Erika Rodríguez Dorta y Emma Pérez Dorta comparten más cosas de las que hubieran imaginado. No solo su segundo apellido, que es fruto de la casualidad, sino la costura, una actividad a la que nunca pensaron que se iban a dedicar.
La primera, con tan solo 25 años, siempre veía a sus abuelas y a la segunda, también le viene de familia, pero la realidad es que ninguna la había contemplado hasta el momento como un posible trabajo. El proyecto ‘Cosiendo para transformar en verde’ no solo las unió sino que les inculcó las ganas de seguir aprendiendo, compartiendo, y sobre todo, les dio una nueva oportunidad laboral. En breve serán compañeras en la empresa Hiebra Social.
La iniciativa nació con tres propósitos: formar; mejorar la empleabilidad y lograr la inserción laboral de personas en exclusión social; y darle una segunda oportunidad a la ropa convirtiéndola en un producto sostenible y respetuoso con el medio ambiente a partir del residuo textil, ofreciendo otro modelo de consumo y haciendo cada prenda única.
Unos objetivos complejos que lograron cumplirse gracias a la empresa de inserción Hiebra Social, puesta en marcha por Inter-Ven, una asociación nacida en 2011 en Tacoronte cuyo objetivo principal es desarrollar acciones para mejorar la igualdad y la inclusión social y laboral de personas en situación de vulnerabilidad por distintos motivos. También es propietaria de la empresa Trampolín Solidario dedicada a otro tipo de servicios pero con el mismo propósito.
El proyecto, de carácter comarcal, fue presentado a la convocatoria de empleo del Cabildo de Tenerife en 2023 y logró formar el pasado año a 30 personas en técnicas de costura y en el ámbito laboral, trabajar su perfil e intentar insertarlas en el mercado de trabajo, explica la presidenta de Inter-Ven, Lupe Martín.
A principios de 2024 las beneficiarias de dividieron en dos grupos, uno de ellos empezó la formación en febrero y el otro, en marzo. Durante cuatro meses recibieron todos los días clases teórico prácticas en las instalaciones del Aula de Formación y luego realizaron prácticas en empresas. Eran 29 mujeres y una persona no binaria. “Hasta el momento, el porcentaje de inserción es del 30% porque todavía hay algunas en prácticas y otras con las que seguimos trabajando”, asegura Lupe.
“Las empresas de inserción somos un recurso transitorio. A nosotros nos interesa que pasen por aquí, se entrenen, cobren un salario conforme al convenio colectivo del sector, y al mismo tiempo que se forman sean tutorizadas por un equipo social para que puedan resolver sus problemas de ámbito personal y transitar a otra empresa”, explica.
Erika terminó un proyecto de Hostelería de Trampolín Solidario e inmediatamente hizo la formación y ya trabaja en Hiebra, mientras que Emma ha sido seleccionada y en breve será contratada y se sumará al equipo. Otras compañeras del curso consiguieron colocarse en empresas externas.
Las personas usuarias llegan con un informe de los servicios sociales, deben realizar y cumplir un itinerario de inserción y el compromiso de su formación. Emma llevaba trabajando desde los 17 años en tiendas de moda, de calzado, farmacias, ópticas e incluso de auxiliar administrativo. Tras la pandemia todo cambió. Tuvo que volver a casa de sus padres y a los 47 años no le resulta sencillo conseguir un trabajo. “Antes teníamos otra imagen de la persona vulnerable. Ahora cuando veo a alguien en la calle pienso que probablemente me podría haber pasado a mí hace dos años”, dice emocionada.
En este proyecto aprendió a tener confianza en sí misma. A Erika le ocurrió lo mismo. “Hacíamos actividades para aprender a conocernos entre nosotras y tener más comunicación. Hubo muchos pinchazos y lloramos mucho, de risa y de emoción. Fue una especie de terapia. Se generó un equipo, un clima bueno”, añade.
Hiebra Social nació en El Pinar, El Hierro, una isla comprometida con el medioambiente, y desde allí aterrizó en Tacoronte, donde también ha abierto una tienda, ubicada en el número 1 de la calle Casas Altas. En ese punto, desde el pasado mes de julio, la gente acude a donar prendas, zapatos y bolsos que ya no usa. El personal hace una recogida muy selectiva y un registro de todo lo que entra. Una vez dado este paso, se sube al almacén para hacer una primera criba.
Lupe explica que las prendas que están en buen estado automáticamente se higienizan dado que la empresa cuenta con máquinas para ello, y se pone a la venta en la tienda como ropa de segunda mano. Las que no cumplen con este requisito porque necesitan ser reparadas, las arreglan las personas formadas en esta tarea como Érica y Ema y se vuelven a poner a la venta.
Un tercer grupo lo conforma la ropa que está más estropeada o no se puede aprovechar y se transforma en prendas totalmente diferentes que lucen en un perchero específico, ubicado próximo a la puerta principal, dado que son prendas únicas.
Todas ellas se distinguen porque tienen unos precios “simbólicos” y tienen bordada la marca de la empresa, la misma que lucen en sus camisetas y con orgullo, las empleadas.
La directora subraya que es importante no solo recibir ayudas de las administraciones para desarrollar los proyectos sino que éstas cumplan la ley de contratos del sector público que las obliga a contratar servicios a empresas de inserción como Hiebra Social, que funciona como cualquier otra. La única diferencia es que no hay reparto de beneficios ya que la única dueña es Inter-Ven. Ofrecer otros servicios a la comunidad les permite hacer económicamente sostenible la actividad. Por eso, además de vender y reciclar ropa, en Hiebra Social se ofrecen distintos servicios para cuidarla o alargar su vida útil, como lavandería, secado y planchado, arreglos de costura, bordado personalizado y confección.
En El Hierro lo están consiguiendo. El Cabildo les ha encargado el servicio de lavado de la ropa de cama de la residencia de mayores y lo mismo ha hecho la empresa pública Tragsa con las mantas de los migrantes que llegan en patera. Además, hacen arreglos para el Ayuntamiento de El Pinar.
En Tacoronte, el Consistorio les da la ayuda para la formación, gracias a la cual se desarrollará en breve el proyecto ‘Cosiendo oportunidades’, de similares características, facilita el local del almacenaje, y les ha comprado productos de costura y serigrafía.
Lupe pide trabajo, porque en la comarca hay muchos municipios que se pueden beneficiar de sus servicios y es importante para que Hiebra Social, una empresa de ropa que une a las personas y ayuda a cuidar el planeta, siga existiendo.