adeje

“Vivir en el sur de Tenerife es un lujo para un trabajador hostelero”

Carmen García, natural de Málaga y residente en el sur de Tenerife desde hace casi 30 años, se ve obligada a irse de la Isla debido a la subida de los precios del alquiler
Carmen García es una de tantas personas afectadas por los altos precios del alquiler en el sur de Tenerife.
Carmen García es una de tantas personas afectadas por los altos precios del alquiler en el sur de Tenerife. Rodrigo Padilla

El problema de la vivienda en el Sur de la Isla de Tenerife está generando un rompecabezas a la ciudadanía. Alquileres caros, dilemas para pagar una casa, dificultad para encontrar viviendas que se ajusten a la situación de cada uno… En muchos casos, se está volviendo insostenible y, de hecho, numerosas personas se ven obligadas a dormir en caravanas, furgonetas e infraviviendas o, en situaciones aún más extremas, despedirse de la Isla. Uno de estos últimos casos es el de Carmen García, que nació en Marbella (Málaga) y que, desde hace 29 años, vive en Tenerife. Tras más de media vida residiendo en Canarias, se ve obligada ahora a abandonar la Isla porque su casera le ha vuelto a subir el alquiler el último mes (sin previo aviso), justamente en 150 euros, cifra que ya no puede asumir y que le lleva a lanzar un mensaje claro y duro: “Vivir en el Sur es un lujo que un trabajador de la hostelería ya no puede permitirse. Esto se ha descontrolado”, sentencia.

“Yo llegué a Tenerife en el año 1995 y empecé a vivir en un garaje. Valía 45.000 mil pesetas (270 euros) y ganaba casi 110.000 pesetas (700 euros). Ya destinaba casi la mitad de mi salario solo a mi vivienda. Es decir, ya en aquella etapa era caro. Ahora, es incluso peor. He llegado a pasar por hasta siete casas y siempre he pagado alquiler”, explica.

García ha vivido el boom urbanístico hotelero del Sur de Tenerife y el éxito turístico de la comarca, que achaca a la “dura labor de muchos trabajadores locales y de aquellos que llegaron a Canarias buscando una oportunidad y que llevan ya décadas rompiéndose la espalda”. La coyuntura es la misma para muchos que llegaron desde fuera hace décadas y, ahogados al final por la situación imposible de la vivienda, se ven obligados a volver a casa.

“Me voy por las circunstancias. Esa es la realidad. Yo sé que tengo trabajo; de hecho, me lo han ofrecido, pero el problema es que me veo asfixiada con estos precios. Me echaron de mi último trabajo tras reincorporarme de una baja por un problema en el pie y me indemnizaron, pero todo se ha vuelto muy difícil para mí”, afirma.

Carmen es consciente de que el incremento de 150 euros del alquiler por parte de su casera, sin previo aviso y en un mes, “es ilegal. Sé que, si me meto en una pelea judicial, acabaría ganando, pero no tengo ni fuerza, ni ganas. He tirado la toalla”. Se ha rendido.

La hostelería ha sido su fuente de alimento desde que llegó a Canarias, subsector que, “aunque le ha dado mucho, finalmente no le ha devuelto nada”.

AYUDA DE UNA AMIGA

Beatriz Domingo es una amiga vallisoletana que, al igual que Carmen, reside hace casi 30 años en la Isla. Tras abandonar su casa, Bea le ha ofrecido un techo hasta el próximo lunes 13, día en que Carmen abandonará la Isla.

La realidad que le ha tocado vivir a García es la que muchos han sufrido en los últimos años. Una historia que se repite, que cada día es más usual y que reafirma el problema que vive el Sur de la Isla con la vivienda.

Carmen cuenta su historia con lágrimas en los ojos y una gran tristeza. Una pena que le impide relatar muchos episodios de sus memorias en Tenerife sin frenarse a echar mano de un pañuelo. Los recuerdos le invaden y el dolor que atraviesa agarrota su voz.

Según admite, ha perdido “toda la ilusión” y, ahora, su vida “ha dado un giro de 180 grados” y siente “un vacío inmenso”. “Cuando sucedió la crisis por el Covid, muchos compañeros tiraron la toalla y volvieron a sus casas, pero yo seguí. Ahora, con 55 años, retorno al lugar del que salí un día para buscarme la vida. Vuelvo a la casa de mi madre, que tiene 94 años. Es decir, al punto de partida. Todo lo que he construido durante estos años se cae de golpe y plumazo. Siento una profunda tristeza”.

Durante estos años, Carmen se ha creado un fuerte apego a “sus Islas” y, aunque dice que “aún se siente malagueña”, nota en sus adentros “un profundo sentimiento canario y orgullo por haber conocido un poco esta cultura. Al fin y al cabo, he estado viviendo más años aquí que en mi Málaga. Quieras o no, generas conexiones”, afirma.

“Muchos políticos deberían estar un día en la carne de los trabajadores de la hostelería. Podríamos intercambiar papeles y ver cuánto tardan en renunciar”, reta, al tiempo que crítica duramente a los dirigentes canarios ya que, en esta travesía de su despedida, se ha sentido “indefensa y sola” por la “pobre acción de los políticos para ayudar a sus ciudadanos y calmar los precios de los alquileres para los residentes”.

“Me voy con la certeza de que esto está peor que hace 30 años. Antes, todo era más primitivo, pero ¿sabes?: vivíamos mejor y disfrutábamos más. Ahora siento que el futuro de las Islas es oscuro. Los mayores, llegaremos a la jubilación reventados y los jóvenes no optarán a comprarse una casa ni a irse de la de sus padres hasta los 40. Está todo imposible y nadie mueve un dedo. Me veo obligada a irme y conozco muchos ejemplos en la misma situación que yo, pero los que se quedan no saben lo que les espera. Todo irá de mal en peor y no soy ninguna especialista. Este problema viene de atrás y los mayores estamos comprobando que el futuro del que se nos advertía se ha hecho realidad”.

TE PUEDE INTERESAR