“He llegado hasta aquí por el afán de entender. Qué es el arte, la pintura, la música, la cultura… Eso me llevó a trabajar continuamente, a estar todo el tiempo indagando. Creo que no soy un autor monolítico. Me equivoco muchas veces por querer llegar a territorios que no entiendo, pero de eso se trata: de meterse hasta el cuello en todos esos charcos”.
El pintor y escultor tinerfeño Gonzalo González (Los Realejos, 1950), que el 30 de mayo recibirá el Premio Canarias de Bellas Artes 2024, muestra en Bibli, el espacio artístico del número 15 de la calle de San Francisco Javier, en Santa Cruz de Tenerife, Un día de lluvia. La propuesta, que ilustra buena parte del trabajo que ha desarrollado en los dos últimos años, reúne más de 40 obras, pinturas sobre papel y tres esculturas.

En esta conversación con DIARIO DE AVISOS, el artista realejero comenta que su nueva exposición, que se puede contemplar hasta el 31 de mayo, puede entenderse como una reflexión acerca del espacio pictórico, el paisaje, la percepción y la propia pintura. Pero no solo. “Los días lluviosos poseen una carga melancólica y también, al haber menos luz -comenta-, son propicios para la reflexión. Si miras a través de la lluvia, las cosas no se ven claras. Existe un espacio reflexivo entre esa lluvia y lo que está detrás. Es muy importante, porque es el espacio del conocimiento”.
Además, desde su mismo título, la exposición busca conectar con un poema y una poeta que le encantan, El jardín, de Louise Glück (1943-2023), la escritora estadounidense, Premio Nobel de Literatura en 2020. Louise Glück crea en su texto una serie de imágenes que suceden “bajo la tenue lluvia”.
Del mismo modo, el artista alude a un “cuadro extraordinario”, This rain, de Agnes Martin (1912-2004), la pintora minimalista canadiense. “El espacio que alberga la exposición es bastante grande, lo que ha permitido montarla de manera que no resultase agresiva, justo lo que yo quería, pues la muestra tiene que ver con una revisión, con la mirada y con una reflexión sobre el espacio pictórico”, detalla.

“Entiendo la cultura como un cúmulo de conocimientos”, afirma Gonzalo González. “Es maravillosa porque representa la memoria colectiva”. “No me considero un artista especialmente original: lo que hago se parece a lo que como, a lo que leo, a lo que veo, a lo que siento, a lo que aprendo. De todo eso sale mi obra”. Y esa obra, en definitiva, tiene que ver con un cuestionamiento permanente, del que la muestra y de quien la observa.
LAS PREGUNTAS
“Lo que hago tiene que ver con lo que he aprendido, con lo que no he aprendido; con mis errores, con mis aciertos; con lo que he entendido y con lo que no he entendido”, manifiesta Gonzalo González durante la charla. “Con todo eso conformas algo que esperas que a quien lo contempla no solo le parezca hermoso, que es una cuestión que siempre reivindico, sino que además le sirva para hacerse preguntas. Es fundamental que la cultura te lleve a ello. Resulta mucho más interesante que no entiendas algo y te pongas a pensar que cuando de entrada lo sabes todo, o crees saberlo”, subraya.
Porque Gonzalo González establece una clara diferenciación entre sentir y entender. “Cuando consigues ambas cosas -argumenta-, creo que estás en el buen camino de la cultura, pero en un primer momento no es necesario entender nada. Hay que sentir. Es verdad que cuanto más sepamos, más sentimos. Sin embargo, la cuestión inicial no tiene que ver con que comprendas o no algo”. “Esa teoría según la cual lo que no conozco no existe y lo que no me gusta no vale nada es la puerta de entrada para quedarte a vivir toda tu vida en la ignorancia”, recalca.

¿Y cómo han cambiado en estos más de 50 años de trayectoria artística los intereses y las inquietudes de Gonzalo González y, por ende, las formas de expresarlos? “Creo que lo más sustancial es que ahora aprecio más los matices”, responde.
LA BELLEZA
“Si observamos hoy mi primera exposición -argumenta-, vemos que las cuestiones que abordaba eran tremendamente dramáticas. Todo era muy crudo, muy vinculado a cuestiones ideológicas, sociales… Hablaba de personas hacinadas, del sufrimiento humano, del silencio, de la marginalidad…”. “Y no es que ahora todo eso haya dejado de preocuparme”, puntualiza, “pero si antes consideraba que cada cuadro debía ser una especie de grito, un puñetazo en la cara, ahora creo que los puñetazos más eficaces son los que tocan el alma y no el rostro”.
“Uno de los aspectos más tristes de nuestro tiempo -señala el artista canario en otro momento de la conversación- es cómo hemos ido destruyendo las conexiones con la belleza. A mí, ahora mismo, me interesa instalarme en ese espacio, porque entiendo que el artista no puede estar todo el tiempo de espaldas a la belleza. En la medida en la que el tiempo va pasando, tú vas aprendiendo, y con la comprensión de lo que te rodea amplías tu mirada. Y aunque parezca una paradoja, según sabes más, las cosas no se hacen más complejas, sino todo lo contrario: cada vez vas viendo en ellas un poco más de luz”.

EL RECONOCIMIENTO
Recibir el Premio Canarias supone todo un honor para el creador realejero, sobre todo, en lo que tiene de reconocimiento a una carrera artística. “Es, de alguna manera, sentir que tu trabajo no ha sido en vano”, explica. “No se trata de ganar la final de un campeonato, no es eso, sino que premian la labor de una vida, y que reconozcan que ha servido para algo resulta muy agradable y muy emocionante. Es también darte cuenta de que la cultura permite, no sé si hacer más feliz a la gente, pero sí que reflexione, que se piense a sí misma. El arte es una muestra de nuestra inteligencia”, asegura Gonzalo González.
También, y por encima de todo, a juicio del artista, se trata de una distinción para las personas que han estado y están a su alrededor. “Es un premio para los amigos que me han apoyado, para la gente que se ha interesado por mi obra, que ha creído en ella y, por supuesto, para mi familia. Creo que el Premio Canarias de Bellas Artes sirve para que la gente se reconozca en ti, más incluso que para que te reconozcan a ti, pues, más o menos, ya tú sabes quién eres y el galardón no te va a hacer más sabio ni más lúcido. Sentirse querido es algo muy rico”.
LA DICHA DE DEDICAR LA VIDA A UNA PASIÓN LLENA DE COMPLEJIDAD
“Si me pongo delante de mi currículum, lo primero que se me ocurre pensar es que soy un tío con mucha suerte, porque he podido dedicar toda mi vida a hacer lo que más me gusta, lo que me ha dado la gana”, afirma Gonzalo González al preguntársele acerca de su carrera artística. “Y no ha sido una fiesta -añade-, porque crear es un asunto complejo. Estás todo el día solo, eres el único responsable de lo que haces y no puedes pedir ayuda a nadie porque ni siquiera sabes lo que quieres hacer. Pero es maravilloso”, afirma.