Una emoción destilada a base de canciones. Una despedida que se transforma en un hasta siempre. Un concierto que transformó la noche santacrucera en un encuentro inolvidable. Las personas que tuvieron la suerte de acudir este sábado al Recinto Ferial de Tenerife para presenciar el último concierto en Canarias de Joaquín Sabina, dentro de su gira de despedida de los escenarios Hola y Adiós, sin duda guardarán la experiencia en un lugar muy especial.

El autor de 19 días y 500 noches, Calle Melancolía y Donde habita el olvido fue dando forma a un recorrido emocional, personal y colectivo, construido a base de canciones -y de poesía, que en su caso vienen a ser lo mismo-, ante una audiencia que llenó el lugar que se había escogido para celebrar tantos años de música y establecer un punto y aparte, que no final.

EL PÚBLICO
Las 11.000 entradas que se pusieron a la venta para este Hola y Adiós en Tenerife se agotaron desde hace más de cuatro meses. Por eso las sabinianas y los sabinianos que adquirieron una pueden considerarse afortunados. Lo mismo que las 7.000 personas que estuvieron el pasado jueves en el Gran Canaria Arena de la isla vecina, donde el cantautor de Úbeda inició el tramo nacional de Hola y Adiós. Los conciertos han sido impulsados por New Event, promotora canaria que está cumpliendo su décimo aniversario.

En ambas ceremonias musicales, el artista, luciendo sus característicos bombines, fue desgranando algunas, muchas, de sus composiciones más emblemáticas, desde Lo niego todo, Peces de ciudad y Una canción para la Magdalena hasta Tan joven y tan viejo y Princesa, pasando por ¿Quién me ha robado el mes de abril? y Más de cien mentiras. Todo ello, ante un público conformado por varias generaciones que no han dejado, no dejarán, de escucharlo.

Sabina dijo ayer hola y adiós, pero no hubo portazo ni signo de interrogación. Al contrario.