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Dicen que te vas

El mago es sabio. Y el de Chipude, y el de Arure, tienen una canción, una especie de tanganillo, que dice: “Quítate delante Arure/que quiero ver a Chipude”. Pues eso, que se me quite de delante el común, porque quiero ver al menor número de gente posible. Tengo un primo, con el que almorcé el sábado, que no acude a ágapes en los que concurran más de cuatro personas, contándolo a él. Como yo, no asiste ni a bodas, ni a bautizos, ni a entierros, ni a comidas molestas de antiguos compañeros de colegio, que generalmente son unos coñazos y están más viejos y torcidos que yo. El otro día sí lamenté no haber acudido a un almuerzo en la bodega de Paco González Yanes, en El Sitio: éramos cuatro, pero yo tuve un incidente con mi rodilla y me tuve que quedar dentro de un tubo, posiblemente radiactivo. Y la verdad es que tenía ganas de echar un párrafo con los asistentes, todos ellos personas de mucho valer, como dice el propio mago. Bueno, pues el tipo que anunció que a lo mejor se iba, no se fue. Se queda. Aunque yo, si les digo la verdad, cuando vi por la tele a la vicepresidenta saltando y dando gritos junto a la puerta de la sede de Ferraz, empecé a rezar para que mi amigo Sánchez volviera, sin haberse ido. O sea, para que deshiciera el oxímoron. Aquella mujer parecía trastornada; y lo digo con buena intención, no sea que me envíe a la Agencia Tributaria, arma arrojadiza del tal Montoro (PP) y de estos mismos. Bueno, pues lo bueno de este país es que la vida sigue igual, como decía Julio Iglesias. En el fondo me alegro, porque los otros son peores.

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