Se esperaba que el CD Tenerife reaccionara tras la debacle de Granada, pero no fue así. Los de Pepe Mel, quien no ha mejorado en nada a Cano, volvieron a ser el mismo equipo sin ideas, sin fútbol, impotente y físicamente destrozado. Ni de penalti marcaron los blanquiazules, que tuvieron la posibilidad de anotar desde los 11 metros, pero Gallego tiró la pelota fuera. El resto del partido fue un querer y nunca poder.
La primera parte, que arrancó con numerosas interrupciones, se caracterizó por el escaso y alarmante acierto que mostraron los blanquiazules ante la portería malagueña.
La prueba más evidente de falta de puntería la evidenció Enric Gallego, quien falló un penalti 20. Pena máxima que cometió Víctor sobre Luismi y que tuvo que pasar la revisión del VAR para que el colegiado, que estuvo mal en casi todas las decisiones que tomó durante el primer acto, decretase el punto de castigo de los 11 metros. Se encargó de lanzarlo Enric, quien tiró raso intentando ajustar al balón a la izquierda de Alfonso Herrero. Acabó lanzando desviado, para desesperación del Heliodoro.
Pero no fue esa la única aproximación de un Tenerife que ante el Málaga sí se mostró competitivo. Tres minutos después, fue Medrano quien probo fortuna con un buen disparo desde la frontal del área. La respuesta del meta visitante también fue acertada y desvió a córner.
Mención aparte en el capítulo de desacierto merece Waldo Rubio. ¿Cuándo se olvidó de jugar al fútbol? No dio ni un pase acertado, por mucho que lo intentó. Un verdadero desastre.
Igualmente mal estuvo Saúl Ais Reig, quien demostró la razón por la que lleva tantos años en el misma categoría. Amonestó a Sergio, Medrano y Enric durante una primera parte en la que la mayoría de sus decisiones favorecieron al Málaga. El penalti lo pitó el VAR, no él.
La segunda parte comenzó con un cambio y con una ocasión clara. En el Málaga se marchó Juanpe y entró Manu Molina. Y la ocasión de Medrano, que tiró al primer palo y allí sacó una manopla de Herrero. Min 50.
El equipo local seguía atascado y Mel trató de hacer reaccionar a los suyos dando entrada a Ángel y Marlos. Los sacrificados fueron Enric y Waldo. Más adelante retiró a un Aarón visiblemente cansado, para dar entrada a Bodiger. Físicamente, el equipo estaba fundido y con el paso de los minutos se metiendo más en su campo.
En los últimos minutos, con el equipo físicamente muerto y con muchos jugadores acalambrados, entraron al campo Dani Fernández y David Rodríguez.
La recta final de los blanquiazules fue un verdadero despropósito. Con el equipo reventado, físicamente y anímicamente, el Málaga se animó en ataque y tuvo el gol con un remate de cabeza de Dioni que repelió el larguero de la meta de Carrasco.