La Historia tiene muchas maneras de ser contada, pero también de ser aprendida. Convertir a los alumnos en protagonistas del pasado ha sido la base que ha motivado al equipo docente del colegio Rodríguez Campos de la capital tinerfeña a poner en marcha un proyecto educativo pionero, en el que se ha dejado de lado la teoría que recogen los libros y las tablets para convertir a los jóvenes en actores que vivan en su propia piel el sentir de las poblaciones aborígenes.
El profesor de Historia del citado centro, Sergio Delgado, ha sido el artífice de idear esta original iniciativa llevada a cabo a finales del mes pasado con los alumnos de 1º de la ESO, la cual “surgió para cubrir una necesidad del colegio, ante la imposibilidad de continuar realizando las visitas y talleres al Museo de la Naturaleza y Arqueología (Muna) de Santa Cruz de Tenerife, ante la limitación de personas a la que se nos obligaba. Por tanto, como nos excedíamos en número, nos planteamos la opción de crear nuestro propio museo arqueológico efímero en el colegio”.
Para llevar a cabo esta experiencia, el centro se involucró de pleno, desde el profesorado de otras materias, al personal de mantenimiento del colegio e incluso alumnos de otros cursos superiores. Y así, todos a una, el proyecto ideado logró hacerse realidad para los 70 escolares que participaron de este curioso taller de aprendizaje, en el que durante tres horas de una mañana, los móviles de última generación, los videojuegos o las redes sociales se vieron sustituidos por armas ,utensilios y pinturas rupestres.
Un regreso a la época prehistórica, concretamente al Paleolítico y al Neolítico, atendiendo además los aspectos curriculares de la Historia de Canarias, que se dividió en seis estaciones de aprendizaje en la que el colegio Rodríguez Campos se transformó en un auténtico yacimiento arqueológico en el que no faltó ningún detalle.
Delgado explicó que “la primera estación consistió en crear pigmentos naturales para la realización de pinturas rupestres. Para ello, se hizo un trabajo previo de campo en el que se recogieron plantas del barranco cercano al centro y que se complementaron con la labor de los profesores de Química y Biología, que facilitaron óxido de hierro y manganeso con aglutinantes de almidón y agua. Materiales que semejaban los utilizados por los antepasados y que luego fueron utilizados en una cueva artificial, también confeccionada por otro grupo de alumnos, para llevar a cabo los dibujos”.
La segunda estación, detalló el docente, “se basó en un taller de cerámica, recreando útiles de la época como vasijas o platos, a través del empleo de arcilla y barro”. Una experiencia de 25 minutos tras la que se pasó a la tercera estación, centrada en la recreación de un yacimiento.
“Aquí los alumnos tuvieron que meterse en la piel de un arqueólogo y buscar restos enterrados en una infraestructura que creamos con palets de madera y arena, donde había que buscar conchas de moluscos, huesos, ramas de pino quemado o palos. Una vez los descubrían y limpiaban con pinceles eran llevados a la mesa de análisis, donde se fotografiaban para su posterior observación en el microscopio, el etiquetado, su catalogalización y el registro de laboratorio”, añadió el profesor. Una de las partes más divertidas y didácticas para los alumnos implicados, que se sintieron como el auténtico Indiana Jones en horas de clase.
La siguiente estación se centró en la representación megalítica de monumentos prehistóricos, tomando como base el de Stonehenge, en el Reino Unido. “Aquí los estudiantes tuvieron que construir un menhir y un dolmen empleando para ello cajas de papas fritas que nos cedió el quiosco del colegio. Luego se pintaron de color gris, para asemejar el tono pétreo, y crear un parque prehistórico con estas grandes construcciones que servían como espacio para el culto y rituales a los ancestros”, comentó Delgado.
Cuevas
La quinta estación llevada a cabo fue un sorteo temático con las cuevas rupestres más famosas del mundo, donde tras el trabajo de investigación, los alumnos las representaban en un mural para encontrar, entre todos, elementos comunes, tales como la pintura o los pigmentos empleados.
Finalmente, la sexta estación consistió en elaborar telares prehistóricos, gracias a la ayuda de un alumno de 2º de la ESO que prestó sus conocimientos en tejeduría a sus compañeros, además de otra parte basada en confeccionar armas o herramientas neolíticas. “La experiencia fue todo un éxito, pues con palos, arcilla o plastilina fabricaron manualmente sus utensilios”, dijo el profesor.
Una vez concluida las seis partes en las que se dividía el taller de arqueología, llegó el momento de disfrutar de la experiencia. “Como coincidió con la última semana de Carnaval, los estudiantes vinieron disfrazados de la época y se divirtieron mucho haciéndose fotos con los materiales creados durante el proyecto. Tras este acto, las competencias técnicas aprendidas fueron evaluadas en la prueba final, logrando un 100% de aprobados en la materia de Historia, lo que demuestra que se consiguió el objetivo”, aseveró Delgado.
A juicio del docente, “la teoría es importante para aprender cualquier materia, pero hacer al alumno protagonista del proceso de enseñanza es fundamental para que se implique más y comprenda mejor todos los conocimientos transmitidos”.