que se suman auténticos clásicos, como Mi gran noche, Digan lo que digan, La quiero a morir, El tamborilero, Qué sabe nadie o Como yo te amo.
A sus 80 años, y más de 60 en la música, Raphael tiene aún mucho que contar, que cantar.