La extrañeza y la heterodoxia son lugares que le gusta visitar a Niño de Elche. Porque a Francisco Contreras Molina (Alicante, 1985), y a su concepción sobre el arte tampoco, no es sencillo situarlo, explicarlo. Quien escuche su programa en Radio 3 (RNE), titulado precisamente eXtrañas heterodoXias [El surrealismo se mete en una boca, Un mar con ojos de sal y Psychopatia sexualis son tres títulos de otras tantas emisiones], podrá tener una idea, aunque solo aproximada, de cuáles son esos territorios. Aun será mejor oírlo cantar y verlo moverse para adentrarse en esa experimentación continua, en el arte y en la vida, por la que ha optado. Niño de Elche actuará el próximo sábado en el Teatro Leal de La Laguna (20.30 horas), con una propuesta en torno a su proyecto discográfico Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte.
-Presenta en Radio 3, de Radio Nacional de España, ‘eXtrañas heterodoXias’. Ese término, ‘heterodoxia’, podría entenderse como la voluntad de salirse de un camino claramente delimitado para explorar nuevos territorios. ¿Está de acuerdo con que eso podría aplicarse a su carrera artística?
“Es un término con el que me llevo muy bien, pero precisamente porque es bastante indefinido. No se puede cerrar y a menudo guarda una estrecha relación justo con eso que muchas veces se le antepone, la ortodoxia. Porque no es exactamente una oposición. A mi juicio, la ortodoxia no es lo contrario de la heterodoxia, ni viceversa. La heterodoxia abarca muchas cuestiones, estratos y formas de mirar. Pero sí que es verdad que su significado, ante todo, para mí tiene mucho de ampliar, de buscar, de entender, de plantear una mirada más panorámica hacia las cosas, por mucho que quizás el resultado que se dé en ese proceso resulte paradójico, contradictorio”.
“El mayor aprendizaje que obtengo en el arte es el de superar miedos y prejuicios”
-Usted ahora se describe como exflamenco. ¿Se trata de una declaración de intenciones o más bien de marcar distancias con esa tendencia que nos lleva a definirlo todo, a ponerle a cada cosa una etiqueta para quedarnos tranquilos?
“Tiene que ver justo con lo segundo. Con una toma de distancia sobre la institucionalización, diríamos, de la palabra flamenco. De manera que como hay que participar en el juego de las definiciones, porque vivimos en un mundo en el que todo se define constantemente, pues me he sacado de la manga esto del exflamenco. También porque no me gusta que me llamen antiflamenco, porque no lo soy”.
-La ‘performance’, la danza, la poesía, el ‘jazz’, la música electrónica… ¿Siempre tuvo esa necesidad de mirar más allá para expresarse a través de diferentes medios?
“Sí. Eso ocurre en todos los ámbitos artísticos. En todas las disciplinas hallamos personajes que han sentido esa necesidad. En el flamenco encontramos a muchos. Por eso hice precisamente ese disco, Antología del cante flamenco heterodoxo [2018], para mostrar que había un archivo histórico, no solo material, sino también de inercias, de tendencias, de anécdotas… que guardan relación no tanto con el flamenco, sino con lo flamenco. Una práctica común que nos habla de un arte que podemos situar, a su vez, no en las artes tradicionales, sino en las más populares, también modernas, por supuesto, y, en definitiva, heterodoxas”.
“Si me defino exflamenco es por la institucionalización que se ejerce sobre la palabra ‘flamenco’ y porque no me gusta que me llamen antiflamenco, porque no lo soy”
-¿Y qué busca hoy Niño de Elche en el flamenco?
“No sé exactamente lo que busco. Y en eso soy bastante flamenco y también bastante músico contemporáneo. Hay una frase muy bonita del compositor y pianista estadounidense Morton Feldman. Decía que la luz de Rothko, el pintor, era una luz sin origen ni objetivo. Y al flamenco le ocurre algo de eso: no conocemos exactamente su origen y tampoco sabemos a dónde va, porque desconocemos hacia dónde se dirigen las músicas populares. Se han de atravesar las cuestiones elementales del ser y del espíritu. Yo en estas ideas me reflejo bastante. No me hallo en una búsqueda concreta. Tengo una inquietud, un encontrarme, un transitar, un cruzarme con diferentes personas, vivo experiencias… Soy alguien que lleva al extremo la idea de lo experimental. Por eso en mí las líneas que separan vida y arte son bastante difusas. A partir de ahí, pues bueno, me desplazo, yo nunca hablo de progreso ni de avance. Tampoco me llevo bien con la palabra vanguardia. Me muevo hacia este o hacia aquel otro lugar, entro en un proyecto, paso a otro… Y ahí voy encontrando cosas. No tengo una obsesión, una búsqueda específica, sino que me meto en proyectos y trabajo, hago cambios, pero al final todo se reconecta y cobra sentido. Al menos, eso es lo que creo”.
-¿Qué significa para usted la tradición y cómo la asume en el proceso creativo?
“Si entendemos tradición como lo pasado, lo que ha sido, es parte del archivo con el que trabajamos. Es la mochila. Si entendemos tradición como unas normas establecidas en según qué prácticas, pues, bueno, uno las relee, las aprende, y cuando conoce sus límites, más o menos, porque son muy difusos, cuando sabe cuáles son las zonas fronterizas, ahí tiene posibilidades de movimiento. Y de análisis. Si no conoces esas líneas, no puedes jugar realmente con ese tipo de archivo y ese tipo de lógicas. Jugar de forma irónica, de forma crítica o, simplemente, a favor de esas normas. A mí lo que me interesa, entendiendo la tradición de la manera en la que la entiendo, es cómo relacionarme con todo eso. Mi modo es ir atravesándolo e irlo adoptándolo como herramientas. No como un dogma ni como un canon. Y eso, en todo tipo de tradición. No lo hago ni con la de las vanguardias clásicas, ni con la del serialismo, ni con la del minimalismo, ni con la de la improvisación libre, ni con nada de esto…”.
“En el arte no busco algo en concreto: es un encontrarme, un transitar, un cruzarme con diferentes personas”
-¿Cómo explicaría un concierto suyo? ¿Qué propone a quienes acuden a escucharle?
“Mis conciertos suelen cambiar bastante de unos a otros. Dependiendo del proyecto que lleve o del espacio al que me inviten, de qué tipo de arquitectura posea, de qué sonido tenga, de si el público va estar de pie o sentado…, de mil cosas. Siempre es muy difícil explicarlo. Y en ocasiones es incluso más difícil cantarlo. No sé. Podría decir alerta, porque aquí la palabra música no cubrirá todos sus anhelos; alerta, porque la palabra concierto no cubrirá todos sus anhelos; alerta, porque aquí las palabras cantaor flamenco no cubrirán todos sus anhelos… Y así podríamos seguir con unos cuantos alertas más”.
-Si uno observa su trayectoria musical, aprecia una querencia por las colaboraciones con otros artistas. ¿Qué representan para usted estos encuentros?
“Me gusta mucho colaborar en los proyectos de otros. Tengo la suerte de contar con grandes amigos que se sienten reflejados en lo que hago y me invitan a participar. En mis proyectos no suelo llamar a demasiados colaboradores, salvo cuando realmente entiendo que su figura, su proceso y su labor tienen que ver de una forma directa con el trabajo que desarrollo. Me agrada que cada vez se dé más esta circunstancia, porque ahí encuentro la razón por la que me dedico a esto. Que no es solo una querencia individual de emancipación, de liberación del ser, que también, sino que viene acompañada de la experiencia que puedo tener colaborando, encontrándome con diferentes gentes, compartiendo procesos, comer, beber, follar, drogarse, bailar, viajar… Por eso mis reuniones son desde la gratitud”.
-¿Cuál es la principal enseñanza que recibe en el mundo de la música?
“Yo la ampliaría al mundo del arte. El mayor aprendizaje que obtengo es poder superar miedos y prejuicios. Y cada día más”.
-¿Qué nuevas experiencias, qué nuevos espacios que hasta ahora no ha visitado le gustaría explorar en el futuro?
“Muchos. En relación con la música, tengo un proyecto en el que busco acercarme al jazz de una forma más radical. También hay un par de ellos en el mundo del cine, que no tienen que ver con la idea de actor, sino que me ayudarán a profundizar en otras formas de relacionarme con el espacio, que es lo que me interesa. Hay otros de carácter museístico, en bienales de arte, que me servirán para seguir reflexionando sobre la arquitectura y el sonido… Hay diferentes planes que tengo en la cabeza, que se darán en dos o tres años, relacionados con la idea performativa del sujeto artístico, por decirlo de alguna manera”.