El monumento erigido a Ireneo González Hernández en la plaza que lleva su nombre desde 1951, pues con anterioridad se denominaba La Constructora, al ser esta Sociedad de Edificios Urbanos la que había levantado este barrio, está formado por un busto de bronce colocado sobre pedestal de piedra, con forma de tronco de pirámide, con adornos florales en la base y cenefa de cordón en la parte superior.
Ireneo González Hernández (La Laguna, 1842 – Santa Cruz de Tenerife, 1918), cuando tenía dos años de edad, sus padres, naturales de Granadilla y Güímar, se trasladaron a vivir a Santa Cruz, donde aprendería Latín y Humanidades con el abogado Domingo Benítez. Luego ingresaría en el Seminario de Las Palmas de Gran Canaria, finalizando sus estudios de Teología en el Seminario de La Laguna. Ordenado Presbítero en 1867, sería destinado a la parroquia de San Marcos en Icod y al año siguiente fue coadjutor en el Realejo Bajo. En 1875 fue nombrado coadjutor de la parroquia de San Francisco, de Santa Cruz y vicecomisario de la Venerable Orden Tercera, anexa a la citada parroquia. En 1902 sería designado regente de la parroquia de la Concepción. También sería capellán de la Prisión Provincial y del Colegio de la Asunción, no aceptando más cargos en su carrera eclesiástica que le impidiesen atender a su anciana madre.
Ireneo González Hernández fue nombrado secretario del Establecimiento de Segunda Enseñanza en 1876, a instancia de los hermanos Domínguez Alfonso. Dos años más tarde obtendría la plaza de profesor de Latín y Castellano, desarrollando durante más de 30 años una brillante labor docente como profesor de Retórica y Poética, Lengua Castellana, Preceptiva Literaria y Religión.
Está considerado el mejor gramático canario del siglo XIX, al ser el autor de Nociones de Gramática Castellana y Compendio de Gramática de la Lengua Castellana. Su Gramática Castellana sería utilizada como libro de texto en las escuelas españolas. También escribió artículos sobre el carnaval, descriptivos del valle de Güímar, de las fiestas de Candelaria y Garachico, etc.
A sus cualidades humanas, transmitidas a varias generaciones de santacruceros, hay que añadir su capacidad oratoria, demostrada en numerosas ocasiones cuando ocupaba la tribuna del Gabinete Instructivo, para disertar y polemizar sobre diferentes temas, de la misma manera que lo hacía en los periódicos El Insular, Diario de Tenerife y La Opinión, impugnando las teorías que publicaban Catedráticos, Obispos, etc.
Fue enterrado en el cementerio de San Rafael y San Roque, aunque desde 1970 sus restos descansan en el Panteón de Personajes Ilustres en el cementerio de Santa Lastenia de Santa Cruz de Tenerife.
Monumento a Santiago Beyro Martín
El monumento erigido a Santiago Beyro Martín, en la plaza San Francisco de Santa Cruz de Tenerife, en 1969, está formado por un busto de bronce, obra del escultor Jesús María Perdigón Salazar, colocada sobre pedestal de piedra artificial, con placa dedicada a este Ilustre Tinerfeño, Orador Sagrado.
Santiago Beyro y Martín de Santa Olalla (Santa Cruz de Tenerife, 1859 – San Cristóbal de La Laguna, 1926).
Ingresó en el Seminario Diocesano de La Laguna en 1877. Cinco años más tarde sería ordenado Presbítero y nombrado coadjutor de la parroquia de Santo Domingo, en La Laguna. Luego sería cura regente de San Juan de la Rambla (1884-1890); cura ecónomo de la Parroquia de San Francisco de Asís en Santa Cruz de Tenerife (1883-1895); cura ecónomo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de esta capital y Arcipreste de Santa Cruz de Tenerife (1899); cura ecónomo rector de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de La Laguna (1895), y Arcipreste de San Cristóbal de La Laguna (1903). En 1914 obtuvo por oposición la dignidad de Arcediano de la Santa Iglesia Catedral de Tenerife. Como Vicario Capitular regiría la Diócesis Nivariense mientras estuvo la Sede vacante; es decir, los años 1917-1918 y 1922-1924.
Santiago Beyro estaba en posesión de los títulos de Bachiller en Artes, Licenciado en Derecho Canónico, Doctor en Sagrada Teología y Coadjutor del Sagrario Catedral; además, era Catedrático de Latinidad, de Historia Universal e Historia Eclesiástica del Seminario Diocesano de La Laguna.
A lo largo de su vida fue misionero apostólico, capellán de honor y predicador de Su Majestad, académico de la Pontificia Arcadia en Roma, examinador sinodal de los Obispados de Málaga, Segovia, Ávila y Canarias.
Como orador sagrado, sus sermones y homilías estaban cargados de una dosis exacerbada de patriotismo en defensa de Tenerife. De ellos citaremos el sermón pronunciado en la función religiosa del 3 de mayo de 1909, festividad de la Santa Cruz, oficiada por el Obispo de la Diócesis en la Parroquia de la Concepción, en el que, al unificar la religión con la política, inspirada en el más alto patriotismo, fue privado de la licencia del culto cristiano que le concedía su investidura de sacerdote. En La Laguna se llegarían a producir manifestaciones de protesta, con apedreamiento del edificio del Obispado.
Santiago Beyro colaboró en la revista Gente Nueva, escribiendo diversos artículos sobre costumbres y tradiciones rurales de la época; tales como Chocheces de un párroco, La Bajada de la Virgen del Socorro, en Güímar, etc.
Por sus frecuentes y brillantes intervenciones como Orador Sagrado, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife le regalaría una sortija de oro con el escudo de la ciudad, el cual fue costeado por suscripción popular. El Ayuntamiento de Güímar le nombraría Hijo Adoptivo.
Una calle de esta ciudad, situada en las proximidades de la Cruz del Señor, lleva su nombre.