Según el informe de evaluación sobre la prestación de ayuda para morir en España, dado a conocer ayer por el Ministerio de Sanidad, Canarias registró 62 solicitudes de eutanasia durante 2023 -de las que se consumaron 25-, lo que supone un 195,2% más que en 2022, cuando hubo 21 peticiones, 10 de ellas llevadas a su término.
En Canarias, la cifra de personas que han recibido la eutanasia asciende a 50 desde 2021, del alrededor de 120 solicitudes presentadas, con un 51% de mujeres por el 49% de hombres. Otros 50 pacientes fallecieron durante la tramitación y una docena de peticiones fueron rechazadas. La edad media de quienes se han acogido a este derecho en las Islas se sitúa en los 67 años, siendo de 40 el más joven y de 90, el más longevo.
Por regiones, el mayor número de solicitudes vino de Cataluña (219, se consumaron 94), Madrid (89, se efectuaron 35), Canarias (62, se practicaron 25), País Vasco (58, se atendieron 47), Comunidad Valenciana (56, con 26 consumadas).
El informe señala que, de las 766 solicitudes recibidas en 2023, el 76% fueron aceptadas. De ellas, se consumaron 334, hubo 188 denegadas y se presentaron 78 reclamaciones, de las que 32 se resoltvieron favorablemente.
De las solicitudes aceptadas en 2023, 21 se revocaron por los usuarios y 33 se aplazaron; 190 solicitantes fallecieron durante el proceso, con un tiempo promedio de 30 días.
En cuanto al perfil del solicitante en el país, 215 personas tenían entre 70 y 79 años, 181 eran mayores de 80 años o entre 60 y 69 años, 106 contaba con entre 50 y 59 años; 57 estaban entre los 40 y 49 años, 19 contaban entre 30 y 39 años, y 7 tenían menos de 30.
En el conjunto de España, desde la entrada en vigor de la ley que regula la eutanasia, en junio de 2021, y hasta el 31 de diciembre de 2023, se han atendido 1.515 solicitudes de prestación de ayuda para morir: 173 durante 2021, 576 en 2022 y 766 en 2023, esto supone un aumento del 32,9% en el último año y hasta un 342% desde su puesta en marcha.
Patologías
En su mayoría, se trata de personas con enfermedad oncológica o neurológica, así como pacientes de pluripatología orgánica severa. Un total de 24 sufrían enfermedades respiratorias o 13 cardiológicas, todas en situación de gravedad.
El procedimiento comienza con una primera solicitud, presentada por escrito y en presencia de un profesional sanitario y, en ese momento, el demandante debe tener plenas capacidades. El 95% poseía la capacidad de hecho al inicio de la solicitud, pero un 15% estaban en riesgo inminente de perderla.
El tiempo transcurrido desde la solicitud hasta la realización de la eutanasia se sitúa en 67 días de media, mientras que un 25% de los solicitantes fallecieron antes de resolverse su solicitud. El número de personas que cambian de opinión y revocan la prestación no supera el 3%. En el 95% de los casos, prefirieron que la medicación fuera administrada por el equipo sanitario.
Este 2023, un 12,5% de los solicitantes se acogieron a la donación de órganos de acuerdo con el protocolo establecido; en total 42 personas, el mismo número que el 2022. Desde agosto 2021 hasta diciembre 2023, estas donaciones, altruistas y respetando siempre la última voluntad del solicitante, han permitido que 250 personas hayan recibido un trasplante.
Vera: “Es una decisión meditada y resulta entendible morir dignamente”
El doctor Eduardo Vera Barrios, presidente de la Asociación Canaria de Neuropsiquiatría y Salud Mental, señaló ayer que “la eutanasia puede ser un derecho en casos crónicos y en los que no haya ninguna solución”, pero se cuestionó “¿hasta qué punto puede estar enmascarada por las carencias del sistema sanitario para atender de forma paliativa?”, por lo que aboga por “realizar evaluaciones de salud mental”, ya que la persona puede no haber tenido unos buenos cuidados sanitarios que disminuyan su sufrimiento. También “podría tener un problema de salud mental, una depresión de la que piensa que nunca va a mejorar, cuando se puede resolver usando todos los tratamientos”.
Según señala, “los más habituales son los casos reconocidos en la Ley, como las enfermedades oncológicas o neurodegenerativas, con las que ven cómo su capacidad cognitiva se va deteriorando hasta el último músculo o que no tiene cura y lleva a dolores crónicos. Se toma la decisión de forma meditada y es entendible que desee morir dignamente”, además de “no ser una carga para sus familiares”.