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Georges Perec: el juego es la cosa más importante

El autor de ‘La vida instrucciones de uso’ practicó siempre ese ejercicio de mirar de otra manera aquello tantas veces mirado
El escritor francés Georges Perec (1936-1982). / DA

“¿Qué es un autor oulipiano? Es una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propone salir. ¿Un laberinto de qué? De palabras, sonidos, frases, párrafos, capítulos, bibliotecas, prosa, poesía y todo eso”

El secretario provisionalmente definitivo de OuLiPo, Marcel Bénabou.

Ni la cara es el espejo del alma ni la fisiognomía es una ciencia. Pero hay algo en esta fotografía de Georges Perec (1936-1982) y un gato que a lo mejor hace pensar en los sondeos -que suelen organizar los cerveceros- en los que se pregunta a los encuestados con qué celebridades se irían de cañas.

Ese gato y ese hombre no miran a la cámara, no adoptan un rictus solemne ni un ademán reflexivo, no se toman demasiado en serio, sino que dirigen su mirada hacia algo que se sitúa, o justo ahora ocurre, más arriba, más a su izquierda, más a nuestra derecha, fuera de la vista de quien observa la imagen. En la boca del hombre, y de alguna manera también en sus ojos, se esboza una sonrisa. El gato, que se ha subido a su hombro izquierdo, no ríe. Quizás porque es un gato. Y también porque no es el de Chesire.

Es solo una impresión, pero parece que ambos se divierten, que saben divertirse, cada uno a su manera, aunque no obstante existe cierta amable complicidad entre ellos. Y todo esto entonces nos lleva a creer, no pregunten cómo, que hubiera sido una feliz decisión invitar a Georges Perec a una ronda.

OuLiPo

Perec es escritor y fabricante de juegos. Unas actividades en apariencia heterogéneas, pero que no difieren si aceptamos que la suspensión de la incredulidad es de entrada una manera de aceptar otra invitación, la de jugar, que nos hace la literatura.

El escritor francés, con una vida tan corta, no dejó de experimentar, de divertirse, de plantear juegos literarios. Y a partir de ahí se observa un vínculo, más o menos estrecho, cercano o lejano, evidente o subterráneo, con Lewis Carroll, James Joyce, Raymond Queneau, Boris Vian, Italo Calvino, Julio Cortázar… Y con experiencias como el surrealismo, el dadaísmo, la patafísica y, claro, OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle, taller de literatura potencial).

Creado a finales de 1960 por Queneau y François Le Lionnais, OuLiPo abraza la experimentación, como el surrealismo y dadá, y como ambos se adentra en la búsqueda de nuevas formas, de una libertad creativa que se aleja de lo convencional. Sin embargo, el sendero que escoge es muy diferente.

Los anteriores movimientos cuestionan lo racional, lo ultraprocesado, y escrutan lo más profundo del individuo para que esa libertad, esa ausencia de límites creativos impuestos por la razón, surja del inconsciente.

POTENCIAL

En el grupo OuLiPo, en cambio, crean normas, preceptos y restricciones con una precisión, digamos, matemática (porque la matemática es parte de la esencia de OuLiPo), para configurar una literatura potencial.

Pero que esto no nos lleve a cometer un error. La libertad continúa siendo la razón de ser: los límites autoimpuestos no cercenan ni decapitan, no quieren hacerlo, esa idea de emancipación de lo convenido, de lo conocido, de lo aceptado, de la tradición. Al contrario, es un medio para explorar y potenciar la creatividad. “Llamamos literatura potencial a la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca”, afirma Raymond Queneau en un texto.

Una obra de Queneau que se suele emplear como ejemplo de este proceder, y que anticipa OuLiPo, pues fue publicada en 1947, es Ejercicios de estilo, que firma su heterónima Sally Mara. En ella, el autor oulipiano muestra 99 variaciones, rompiendo el sólido muro entre teoría y creación literaria, sobre una “anécdota escandalosamente trivial”.

La idea de ese texto se le ocurrió a Queneau/Mara a partir del recuerdo de un concierto en el que se interpretó El arte de la fuga, de Johann Sebastian Bach [otro juego, en este caso, musical: las notas B-A-C-H (notación alemana) forman un célebre motivo en la parte final de esta partitura inconclusa].

LIPOGRAMAS

Antonio Fernández Ferrer, en su más que interesante introducción a Ejercicios de estilo (Cátedra), cita, entre otros, tres procedimientos de “manipulación textual” de Queneau y, después también, de los integrantes del grupo OuLiPo. El lipograma, un escrito en el que de forma deliberada no figura en ningún momento una letra o una palabra determinadas; el S + 7, cójase un texto y sustitúyase cada sustantivo por el que en el diccionario ocupa el séptimo lugar tras él, y la literatura definicional, en la que cada palabra “significativa” se reemplaza por su definición. Con el resultado que obtengamos, podemos aplicar otra vez el método, y así el dichoso texto irá ampliando en cada nuevo experimento su extensión. El logo-rallye, el logo-rallye con suspense y la contrepéterie son otras fórmulas lúdicas que menciona.

Perec entró en OuLipo en 1967. Que sea el autor del palíndromo más largo de la lengua francesa (quizás alguien lo haya superado ya, nunca se sabe) permite hacerse una idea de su querencia lúdica. Basta con leerle en W o el recuerdo de la infancia, El secuestro, Les Revenentes o Especies de espacios, entre tantas otras creaciones.

Uno de los méritos de Georges Perec en esa continua pesquisa que vertebra sus relatos es que no quedan a la vista los trucos, los andamios de su meticulosa arquitectura literaria. Se propuso que ningún libro fuera igual al anterior. Y no solo lo logró, sino que además lo hizo de tal manera que, con ser la forma una cuestión sustancial en su obra, las puntadas que da en el tejido no llegan a apreciarse o no se imponen al contenido.

Una tercera invitación: la lectura de La vida instrucciones de uso (que ha motivado este texto) es una gran experiencia. Oulipiana y también, así, en general.

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