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El irresistible ascenso del restaurante japonés Kiki en la capital tinerfeña

Buen producto, una variada cava y una atención personalizada explican el éxito del local, donde es imprescindible reservar

El restaurante japonés Kiki, en el hotel Urban Anaga, en la calle Imeldo Serís, 19 en Santa Cruz, es un suma y sigue. Si recientemente anunció la apertura los próximos meses de un nuevo restaurante en la Casa Duque, en los jardines del Iberostar Grand Hotel Mencey, ahora sigue demostrando que se encuentra en buena forma con nuevos platos, con más toques creativos, el mejor género y algún que otro vino que distribuyen en exclusiva, dada su excelencia pero también su corta producción, de bodegas canarias.

Como se sabe, al frente de las cocinas se encuentra el chef Berni Gutiérrez, y en sala Lolo Crusellas, quienes, con todo su equipo, han recibido diversas distinciones, entre ellas la de Mejor Labor de Cocina Internacional en los XXXVII Premios de Gastronomía de DIARIO DE AVISOS que se entregaron en el año 2022.

En el Kiki es bueno dejarse aconsejar por la sala. Se puede empezar con un bocado crujiente de pollo y setas para seguir con unos nigiri de atún rojo y caviar de la marca Riofrío y luego dar paso a los sashimi que en este caso fueron de atún toro y calamar, acompañados de remolacha, daikon, zanahoria y un toque de wasabi. Tan solo con la presentación se resalta el buen género que adquiere este restaurante.

Lo bueno de la comida japones es que no harta y bocado a bocado nos damos un buen festín. A continuación Crusellas ofreció unos nigiris de toro ahumado en madera de almendro y aliñado con aceite. El siguiente paso fue un salmón con base de maracuyá y espolvoreado con masa filo.

Los makis fueron en esta ocasión de langostinos, aguacate, abadejo y calamar frito, a los que siguió un nigiri de toro con foie debidamente sopleteado. Disfrutar de pequeñas porciones invita, sin duda, a obtener un mejor conocimiento del restaurante.

Lolo, entre idas y venidas de la sala a la cocina y a la inversa, trajo un excelente mar y montaña de crujiente tartar de atún y un jamón ibérico, al que le sucedió un taco de arroz sellado, langosta en tempura, mahonesa y crema de aguacate. Muy rico todo.

En la selección de platos le tocó el turno a la carne con el nigiri Kiki, lomo alto de Simmental, foie sopleteado y acompañado de cebolla caramelizada. Para finalizar, unas gyozas de pato, con soja fermentada y setas.

La parte dulce cuenta con el especial toque Kiki, al que conviene dejar un hueco. Un kakigori consistente en un helado de manzana ácida, espuma de yogur y unos ‘peta zetas’ de lima que tan bien borda el equipo de cocina.

Mención aparte merece el apartado de vinos como vertebrador de este almuerzo. También aquí nos dejamos sorprender por Lolo Crusellas que siempre guarda alguna curiosidad vinícola, en este caso de la isla de Lanzarote. El vino fue Tierra de Volcanes, un excelente malvasía volcánica seco de la DO Lanzarote, que dada su poca producción se disfruta en exclusiva en Kiki. Muy recomendable.

Otra de las novedades es ponerse en manos del bartender de Kiki que recientemente ha logrado el reconocimiento a Mejor Bartender del Año, en The Golden Master, la primera competición global de coctelería organizada en Barcelona, donde se dieron cita bartender de España, Emiratos Árabes Unidos, Alemania, Bélgica, Italia, Lituania, Hungría, Polonia y Grecia.

Edu Sánchez se atrevió con dos cóctlees, con poco alcohol y refrescantes en este mes de intenso calor: Gari-Gari, jengibre encurtido, ron, hierba pandan, aroma a té, aire de romero y ruibarbo y el Kiki Mule que incluye vodka macerado con albahaca y pimienta sansho, jengibre y zanahoria encurtida.

El Kiki se ha convertido en un restaurante japonés de referencia, pese a su corta vida, ya que abrió sus puertas allá por el año 2021 en tiempos de pandemia, y desde entonces ha seguido un irrestible ascenso.

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