Un grupo internacional de arqueólogos y geofísicos ha revelado la existencia de una gigantesca estructura subterránea enterrada bajo la meseta de Giza, en Egipto, que podría haber sido construida mucho antes de las pirámides que dominan la zona. Este hallazgo ha reavivado teorías antiguas y modernas sobre civilizaciones perdidas que habrían habitado el valle del Nilo antes del llamado «Gran Diluvio», un evento catastrófico registrado en múltiples culturas ancestrales.
El descubrimiento fue posible gracias a estudios de radar de penetración terrestre (GPR) y tecnología de imagen sísmica avanzada que revelaron la silueta de lo que parece ser una estructura megalítica, con formas geométricas precisas, cámaras internas y corredores que se extienden bajo la superficie según los arqueólogos. La construcción se encuentra a una profundidad de entre 10 y 20 metros, lo cual ha permitido que se conserve oculta durante milenios.
Los expertos describen esta posible «megastructura» como una especie de recinto rectangular subterráneo con dimensiones que rivalizan con las de la Gran Pirámide. Se trataría, según los primeros datos, de un complejo construido con enormes bloques de piedra, posiblemente granito, dispuestos con un nivel de precisión y planificación que no encaja con las técnicas del Antiguo Egipto conocidas hasta ahora.
Este descubrimiento según los arqueólogos, podría cambiar radicalmente nuestra comprensión del desarrollo arquitectónico en el valle del Nilo. Hasta ahora, la mayoría de las evidencias arqueológicas han situado los inicios de la civilización egipcia hacia el 3.100 a.C., con la unificación del Alto y Bajo Egipto. Sin embargo, la datación preliminar de los sedimentos que cubren la estructura indica una antigüedad que podría situarse más allá del 10.000 a.C., lo que la ubicaría en la era pre-dinástica o incluso antes del Neolítico, en tiempos comúnmente relacionados con mitos de inundaciones universales.
Arqueólogos y científicos en un descubrimiento bajo Giza
Aunque el hallazgo aún no ha sido excavado físicamente, los estudios geofísicos han despertado un gran interés en la comunidad científica. Algunos expertos creen que se podría tratar de un complejo ceremonial o un antiguo centro de conocimiento de una cultura avanzada que desapareció abruptamente, quizás a causa de un cataclismo natural.
La existencia de esta megastructura también ha reavivado la teoría de que Giza fue, mucho antes de las dinastías faraónicas, un centro sagrado construido sobre cimientos más antiguos. Según los defensores de esta hipótesis, las pirámides actuales y la Esfinge serían, en parte, restauraciones o reinterpretaciones posteriores de edificaciones ya existentes, mucho más antiguas.

Los investigadores y arqueólogos planean solicitar al gobierno egipcio un permiso oficial para iniciar excavaciones en la zona, aunque son conscientes de las dificultades políticas y logísticas que ello implica. La meseta de Giza es un sitio extremadamente protegido, y cualquier intervención arqueológica debe pasar por múltiples niveles de autorización.
Algunos egiptólogos y arqueólogos tradicionales han recibido con escepticismo el anuncio, advirtiendo que sin excavaciones directas y pruebas físicas como inscripciones o artefactos, cualquier datación debe ser considerada provisional. Sin embargo, los responsables del estudio insisten en que la estructura no es natural y que su escala y alineación con las estrellas sugiere un conocimiento avanzado de astronomía y geometría.
Además según los arqueólogos, la ubicación del hallazgo —justo al sur de la Gran Pirámide— ha generado especulación sobre una posible red subterránea más extensa, interconectando estructuras ocultas que habrían sido enterradas u olvidadas con el paso del tiempo.
Este descubrimiento llega en un contexto de renovado interés por la arqueología alternativa, alimentado por recientes hallazgos en Turquía (como Gobekli Tepe) que también cuestionan las líneas temporales aceptadas sobre el surgimiento de la civilización. Si se confirma su antigüedad, la estructura de Giza podría ser la prueba más contundente hasta ahora de que existieron culturas humanas organizadas y técnicamente avanzadas miles de años antes de lo que los libros de historia relatan según los arqueólogos.
Por ahora, la comunidad científica se mantiene a la expectativa, mientras crece el debate sobre si la historia de la humanidad, tal como la conocemos, está incompleta. Lo cierto es que bajo las arenas del desierto egipcio podrían descansar los secretos de un pasado mucho más profundo, complejo y sorprendente de lo que jamás imaginamos.