conversaciones en los limoneros

Chago Melián: “Cuando canto, pinto y cuando pinto, canto”

Tras 40 años cantándole a la Virgen del Carmen en la Punta del Hidalgo, Chago asegura que es mejor dar paso a gente joven
El cantante y pintor puntero Chago Melián. | Fran Pallero

En agosto de hace cuatro años publiqué, en este mismo periódico, una entrevista con Chago Melián (La Punta, 1948), cuyas respuestas, releídas ahora, me parecen excelentes y difíciles de superar. Lo cierto es que, fiel a mi costumbre, mantuvimos la entrevista en Los Limoneros y luego le mandé un cuestionario. Pero fue tan breve en las respuestas que tuve que tirar de mis notas, tomadas como siempre apresuradamente, a lo largo de una comida. Y es que Chago es noticia porque ha decidido limitar sus actuaciones, al menos ciertas actuaciones. No cantará más en La Punta, a la Virgen del Carmen de la Hoya. “Ya llevo 40 años en esa celebración, es mejor dar paso a gente joven”, me dice. “Además, me voy quitando cosas y estoy dedicando más tiempo a la pintura”. Chago Melián es un pintor hiperrealista, que admira al maestro Antonio López. Sus pinturas son como fotografías, a mí me gustaría pintar de esa forma. Tuvo buenos maestros que no llevaban precisamente ese sello, Pedro González y Rafael Delgado; pero a cantar aprendió solo. No le cuesta dar un do de pecho, eso es pecata minuta. Ya conté, en la primera entrevista, cómo se enamoró de su mujer, una bellísima hawaiana llamada Kamuela, que canta y que baila y que le ha dado una hija que canta, que baila y que enseña el idioma y el baile de aquellas islas, donde uno camina sobre el fuego de los volcanes. Chago, cada vez que puede, se va a Hawái, a pintar a Hawái. Las palmeras y las puestas de sol, esos atardeceres del Pacífico central.

-Me gustaría conocer Pearl Harbour.

“Pues yo he estado varias veces en la base naval y he visitado también varias veces ese monumento, que sigue ahí, donde fue hundido un crucero con sus más de 1.100 marineros, en sólo 9 minutos. Los restos del buque de guerra “Arizona” son un monumento vivo dedicado a esos héroes y a lo que no debió haber ocurrido jamás”.

-Supongo que habrás estado también en la zona de volcanes.

“Claro, también te impresiona. Siempre hay científicos de todo el mundo estudiándolos y en la Universidad de Honolulu hay cátedras que saben más que nadie en el mundo de la forma de comportarse de esos volcanes”.

-Chago, cuéntame, ¿es verdad que vas a dejar de cantar?

“No, no es verdad, ¿quién te ha dicho eso? Yo me gano la vida cantando y pintando”.

-Hombre, se deduce de lo que has dicho de no cantar más a la Virgen del Carmen, en La Punta.

“Bueno, vamos a ver. Yo nunca renunciaré, por ejemplo, a cantar a la Virgen del Carmen en el Puerto de la Cruz. Son 30 o 40.000 personas las que esperan cada año que interprete el Ave María de Schubert. Pero los años pasan y he de limitar otras actuaciones. Y en La Punta hay que dar paso a nuevas generaciones. Eso es todo”.

-Y además…

“Me he vuelto muy exigente con la gente y, por ejemplo, con el sonido. Este año, en el Puerto de la Cruz, el sonido no era bueno, me llegaba mal el retorno y estuvo a punto de ocurrir una catástrofe. O sea, que el año que viene se tendrán que esmerar”.

-Tú siempre dices que tienes dos patrias.

“Sí, la tierra de mi mujer y la mía. Ella estudió en el mismo colegio que Obama, que se llama Puna Ho. Es un colegio estupendo, que tiene mucha fama. Yo me crié aquí pero desde que la conocí, su patria fue mi patria y al revés también”.

-La vez anterior te pregunté por la música y por la pintura. Y te pedí que eligieras.

“No, no puedo elegir. Mira, las voces son como los colores, son capaces de desprender más o menos luz. Y a los colores les pasa lo mismo, que son como las voces, porque se alimentan de matices”.

-¿Has bajado en tu registro de voz?

“No, no demasiado. Hombre, yo cuando tenía 20 años podía tener a lo mejor el mismo registro que Celso Albelo, uno de los más grandes de Europa. Ahora no”.

-¿Eres más tenor que barítono?

“Sí, sin duda, y tengo un buen registro de “colores”, tanto de agudos como de graves”.

-Has grabado una decena de discos, pero me da que ahora tienes novedades. Novedades mexicanas.

“Supongo que lo dices porque últimamente estoy actuando acompañado de un mariachi excelente, casi formado para mí, con buenísimos profesionales e instrumentos duplicados y cuadriplicados, un mariachi que suena de maravilla”.

-Tú siempre has sido un hombre educado, respetuoso. Te he escuchado renegar de la falta de respeto.

“Mira, Andrés, hoy en día los más jóvenes van a un entierro en bermudas. Esto no era la costumbre aquí; y aquí hay que respetar. Muchas veces la gente joven pierde el norte de las cosas, no calcula bien su comportamiento. Hombre, uno se hace mayor y hay cosas que ya no aguanta. Por eso me estoy refiriendo siempre a la necesidad de guardar el respeto y las formas que se merecen las personas”.

-Te consideras católico y devoto del padre Damián.

“Es que el padre Damián era un santo y la labor que hizo en Molokai, la isla maldita, la isla de los leprosos, fue impresionante”.

-¿Quedan leprosos en esa isla de Hawái?

“Creo que queda alguno, yo he recorrido ese lugar e impresiona. Todavía están en pie algunas construcciones de la época. De cuando la lepra era una enfermedad que provocaba un gran rechazo social. Hoy se cura y, además, no se contagia con la facilidad que antes se creía”.

-Conoces bien la historia de la isla.

“Por supuesto y he tocado cada piedra de ella. Mira, da la casualidad que, cuando era chico, rezaba con mi madre al padre Damián, sin saber que la historia me iba a unir a él y que iba a visitar el lugar de su muerte, contagiado por los enfermos que cuidó”.

-Ya te pregunté con quién habías estudiado pintura. Pero, ¿y la música?

“Soy como el pan de leña; la música me fue entrando poco a poco, se me fue metiendo en el cuerpo”.

-¿Notas los años?

“No, gracias a Dios me siento bien en todos los aspectos. Mi voz está todavía bien y mis manos siguen fieles a los pinceles con los que creo en los lienzos los paisajes que veo”.

-Tu hija ha seguido tus pasos. Me refiero a la música.

“Ella canta muy bien, es más roquera, pero interpreta muy bien los temas de Hawái y es una gran profesora de hula”.

-También te preguntan siempre si música o pintura. Yo mismo lo he tocado dos veces en tres folios.

“Es lógico, porque hago las dos cosas, canto y pinto. Son dos artes, ambas se complementan y además me siento muy feliz de tener la suerte de seguir disfrutando con ambas disciplinas. Siempre digo que cuando canto, pinto; y que cuando pinto, canto”.

(Yo me estoy comiendo unos huevos fritos con papas fritas y bacon y Chago una paletilla de cordero, cuyo olor es excelente. Es decir, que tampoco ha perdido el apetito; y cualquiera lo pierde con semejante manjar delante, que en los Limoneros lo bordan).

-Eres hiperrealista. ¿Abandonarías ese estilo por otro?

“No, porque es mi estilo. Me considero seguidor de Antonio López, el gran maestro del hiperrealismo mundial, aunque muchas veces empleo pinceladas más enérgicas, menos definidas”.

-Chago, ¿cómo está la música en Canarias, en líneas generales?

“Vamos a ver, los artistas canarios del bel canto están muy valorados, no sólo en Canarias sino en el mundo. Ya te cité a Celso y hay otros muy buenos. Los que hacemos otro tipo de música, como yo, no estamos tan valorados y no somos profetas en nuestra tierra. Pero es ley de vida, las cosas vienen dadas así”.

-¿Se puede vivir de la música o de la pintura en estas islas?

“Te daré mi opinión. No hay demasiados pintores canarios que vendan mucho, todo lo contrario. Hoy en día la gente ha dejado de valorar y de comprar pintura, por lo que subsistir siendo un pintor es muy difícil. Con la música pasa lo mismo. Gente que cobra muchísimo menos de lo que debería ha roto el mercado. No es mi caso, mi caso es diferente, porque yo pongo mi precio, tengo mi caché y el de mis músicos, que son de lo mejor. Y entonces puedo vivir de la música, por supuesto que sí”.

-¿Cuántas horas al día dedicas a la pintura?

“Muchas, es que disfruto en el estudio, no te lo puedo negar”.

-¿Siempre solo, aislado?

“No, con mi música clásica. Siempre he admirado a los clásicos y los escucho cada vez que estoy pintando. Es una constante. He grabado dos discos con la Sinfónica de Tenerife y hemos dado a esos trabajos un toque clásico/moderno que ha quedado muy bien”.

-¿Te desenvuelves mejor como tenor que como barítono?

“Creo que ya me lo preguntaste. Y yo te contesté que soy más tenor que barítono y que tengo una buena “paleta” de sonidos, tanto de agudos como de graves, pero, sí, soy más tenor”.

-Y ahora te ha dado por el mariachi. Conste que a mí me encanta. Nunca fui tan feliz cuando le pedía canciones a un mariachi en la Plaza Garibaldi, en México DF.

“Disfruto mucho con un gran mariachi, sobre todo cuando canto con esos excelentes músicos en un directo. Hemos hecho ya muchos conciertos con el mariachi Mencey Azteca y el público canario lo pasa en grande”.

-Es que la música mexicana es enorme, grande.

“Sí que lo es. En ese momento, cuando interpreto con el mariachi, no me llamo Chago Melián, en ese momento me puede llamar todo el mundo Charro Melián”.

-Siempre fuiste un tipo imaginativo.

“Sí, desde chico, desde que estaba en el colegio, todo el mundo me lo decía”.

-Chago, lo del muelle del Puerto de la Cruz, cada día de la Virgen del Carmen, tiene que impresionar.

“Sí, claro. Pero este año, dos días antes de la procesión, nadie me había avisado. ¿Y si hubiera estado fuera, o de gira? Mira, cantar ante 40.000 personas no lo logra ningún artista canario. Y yo lo hago cada año, con un público asegurado, entregado, enfervorizado. No hay palabras para definir ese día. Por eso cada mes de julio, hasta que las fuerzas me lo permitan, y la voz, estaré ahí”.

-La gente no sabe que no cobras un euro por tu actuación.

“Pues ya es hora de que se entere, ¿no?”

-Que siempre mantengas ese entusiasmo contagioso que tienes.

“Y usted que lo vea, maestro. La verdad es que me encuentro muy bien, siempre inventando cosas y junto a una familia estupenda, a la que quiero muchísimo”.

-Y que no te falle nunca más el sonido en el Puerto de la Cruz.

“Eso espero, no te preocupes que voy a ocuparme de ello en el futuro”.

-Un abrazo, amigo.

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