Adaptar los centros escolares del sur de Tenerife al cambio climático se ha convertido en una prioridad para la comunidad educativa en la comarca. Las olas de calor, cada vez más frecuentes en primavera y verano, el incremento de los días de sol al año y los episodios de calima, obligan a preparar los colegios e institutos para proteger al alumnado de unas condiciones meteorológicas adversas que no solo repercuten en su rendimiento escolar sino también en su salud.
El propio consejero regional de Educación, Poli Suárez, recordaba, en una entrevista con este periódico publicada el pasado 29 de diciembre, que a principios del curso pasado se suspendieron las clases, por primera vez en Canarias, tras varios días consecutivos de altas temperaturas. La medida se adoptó después de que profesores, padres y madres de alumnos informaran a la Consejería de que en las aulas se estaban produciendo “desmayos y hemorragias nasales”.
El siguiente paso fue establecer una hoja de ruta para aprobar un plan específico que fijara cómo deben actuar los profesores y los equipos directivos en situaciones de calor extremo. Primero se presentó, en abril de 2024, un protocolo inicial de actuación y, cinco meses después, el pasado 3 de septiembre, las consejerías de Educación y Transición Ecológica anunciaron conjuntamente un plan de 30,8 millones de euros con medidas como el análisis sistemático de las condiciones ambientales de los centros, la incorporación de sistemas de refrigeración (ventiladores y aire acondicionado), la puesta en marcha de energías renovables y la creación de espacios de sombra mediante toldos, pérgolas o marquesinas.
Precisamente, la preocupación por la falta de estructuras de sombra en los patios de los centros escolares ha aumentado en padres y madres de alumnos y en el propio profesorado, que ven cómo se repiten cada vez con mayor frecuencia los picos de calor, por lo que reivindican entornos seguros y saludables para sus hijos durante los tiempos de recreo y en las actividades al aire libre. El propio consejero Poli Suárez reconoció, en la entrevista con DIARIO DE AVISOS, que hay centros en los que “no existe nada de sombra, ni siquiera un árbol”.
La financiación del plan, que incluye un apartado de formación sobre el avance y las consecuencias del calentamiento global, procederá de la Unión Europea (Fondo Europeo de Desarrollo Regional y Mecanismo de Recuperación y Resiliencia) y de la propia Comunidad Autónoma, según informó el departamento regional educativo.
La Consejería de Educación aclara que el protocolo se aplicará en todos los centros de Canarias, pero las primeras medidas de mejora y adaptación “se ejecutarán solo allí donde sea más necesario, en función del análisis de las condiciones ambientales de las distintas instalaciones”.
Las consecuencias del cambio climático también se contemplan en los 10 nuevos centros que se construirán en el Sur hasta 2031 y en las obras de ampliación previstas en otros 17 colegios e institutos, recogidas en el Plan de Choque de Infraestructuras Educativas del Sur de Tenerife, para dar “una respuesta estratégica y urgente ante la situación crítica de la escolarización en la comarca sur, una de las zonas más tensionadas del Archipiélago”, explica la Consejería en el documento.
Arona, Adeje, San Miguel y Granadilla, los municipios tinerfeños en los que más ha aumentado la población desde el comienzo del siglo XXI, acaparan la mayor parte de la inversión del plan de choque, valorado en 77.705.351 de euros.
Al problema de la “tensión” por la falta de plazas como consecuencia del boom migratorio en la comarca sur, se suma ahora otra prioridad: la necesidad de construir espacios en los que el alumnado pueda guarecerse del sol y del calor.
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