sociedad

Una lección de vida

Fallece a los 60 años el periodista Pablo Rodríguez
Pablo Rodríguez

La vida te pone a veces en situaciones harto difíciles que no sabes si podrás afrontar. En los últimos dos días me ha tocado decir adiós a dos compañeros y amigos. Dos seres excepcionales de los que aprendí muchas cosas, pero sobre todo a no bajar los brazos fácilmente y a batallar hasta el último momento.

Ayer, domingo, en Diario de Avisos terminábamos de despedir a nuestro querido Fran Domínguez cuando por la tarde recibí una llamada en la que me comunicaban que había fallecido Pablo Rodríguez, también periodista y compañero de medio, a quien conocí hace más de una década cuando era jefe de prensa en el Ayuntamiento de Tacoronte.

Pablo era un gran conversador y se interesaba por cualquier tema, y poco a poco, alejándonos de nuestra labor diaria, forjamos un vínculo que se mantuvo hasta el último momento.

“No sabía si avisarte o no porque sé que es un día difícil, pero no me lo hubieras perdonado”, me dijo Tachi Izquierdo, amigo común de ambos y una de las personas que lo acompañó en su lucha.

Porque si algo nos enseñó Pablo a quienes tuvimos la fortuna de conocerlo es a enfrentar los problemas por difíciles e imposibles que parezcan.

Y eso hizo desde 2018, cuando le empezaron a temblar las manos y comenzó a hablar más de prisa, los primeros síntomas de una Parálisis Supracraneal Progresiva, una enfermedad rara contra la que luchó durante más de seis años, que lo obligó a dejar de trabajar, a cambiar de vida de manera radical, y a buscar una cura o recursos para paralizarla y mitigar su avance.

No fue fácil porque tenía dificultades para todo, desde moverse hasta hablar, algo difícil de asumir para alguien cuya voz era su principal herramienta de trabajo y la radio, una de sus pasiones.

El 15 de enero cumplió 60 años y pese a sus dificultades, seguía con proyectos por cumplir. Ese día intercambiamos los últimos mensajes.

Pablo Rodríguez

Su currículum como periodista es extenso. Trabajó en la Cadena Ser y en el DIARIO DE AVISOS; en el Gabinete de Prensa de la Consejería de Educación del Gobierno de Canaria; tuvo su propia empresa de comunicación y fue, junto a Enrique Acosta, el organizador de la Tacoronte Nature Vinerun, una carrera solidaria entre los viñedos del municipio que ponía en valor el paisaje agrícola, cuya recaudación iba destinada a las enfermedades raras sin saber que años más tarde pelearía contra una de ellas.

Cuando supe lo de su enfermedad, le propuse visibilizarla en el periódico porque era una esperanza y un ejemplo para muchas personas. Me costó convencerlo, pero gracias a la ayuda de Enrique y Tachi lo conseguí.

Por eso no pude negarme cuando me pidieron, hace dos años, que presentara el libro Vivir Viviendo, un proyecto que Pablo compartió con sus dos lázaros como él los llamaba, porque eran las dos personas que le ayudaban en su proceso de recuperación, tanto para caminar como para hablar, así que les propuso que durante tres meses pasaran juntos el mayor tiempo posible y después contaran su experiencia.

Le acompañaban a todas partes porque al tener una comunicación autónoma muy baja casi no podía articular palabra, le planeaban actividades, ejercicio físico y también salían a caminar, a disfrutar de un atardecer, a comer, se echaban unas risas y vivían, sobre todo eso. Una lección que nos dejó hasta el último momento.

Pablo cumplió su objetivo: vivió viviendo los últimos seis años. Hasta ayer, cuando, tras una semana de complicaciones, dijo ese adiós que ya se vaticinaba, pero que en el fondo nadie esperaba. Ni sus hijos, de los que se sentía orgulloso, ni su familia, ni sus amigos y compañeros. Descanse en paz.

TE PUEDE INTERESAR