Tras interpretar la Sinfonía nº 1 de Gustav Mahler (1860-1911) en 2023 y la nº 2 en 2024 -además de la Quinta en 2022-, la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC) prosigue su idilio con el compositor austrobohemio e interpretará la Tercera en esta nueva edición, la 41ª, del Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC). La OFGC subirá al escenario con más de 100 de sus músicos, bajo la batuta de Karel Mark Chichon y con la participación, además, de sus coros infantil y femenino, así como de la contralto Wiebke Lehmkuhl.
El director general de Innovación Cultural e Industrias Creativas del Gobierno de Canarias, Cristóbal de la Rosa; el director artístico del FIMC, Jorge Perdigón; el gerente de la OFGC, Manuel Benítez, y el director titular de la orquesta grancanaria, el ya mencionado Chichon, expusieron ayer martes las características del debut de la formación en el festival.
“La Tercera es una forma de reafirmar lo bonito que es la vida”, señaló Karel Mark Chichon, quien explicó el esfuerzo que supone preparar esta obra, con una plantilla orquestal muy grande, dos coros y solista. “Es un viaje en la vida. Empieza con una tormenta que llega al verano, sigue con la visión de Mahler sobre los animales, los ángeles… Y culmina con su mirada sobre el amor”, resaltó el maestro británico.
Los conciertos tendrán lugar este viernes, en el Auditorio de Tenerife, y el sábado, en el Alfredo Kraus de Gran Canaria, ambos a partir de las 20.00 horas. Las entradas están disponibles en las plataformas habituales de venta de ambos espacios y en el sitio web festivaldecanarias.com. Previamente, habrá sendas charlas introductorias, cuyo inicio se adelanta en esta ocasión a las 18.30 horas, a cargo del divulgador Ricardo Ducatenzeiler.
LEHMKUHL
Wiebke Lehmkuhl parece haber encontrado en la Sinfonía nº 3 de Mahler un espacio en el que moverse con soltura. La crítica así lo considera, al calificar de “impresionante” el solo de la cantante en el poema de Nietzsche que interpreta en el cuarto movimiento de esta obra. Un fragmento que sirve para mostrar la versatilidad y el amplio repertorio de Lehmkuhl.
Para Gustav Mahler, el término sinfonía significaba “crear un mundo con todos los medios técnicos disponibles”. La Tercera ha pasado a la historia por ser una de sus partituras más largas y por requerir una ejecución a gran escala. La obra toma como punto de inspiración los parajes naturales que rodeaban al compositor, que dedicaba los veranos a la creación.
“Mi sinfonía será algo que el mundo jamás ha escuchado antes. En ella la naturaleza adquiere una voz y cuenta secretos tan profundos que tal vez puedan verse solo en sueños”, explicaba Mahler. El resultado sería una partitura de seis movimientos, con una duración de unos 90 minutos, en los que Mahler abarca todo un cosmos musical.
Empieza con una apertura que se concibe con una serie de marchas, al que sigue un segundo movimiento, un minué más delicado. El tercer movimiento representa la transición de la primavera al verano a través de la muerte del cuco, que es reemplazado por el ruiseñor. En el cuarto será cuando la audiencia escuche por primera vez a Wiebke Lehmkuhl, que cantará el poema perteneciente a Así habló Zaratustra, de Nietzsche.
Mientras que en el quinto movimiento entrarán en escena los dos coros, que emulan el repique de las campanas en contraste con la voz solista, esta vez con la intención de abordar la interrelación entre alegría celestial y muerte. Mahler cierra su Sinfonía nº 3 con un adagio, que titularía Lo que me dice el amor.