Las tradicionales casas de comida van desapareciendo. Una que está a punto de desaparecer es ‘eldieciocho’ como se la conoce popularmente. Ubicada en el paseo de Sitjá, en la capital tinerfeña, está rodando los 60 años desde que Alvaro Chinea García, conocido como ´Beltrán’, y Eloína Hernández, ambos llegados de Taguluche y Arure, en La Gomera, abrieran las puertas de este negocio, justamente al lado de donde está ahora.
El hijo de ambos Jorge Chinea Hernández y su mujer Yolanda Pedraza García-Caro, ‘Yoli’, recogieron el testigo en la década de los 80 y hasta la fecha, acompañados ahora de su hija Claudia y su marido Eduardo Cruz Moreno. Jorge y Yolanda se jubilarán a finales de año y con ello se cerrará una casa de comidas que, pese a las modas y los vaivenes el tiempo, ha apostado por unos menús diarios variados, precios ajustados y un trato especialmente familiar.
‘Yoli’ nos cuenta que para muchos comensales venir a comer a ‘eldieciocho’ “no es como acudir a un restaurante, es algo natural, es comer en familia”. Hay incluso clientes que no miran la carta, sino que se ponen en mis manos”, dice ‘Yoli’ la cocinera.
Otros clientes acuden desesperados cuando cogen las vacaciones y llegan rápido, cargados con 20 o más tupper, para que les dejen la comida resuelta durante el periodo de descanso. La parte negativa de este negocio, que se ha prolongado durante seis décadas, es la desaparición de los clientes. “Había uno con ochenta años que venía todos los días a la barra a comer. Decía que cuando el médico le preguntaba qué hacía para mantenerse en forma respondía que comer en casa de Yoli y Jorge”, afirma.
Al principio los platos emblemáticos de esta casa eran el atún, los chocos picantes, la ensaladilla o el mero a la plancha, platos que se han mantenido a lo largo del tiempo en la carta. Es frecuente ver muchos clientes que va a ‘eldieciocho’ solamente para comer un tapa de ensaladilla o los chocos picantes.
La tapa de ensaladilla tiene su propia historia. Hace años el bar Retama, hoy desaparecido pero que estaba ubicado en el entorno de la plaza Weyler, y ‘eldieciocho’ se disputaban cuál era la mejor. ‘Yoli’ cuenta que su suegra cuando la elaboraba se escondía para que los empleados no conocieran su secreto, que permanece oculto hasta la fecha. “Eloína se revolvería en la tumba si viera publicada la receta de la ensaladilla o los chocos picantes” afirma ‘Yoli’ quien mantiene la reserva.
Jorge y ‘Yoli’, que seguro que echarán de menos el trajín diario de la restauración, se emocionan cuando ven clientes que son la cuarta generación que venían al bar de ‘Beltrán’ y Eloína. Además recuerdan que fueron unos abanderados en el reciclaje. “Mi padre se sentaba en la mesa de trabajo y cogía los cartones de tabaco, los recortaba, y unos eran para sumar la cuenta de los clientes, y otros para publicitar el menú diario”, añora Jorge. Tras la pandemia, una pizarra ha sustituido a los cartones para mostrar el menú.
Sardinas, chicharros o boquerones son los platos preferidos
‘Eldieciocho’ también es conocido popularmente como ‘la cofradía”. Este nombre se debe a que desde los tiempos de ‘Beltrán’ y Eloína siempre han dado un gran protagonismo a los productos del mar en sus menús diarios. Es frecuente encontrar sardinas, boquerones, chicharros, platos que, poco a poco, van desapareciendo de los menús de la restauración. ‘Yoli’ cuenta que además son muy demandados por los clientes, tal es así que solo hay cuatro platos de carne en la carta.
‘Yoli’, que todavía hoy en día se pregunta cómo se metió en este jaleo, afirma que no ha variado los platos y que básicamente siempre han sido los mismos: en verano, los gazpachos; en invierno, los potajes y legumbres, y siempre voy añadiendo algún plato nuevo.
“El bar restaurante es un sitio muy pequeño y muchas veces te llevas el trabajo a casa, donde tenemos la nevera pelada. O Jorge prepara un pescado salado, que es lo único que sabe cocinar, o encargamos comida fuera”, afirma ‘Yoli, quien es reclamada en la cocina y Jorge en la barra.