Anoche, cuando iban a dar las doce, falleció José Emilio García Gómez. Fue alcalde de Santa Cruz entre 1991 y 1995. Cuando pregunté esta mañana a su esposa, Pilar Vázquez, médico como él, la causa de su fallecimiento, Pilar me dijo: “Decidió que tenía que morirse para no darle la lata a nadie; ya sabes cómo era Jose. Se acostó, le sobrevino un ataque al corazón y falleció durmiendo”. El otro día, en Los Limoneros, José Emilio comía con sus amigos de tertulia “en la que cada vez quedamos menos”, como me decía esta mañana Mari Úcar, una de nuestras amigas comunes desde hace muchos años.
Hace unos meses, José Emilio, Pilar y yo almorzamos en Los Limoneros y me contó que sufría un cáncer de pulmón, pero que fuera discreto para que no le dieran la lata. Más tarde ya la noticia se filtró porque aquí en esta isla nadie se calla nada. Pero él era optimista y confiaba en poder salir adelante con el tratamiento adecuado. José Emilio era un tipo peculiar, pero tenía muy arraigado el sentido de la amistad. Esta mañana de viernes yo he sufrido un duro golpe con su muerte, porque era mi amigo. Lo mismo que sufren con su muerte otros amigos que conformaban una tertulia muy unida, que hace pocas semanas celebraba un almuerzo, en el que tuve la última oportunidad de saludarlo, porque yo pasaba por allí.
Terminó la carrera en Cádiz, en 1965 y se especializó en el Gregorio Marañón y en el Hospital General de Navarra en Biopatología Clínica, pero le atraía la política casi más que la medicina. Además de en su laboratorio, que heredó de su padre, ejerció como médico en el Hospital del Tórax. Fue fundador de AL, Agrupación Libre Electoral de Tenerife, con la que consiguió entrar en el Ayuntamiento de Santa Cruz, antes de convertirse en uno de los más influyentes miembros del nacionalismo canario, con ATI y las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC). Organizó en la Isla tinerfeña congresos nacionales de Biopatología que todavía se recuerdan.
Enamorado de Santa Cruz, a él se le debe el desarrollo de Cabo-Llanos y del centro de la ciudad, con el derribo de la llamada Ciudad Juvenil y el desarrollo de la zona. Honrado a carta cabal, su labor política no fue a veces comprendida por sus compañeros de partido ni por sus adversarios políticos.
Tiene una calle principal en Santa Cruz, en Cabo-Llanos, y tenía, ya digo, a la ciudad, co-capital de Canarias, en su cabeza. Dotado de una inteligencia prodigiosa, era amigo de sus amigos, a los que nunca abandonó. Cuento entre ellos a dos figuras señeras de Tenerife, Arturo Escuder y Pedro Doblado, por ejemplo, a los que frecuentemente consultaba sobre temas políticos. También han fallecido. Conservo una larga carta suya de una vez que nos distanciamos, pero la disputa duró el tiempo que tardé en recibirla. Siempre dije que era un hombre que me daba buenas noticias: cada vez que me practicaba una analítica, y fueron muchas, todo salía bien. Era un hombre que, como médico, inspiraba mucha confianza.
Su amor por Santa Cruz era inmenso. Su abuelo, masón, José García Lanzarán, era su referente, lo mismo que su padre, José García López, un gran médico analista, que dio nombre a los mejores laboratorios de Santa Cruz de su época.
Cuando accedió a la Alcaldía le dio un vuelco a Santa Cruz, con el viejo plan de Cabo-Llanos, que ejecutó, y con la remodelación de la zona centro de la ciudad. Tenía a Santa Cruz en su corazón y su vocación política era recta y sincera. A veces parecía un hombre hosco, pero ese corazón que le falló en la medianoche del jueves al viernes era grande y generoso.
Su esposa, compañera de muchos años, Pilar Vázquez, permaneció con él hasta sus últimos momentos. Para ella va especialmente mi más sentido pésame. Una gran mujer, enamorada de su esposo y siempre junto a él en los buenos y en los malos instantes. Para ella también van mis mejores recuerdos en estos momentos tan difíciles. Ellos saben que yo huyo de los entierros. Sencillamente, no asisto a ellos porque me muero de pena. Así que mi mensaje de cariño hacia ambos está aquí, en estas líneas, al que se unen todos los que hacemos este periódico. Descanse en paz José Emilio García Gómez.
Santa Cruz decreta un día de luto
El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, ha firmado un decreto en el que declara un día de luto oficial. Durante este viernes y hasta el mediodía del sábado, las banderas del municipio capitalino ondearán a media asta en señal de duelo y respeto por la memoria del exalcalde.
El entierro tendrá lugar mañana, sábado 19 de abril, en el cementerio de Santa Lastenia, a las 12.00 horas.