Por quinto año consecutivo, DIARIO DE AVISOS publica un suplemento especial dedicado a la Semana Santa, la gran celebración anual de la Iglesia Católica en recuerdo de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Para los fieles cristianos son días de recogimiento y oración, pero para muchos es también un tiempo de descanso y de tradición. Se mezclan las procesiones y demás cultos religiosos con los baños en la playa y las minivaciones con escapadas a otras Islas o la Península.
Los principales actos de la Semana Santa comienzan hoy, Domingo de Ramos, y nadie mejor que la máxima autoridad de la Iglesia Católica en Tenerife, el obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, para glosar el significado y la trascendencia de esta “Semana Grande de los Cristianos”, que el obispo tinerfeño anima a vivirla “con alma corazón y vida”. Además, esta será su última Semana Santa como obispo, ya que en el mes de julio próximo cumplirá 75 años y, tal y como establece el Código Canónico, debe presentar su renuncia.
En esta entrevista con el Decano, Bernardo Álvarez resalta la importancia de la formación cristiana de los niños y jóvenes para el descubrimiento y desarrollo de la vocaciones religiosas, que siguen en disminución en Canarias y en toda España. “Si son verdaderos cristianos, pueden escuchar la llamada de Dios”, afirma.
-La Semana Santa usted la ha definido como la Semana Grande de los Cristianos. El lema de la Diócesis Nivariense para esta edición de 2024 es “Vivir la Semana Santa interiormente y por fuera”. ¿Qué quiere decir exactamente con este mensaje?
“Tal como indiqué en la carta, que está en los programas de toda la diócesis, “estamos llamados a encontrarnos personalmente con el Señor y a manifestar exteriormente nuestra fe”. Es decir, la Semana Santa hay que vivirla con alma, corazón y vida. No se trata sólo de recordar unos acontecimientos del pasado, sino acogernos al amor de Dios manifestado en Jesucristo, que todo lo hizo por nosotros y por nuestra salvación. Lo decimos cada vez que celebramos la Santa Misa: “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros” y, “esta es mi sangre que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados”.
-¿Cree usted que se ha pervertido el sentido religioso de la Semana Santa, a la vista de que muchos ciudadanos la viven hoy en día más como unas minivacaciones o un acontecimiento tradicional o cultural?
“Cada uno vive estos días de Semana Santa, según la fe que alberga en su corazón. Los fieles cristianos están llamados a revivir en su corazón la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Para otros, puede ser una “semana cultural” o “un atractivo turístico”. Pero, para los cristianos, ha de ser una semana en que damos testimonio de nuestra fe. Tanto las celebraciones litúrgicas en los templos, como las procesiones en la calle son expresión del amor de Dios por nosotros, y al realizarlas manifestamos nuestra fe en Jesucristo”.
-¿Qué Semana Santa de las que usted ha vivido le ha sobrecogido o impresionado sobremanera? ¿Hay un paso o una imagen por la que usted sienta una especial devoción?
“Siempre recuerdo la Semana Santa de mi pueblo (Breña Alta-La Palma), en mi infancia y juventud. Allí se fortaleció mi fe, con buenos sacerdotes y laicos que nos dieron testimonio de su fe. En cuanto al paso procesional que más me inspira devoción es Cristo Crucificado y su Madre María al pie de la Cruz. Es el momento del Evangelio en que Cristo nos entrega como hijos a Su Madre y nos la da como Madre nuestra: «Dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre”.
-¿Qué le parece la incorporación de las mujeres a las juntas y hermandades religiosas? ¿Por qué va tan lento este proceso en las Islas respecto a otros ámbitos sociales?
“La mayoría de las hermandades y cofradías están formadas por hombres y mujeres. Aunque hay algunas que, son sólo con mujeres y otras solo con hombres. Se trata de asociaciones de fieles que libremente se organizan”.
-En la pasada festividad de San José, la Diócesis usó el lema “Padre, envíanos pastores”. Es patente la crisis de vocaciones religiosas y el número de seminaristas ha disminuido en muchas diócesis de España. ¿Es preocupante esta disminución en el caso de Canarias?
“Como dije en la carta para el Día del Seminario, en efecto, el número de seminaristas ha disminuido en muchas diócesis de España y, también, en la nuestra. Ahora mismo tenemos en nuestro Seminario siete seminaristas mayores y tres menores (estos viven con sus familias). Por tanto, debemos pedir al Padre del cielo: “Envíanos pastores”. Pero, también a nosotros nos corresponde hacer algo. ¿Qué tenemos que hacer? Sin verdaderos cristianos no hay vocaciones al sacerdocio, ni seminaristas, ni sacerdotes. Éstos no caen del cielo, sino que salen de los jóvenes de nuestras familias, de nuestras parroquias y de nuestros movimientos apostólicos. Por eso, es muy importante la formación cristiana de los niños y los jóvenes. La relación con Cristo y el acompañamiento cercano a los jóvenes, son la clave en el descubrimiento y desarrollo de la vocación. Si son verdaderos cristianos, pueden escuchar la llamada de Dios”.
-Para paliar esta creciente crisis de vocaciones religiosas y, al mismo tiempo, avanzar en el ámbito de la igualdad, ¿es usted partidario de que la Iglesia Católica se plantee la posibilidad de que las mujeres puedan acceder al sacerdocio?
“Este tema no es cuestión de opinión personal, sino lo que decida la Iglesia Universal. Con la Carta apostólica “Ordinatio Sacerdotalis”, Juan Pablo II ha declarado que la Iglesia no tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que esta doctrina debe ser considerada como definitiva por todos los fieles.
-La pandemia de la COVID-19 tuvo un gran impacto en todos los ámbitos sociales. ¿Cómo afectó la pandemia a la vida y al funcionamiento de la Iglesia Católica en las Islas?
En efecto, la pandemia afectó también a la Iglesia. No se pudieron hacer celebraciones en los templos. La misma Semana Santa no se pudo realizar. Es verdad que, mediante las redes sociales, se llegó a muchas personas y eso ayudó a mantener viva la fe. No obstante, se produjo una pasividad que aún perdura en muchas personas”.
-¿Cómo valora el trabajo de Cáritas Diocesana en favor de los más desfavorecidos? ¿Están las Administraciones públicas a la altura de las circunstancias en estos momentos de profundas crisis sociales?
“Cáritas, en todos los ámbitos (parroquias, arciprestazgos y a nivel diocesano) desarrolla una labor encomiable en favor de las personas más vulnerables. Y eso es posible gracias a la colaboración de los fieles cristianos (donaciones y las colectas del primer domingo de mes), así como la colaboración de instituciones como los cabildos insulares y algunos ayuntamientos. En cuanto a las Administraciones Públicas, tengo que decir que no siempre tienes los recursos y personal necesario para hacer frente a la pobreza de muchas personas. Una práctica habitual es que, cuando una persona acude a un ayuntamiento, la envían a Cáritas. También está el tema de las personas mayores, que cada vez son más, y no hay residencias para acogerlos”.
-¿Cómo es la relación actual de la Iglesia Católica con las administraciones públicas en Canarias? ¿Hay colaboración?
“En el ámbito cultural va bien, pues, hacemos convenios con los Cabildos Insulares y algunos Ayuntamientos, para la restauración de Patrimonio Eclesiástico (tanto de bienes muebles como inmuebles). En ámbito social notamos algunas carencias, especialmente en el cuidado de las personas más vulnerables. A nivel de relaciones socioreligiosas todo va bien”.
-¿Qué opinión le merece el drama de la inmigración ilegal que deja cada año miles de muertos en la ruta atlántica? ¿Estamos siendo solidarios con este drama humanitario?
“La situación, ciertamente es dramática. La ONU nos da las cifras globales de cómo está repartida, el hambre y la desnutrición en el mundo: Unos 282 millones de personas viven en África. No es de extrañar que muchas personas emigren buscando mejores condiciones de vida, como lo hemos hecho nosotros cuando hemos emigrado a América o a otros lugares. El drama es que muchos mueren en el camino y, también, la falta solidaridad en las Comunidades Autónomas de la península, especialmente para la acogida de menores”.
-¿Cree que tener un santo tinerfeño como el Hermano Pedro ha influido en un fortalecimiento del sentimiento cristiano entre los ciudadanos de la Isla?
“Yo creo que sí, pues, es un estímulo para nuestra fe. También está San José de Anchieta y ahora tenemos a José Torres Padilla. Todos ellos interceden ante Dios por nosotros para que, como ellos, vivamos nuestra con autenticidad y coherencia”.
-Se ha hablado de la posibilidad de que el Papa Francisco visite próximamente la isla de Tenerife aprovechando una escala de uno de sus viajes transoceánicos. ¿Lo ve factible?
“La invitación está hecha, por los obispos de las Islas Canarias y, también, por el Presidente de la Comunidad Autónoma. Su visita o no, es decisión del Papa”.
-Canarias es cada vez más un crisol de culturas y, por tanto, de religiones. ¿Cómo es la convivencia de la Iglesia Católica con el resto de confesiones?
“La convivencia es buena. Todos los años, el 25 de enero, tenemos una oración todos juntos, para pedir por la unidad de los cristianos. También, en la Playa de las Américas, tenemos un templo ecuménico, que ofrecemos para que celebren las distintas confesiones religiosas. También ofrecemos nuestros templos para que puedan hacer sus celebraciones, como la Iglesia de San Francisco en el Puerto de la Cruz, así como la parroquia de los Gigantes en la que celebran los anglicanos”.
Dejará la Diócesis en julio, tras casi dos decenios, al cumplir 75 años
Monseñor Álvarez Afonso nació el 29 de julio de 1949 en Breña Alta (La Palma). Realizó el Bachiller Elemental y Superior, con sus respectivas Reválidas, en Santa Cruz de La Palma, finalizando en el año 1967. Inició los estudios de Arquitecto Técnico (Aparejador) en 1967 en La Laguna, que abandonó para ingresar en el Seminario Diocesano de Tenerife en octubre de 1969. Realizó los Estudios Eclesiásticos en el Seminario Diocesano de Tenerife, que concluyó en junio de 1976, año en el que también recibió la ordenación sacerdotal. En junio 1987, tras el correspondiente examen, recibió el título de Bachiller en Teología por la Facultad de Teología del Norte de España, con sede en Burgos. Después, estudió Teología en la Universidad Gregoriana de Roma, desde 1992 a 1994, adquiriendo el título de Licenciado en Teología Dogmática. Ha sido párroco en cuatro destinos diferentes durante 11 años (desde octubre de 1976, a octubre de 1987). Además, ejerció de director Espiritual en el Seminario Diocesano de Tenerife, desde octubre de 1987 a julio de 1992. Fue también secretario de la Asamblea Diocesana de octubre 1988 a junio 1989 y secretario de la Vicaría de Pastoral de la Diócesis de Tenerife, desde octubre de 1987 a julio de 1992, y desde septiembre de 1994 a mayo de 1999. Delegado Diocesano de Liturgia desde octubre de 1989 a julio de 1992. Además, desde 1994 a 1999 fue responsable del Departamento de Catequesis de Adultos de la Delegación Diocesana de Catequesis y fue elegido secretario general del Primer Sínodo Diocesano, desde septiembre de 1995 a mayo de 1999. Fue también Vicario General de la Diócesis, desde mayo de 1999. Fue nombrado obispo de Tenerife el 29 de junio de 2005. Recibió la ordenación Episcopal el 4 de septiembre de 2005 en la Catedral de La Laguna. En esta misma fecha toma posesión canónica de la Diócesis Nivariense. En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios. Fue miembro de la Comisión Episcopal del Clero desde 2008. En la reunión de la Comisión Permanente de febrero de 2012 fue nombrado presidente del Comité Nacional del Diaconado Permanente. El próximo 29 de julio presentará su renuncia como obispo al cumplir 75 años, tal y como establece el Código Canónico.