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Monumento a Teobaldo Power

El monumento dedicado a Teobaldo Power, erigido en la plaza de los Cantos Canarios de Santa Cruz de Tenerife, delante del Instituto que lleva su nombre, realizado con piedra artificial, blanquecina, por el escultor Enrique Cejas Zaldivar, consta de una escultura central del homenajeado, sobre pedestal, flanqueada por prismas rectangulares, cada uno con un bajo relieve con dos figuras femeninas que representan escenas extraídas de su repertorio musical, como la del arrorró.

Teobaldo Power y Lugo-Viña (Santa Cruz de Tenerife, 1848- Madrid, 1884).
Genio precoz de la música, a la edad de 9 años ya interpretó diversas piezas al piano en una velada artística celebrada en esta capital. Al año siguiente fue presentado en el Teatro Municipal de Santa Cruz de Tenerife, donde interpretaría una pequeña composición suya y varios temas de distintos maestros de la música.

Al trasladarse su familia a Barcelona, debido que su padre fue destinado a la Diputación Provincial, allí comienza a estudiar armonía y composición, con el afamado maestro Gabriel Balart, con quien viajaría a Madrid para dar un concierto ante los profesores de la Escuela Nacional de Música y Declamación, recibiendo elogios de los asistentes y de la prensa especializada.

Cuando tenía 14 años de edad, la Diputación Provincial catalana le concede una beca para ampliar sus estudios en el Conservatorio Imperial de Música y Declamación de París, donde recibirá, durante cuatro años, una sólida formación musical de prestigiosos maestros en armonía y composición, piano, contrapunto y fuga, siendo premiado en todas estas áreas.
Concluidos sus estudios en París, con tan sólo 18 años, es contratado para trabajar en La Habana (Cuba), donde permanecerá tres años, regresando a París para dirigir una compañía de ópera, con la que realizaría una gira por tierras francesas.

Al año siguiente regresa a Madrid, donde pasara ocho años de frenética actividad musical, actuando como pianista en los cafés El Prado y el Imperial. Esta etapa fue muy fructífera para su carrera musical, pues sería invitado a dar conciertos en los Conservatorios de Madrid y París.

Esta agitada vida bohemia, excéntrica y aventurera, que tan fecunda fue en su creación y su arte, le debilitaría su organismo, llegándole a provocar una afección pulmonar, cuando acababa de cumplir 30 años de edad.

Entonces, el médico tinerfeño Tomás Zerolo le aconsejó que regresara a la Isla, a donde llega el 5 de diciembre de 1878, siendo acogido por un grupo de intelectuales. El 7 de abril del año siguiente contrae matrimonio con su prima hermana Julia González Lugo-Viña, la cual le acompañaría hasta su muerte, y con la que no tuvo descendencia.

Recuperado de su estado de salud, comienza a dar conciertos en Lisboa y Málaga, donde se volvió a resentir de su enfermedad, por lo que regresa a Tenerife, instalándose en una casa del camino de Las Mercedes, nº 242, donde el aire puro y sano del monte le limpiaría los pulmones dañados por su agitada vida.

En este bucólico lugar, animado por su amigo Elías Zerolo, comienza a investigar las coplas que le oía cantar a los campesinos en sus faenas cotidianas. De esta manera surgen los Cantos Canarios, una bella pieza musical, culta y sinfónica, con instrumentaciones brillantes y variadas, en la que se suceden los aires folclóricos de la Folia, Malagueña, Seguidilla, Isa, Tanganillo, Tajaraste y Arroró; armonías que, dondequiera que las oigamos, nos traerán la imagen del terruño y despertarán en nosotros los recuerdos del canto -arrorró- con que nuestra madre nos arrullaba en la cuna. Una variación del Arrorró es el Himno Oficial de las Islas Canarias.

Los Cantos Canarios serían presentados de forma apoteósica, el 5 de agosto de 1880, con motivo de la inauguración de la sede de la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia, actual sede del Parlamento de Canarias. La orquesta estuvo dirigida por el propio Teobaldo Power.
En abril de 1882, sintiéndose restablecido de su salud, vuelve a la Península para actuar en Granada, Córdoba y Málaga, ciudad donde fue nombrado profesor del Conservatorio. En octubre del citado año gana las oposiciones a profesor de piano del Conservatorio de Madrid, frente a once competidores de prestigio, y también obtiene la plaza de segundo organista de la Capilla Real.

Dos años más tarde, cuando se encontraba en la cúspide de su carrera, cuando su prestigio y su fama se habían consolidado como compositor, intérprete y profesor, sus alumnos obtenían los primeros premios, las editoriales publicaban sus obras y las orquestas estrenaban su música sinfónica, su enfermedad pulmonar se agravó, falleciendo, el 16 de mayo de 1884, en su casa de la calle de la Reja, nº 1 de Madrid, con tan sólo 36 años de edad.

Su muerte constituyó un gran duelo en Madrid. El féretro fue llevado a hombros, por sus alumnos y profesores, desde su casa a la Escuela Nacional de Música, donde fue expuesto y honrado con multitud de coronas de flores. También a hombros fue llevado a la Sacramental de San Lorenzo y San José, cementerio ubicado en el barrio de Carabanchel.
Treinta y nueve años después de su muerte, el Ayuntamiento de Madrid permitió enviar sus restos mortales a Santa Cruz de Tenerife y, el 25 de mayo de 1923, a las nueve de la mañana, el féretro llegaba a nuestro Puerto, donde sería recibido por las primeras autoridades civiles, militares, eclesiásticas, corporaciones, sociedades, centros oficiales y docentes, y numeroso público.

La primera parada del cortejo fúnebre tuvo lugar en la Plaza de La Candelaria, frente a la casa en la que había nacido, donde la banda municipal interpretó los Cantos Canarios. Luego la comitiva continuó por la calle Alfonso XIII (Castillo), Valentín Sanz y Pérez Galdós, hasta llegar a la Diputación Provincial –actual Parlamento de Canarias-, donde tuvo lugar un solemne acto. Desde aquí fue trasladado a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, donde recibió cristiana sepultura en la capilla de Santiago.

Los periódicos madrileños relataron que, al exhumar el cadáver, aún conservaba intactos el pelo y la barba, y se encontraba vestido con traje de frac, camisa blanca, y zapatos de charol.

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