La luz que vence a la oscuridad. La Catedral de La Laguna fue anoche escenario de un concierto que sirvió de preámbulo musical a la Semana Santa. La Sinfónica de Tenerife, con su director honorario al frente, el maestro Víctor Pablo Pérez, interpretó la Sinfonía-Cantata Lobgesang, de Felix Mendelssohn (1809-1847). Para ello contó además con la participación de las sopranos Raquel Lojendio y Arantxa Cooper, el tenor Chistrian Elsner y la Coral Reyes Bartlet, que dirige José Híjar Polo.
La Sinfonía-Cantata Lobgesang es una partitura firmada en 1840, aunque trabajada sobre fragmentos compuestos desde 1838. Dedicada al rey de Sajonia Federico Augusto II, su primera parte propone un trabajo puramente instrumental en tres movimientos, para más tarde, en la segunda, extenderse como una cantata de nueve secciones.
Tal y como expuso Víctor Pablo Pérez hace unos días, con motivo de la presentación del concierto, “el texto habla de la victoria de la luz sobre la oscuridad, ya que se estaba conmemorando el 400 aniversario de la creación de la imprenta de Gutenberg. Por lo tanto, lo que viene a representar es esa sensación de la luz del conocimiento, que vence a la oscuridad”.
UNA ‘ELEGÍA A RUTH SCHWEIKERT’
Esta misma partitura de Felix Mendelssohn, con idénticos participantes, se podrá escuchar hoy viernes (19.30 horas) en el Auditorio de Tenerife, en la capital tinerfeña, dentro de la temporada de abono de la orquesta. En esta ocasión, además de la sinfonía-cantata, tendrá lugar previamente el estreno absoluto de la Elegía a Ruth Schweikert (2023), una obra creada por el compositor mallorquín Antoni Parera Fons a la memoria de la malograda dramaturga suiza de origen alemán (1964-2023), cerrando así un ciclo de canciones que comenzó en 2015 bajo el título Empfänger unbekannt, en cuya preparación trabajó estrechamente con la literata.
De hecho, su muerte impidió concluir un proyecto en el que ambos colaboraban, Die sieben tugenden (Las siete virtudes capitales). “Ruth Schweikert es una heroína, una persona insobornable que he admirado y querido”, señala el compositor, según se puede leer en el programa de mano del concierto.
La obra, que requiere de una nutrida plantilla orquestal, con un variado set de percusión y voz y violonchelo solistas, comienza de forma enigmática para desarrollar episodios expresivos y dramáticos, disolviendo la tensión en el silencio del final.
EL DESTINO, LO INEVITABLE
En palabras de Antoni Parera Fons: “La Elegía podría ser algo como un pulso permanente sobre la inevitabilidad del destino, de la vida. La partitura se abre con una introducción que da paso a una serie de temas y sus derivaciones, hasta que aparece la voz solista con una vocalise totalmente interiorizada”. “Después, la orquesta recupera el tema principal hasta llegar al silencio absoluto”, apostilla el compositor.