Por Javier Herrero / St. Pedro publicó justo ayer viernes su primer disco con temas inéditos, Esta vida que elegí. Aún con la resaca de su segundo puesto en Benidorm Fest 2024 y mientras celebra el gran giro que ya le dio a su trayectoria artística hace solo un año, cuando este santo recuperó la fe en la música y en el amor.
“Estaba en Miami jodido haciendo reguetones y traps. Respeto muchísimo a la gente que es capaz de hacer cosas originales en estilos tan saturados, pero no es para mí”, señala en una charla con EFE sobre el momento previo a abordar su cambio de registro musical, desde la música urbana a la tradicional latinoamericana.
El primer escarceo con la fama de Pedro Hernández (Tejina, La Laguna, 1996) llegó en su participación en 2017 en el concurso televisivo La Voz. Apadrinado por Juanes, allí conoció a su representante, Rebeca León, hasta hace unos meses también agente de Rosalía, y comenzó su andadura por Estados Unidos. Dos años después lo “canonizaron”, dice en broma respecto a su nombre artístico, una manera de distinguirse de otros Pedros del negocio y aludir a un pasado de “crianza católica”.
“Me ganaba la vida tocando en bandas de procesiones”, recuerda el artista, que lanzó temas urbanos como Malapami o Llorando en la disco. “Pero me hacía falta la raíz de la música de verdad, con instrumentos, así que me inventé una excusa para volver a Canarias”, confiesa sobre el reencuentro con sus amigos de toda la vida e integrantes de su primera banda.
No había pretensiones cuando empezaron a juntarse para componer. “Y así salió Romance, que fue el primer single de este disco. A los días salió Dos extraños y confirmamos que estábamos en una línea que había que seguir, sin usar samples ni loops”, cuenta.
De repente, st. Pedro se encontraba grabando boleros, rancheras, como La pistola; merengues, como El idiota, o una salsa, como su reciente sencillo, El perdón. “Me encanta hacer cosas que nadie espera. Con 14 años descubrí a Green Day y ya lo que salía del mainstream no me servía. Eso me ha dado la distancia suficiente para poder hacer las cosas como creo y no para que funcionen para la gente”, explica sobre su viraje. “Hoy está todo inventado, pero podemos ir atrás y redescubrir y reinterpretar géneros”.
UN ESPEJO DE CANARIAS
Poco a poco fue cogiendo forma Esta vida que elegí (Interscope), que pasa por ser “un espejo de lo que escucha la gente en Canarias hoy, porque, por la migración, culturalmente somos mucho más Latinoamérica que España”, argumenta. Orgulloso de un disco que “ha hecho medio Tenerife”, entre ellos músicos de las orquestas grandes de la Isla, junto a los que ha crecido, opina que, “cuando las cosas se hacen con buen gusto y con amor, conectan con la gente, como demuestra Valeria Castro”. “Hemos hablado un par de veces por WhatsApp y estoy frito por hacer música con ella”, revela sobre una posible colaboración con su paisana de La Palma.
En las letras, como en el bolero Dos extraños, con el que acudió a Benidorm Fest, st. Pedro canta al desamor desde un lugar muy honesto y personal. “Salía de una relación superlinda que acabó. Estaba hecho polvo, pero el hecho de estar con mis amigos me ponía en una posición de perspectiva”, añade.